Dios está muy triste.

Génesis 6:5-8.

“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”

CONCLUSIONES.

Nosotros los hombres fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, por lo cual Dios también puede sentir tristeza o dolor en su corazón y a pesar de que es Dios, también puede arrepentirse de sus actos al igual que nosotros, considerando que Él es santo y que todos sus actos son justos.  Y es precisamente esta facultad de arrepentirse la que nos ha favorecido; pues en varias oportunidades Dios ha decretado juicio contra el mundo, pero su gran misericordia lo ha instado a arrepentirse:  “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias”.  Lamentaciones 3:22.  Un ejemplo de ello, lo encontramos cuando Dios decretó juicio sobre la ciudad de Nínive y ellos oraron, ayunaron y se arrepintieron de su maldad ante la predicación de Jonás y por tanto no fueron destruidos.

Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”.  Antes del diluvio que destruyó la generación de Noé, la tierra estaba llena de maldad y todo lo que el hombre pensaba era de continuo hacer siempre el mal, hasta tal punto que Dios no encontró otra solución que quitar al hombre de sobre la tierra, a excepción de Noé que fue encontrado justo delante de Dios y quien fue salvado junto con su familia:  “Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación”. Génesis 7:1. 

Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”.  A Dios le dolió en su corazón, pues había creado al hombre para que señorease sobre toda la creación, para que hiciera justicia y para que alabara a Dios por su grandeza y por las bendiciones diarias que recibía de Él; sin embargo, esto no fue así y al hombre le gustó más la maldad y la injusticia y por eso a Dios le dolió en su corazón y se arrepintió de haber creado al hombre.  Esto es como cuando el perro muerde la mano de su amo quien le da alimento, lo cual desafortunadamente también sucedió con el hombre, quien desechó a Dios e hizo todo lo contrario a sus preceptos y a sus mandamientos, causándole ira y dolor en su corazón.  Al hombre le pareció mejor la voz del diablo quien lo incitaba a desobedecer el mandado de Dios en el huerto del Edén y le pareció que los mandatos de Dios solo querían limitar su existencia; pero que fuera de ellos tendría la libertad, la sabiduría y el señorío, los cuales anhelaba en su corazón.

Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo”. Luego vino el juicio sobre aquella generación, incluyendo todos los seres vivos que el mismo Dios había creado.  Luego de este diluvio se volvió a poblar la tierra con la descendencia de los hijos de Noé y con la descendencia de cada pareja de animales que Noé salvó en el arca.  Sobre la generación de hoy ya también han sido decretados juicios, que se desencadenarán una vez comience la gran tribulación.

¿Pero será que es muy diferente la situación de ese entonces con la que estamos viviendo hoy en día? 

Podemos decir a ciencia cierta que esta generación es igual o peor que la de Noé, pues creen que están agradando a Dios celebrando tradiciones humanas y olvidando por completo los mandamientos de Dios.  La generación de Noé pecaba abiertamente contra Dios, en cambio nuestra generación es hipócrita, porque bajo el pretexto de celebrarle fiesta a Dios, están cometiendo toda clase de pecados.  Están supuestamente celebrando el nacimiento de Jesús, cuando Dios nunca lo mandó en su palabra y para que no quedaran dudas entonces no dejó por escrito su fecha de nacimiento.  Y entre otras cosas, Jesús no nació, más bien se humanizó; es decir que recibió cuerpo físico, pues Jesús es eterno, no tiene principio ni tiene fin y solo usó a María para tomar un cuerpo físico.  Dios solo mandó a recordar su muerte y su resurrección, porque estos acontecimientos si tienen valor para la vida espiritual del hombre; pero su nacimiento no nos aporta absolutamente nada, por lo cual es una pérdida de tiempo su celebración, ya que su ministerio solo comenzó 30 años después de su nacimiento.  Nadie puede ser bautizado en “el nacimiento de Jesús”, pero sí puede ser bautizado en su muerte y resurrección como está escrito:  “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”. Romanos 6:4.

El hombre en esta época cree estar más cerca de Dios y curiosamente cree que lo está agradando; pero antes se está alejando más de su presencia porque sus hechos distan mucho de sus mandamientos; por ejemplo:  Prenden velas a principios de diciembre supuestamente para alumbrarle el camino a Dios para que pueda llegar hasta nosotros, tratando con ello a Dios de ciego; tiran mucha pólvora quizás tratando de despertar a Dios cuando Él no se haya en un letargo; se hacen reuniones familiares con excesos de comida y de licor cayendo en la glotonería y la borrachera; colocan un árbol de navidad, creyendo que este producirá frutos y bendición abundante, cuando la bendición solo procede de las manos de Dios; colocan regalos bajo el árbol de navidad suplantando con ello la generosidad de Dios al enviar frutos sobre los árboles; hacen un pesebre con figuras y con luces cayendo en la idolatría, pues ahí tienen un muñeco que ni es Dios ni se parece a Dios; le hacen novenas y le cantan villancicos a un tal “niño dios” que no existe y que su única representación es un muñeco de madera o de yeso que ni siquiera puede moverse; amanecen en parrandas y borracheras dando rienda suelta a sus pasiones y deseos; y otros menos fervientes se van de vacaciones o para donde sus familiares más lejanos a pasar juntos la tal navidad, etc.  Y con todo esto están violando una y otra vez los mandamientos de Dios, por seguir tradiciones humanas y no obedecer a la palabra de Dios: “Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”.  Marcos 7:7.

Es por todo lo anterior que escuché la voz de Dios en la madrugada que me decía “ESTOY MUY TRISTE”, esto fue el día 16 de diciembre y el año pasado también me expresó algo similar; pues cuando el hombre debería aprovechar estos tiempos para buscar de Dios, más bien lo está usando para deleitar su carne con sus pasiones y deseos y también para seguir tradiciones humanas que solo están desagradando a Dios.  Aún en las iglesias cristianas se nota que hacen falta personas y resulta que están de vacaciones o visitando a sus familiares.  Y todos estos comportamientos solo se traducen en una cosa y es que le estamos diciendo a Dios:  “Mi querido Dios, busca en qué entretenerte mientras nosotros disfrutamos de la navidad o ven a divertirte con nosotros”.  ¿Acaso es la navidad primero que Dios?  De ninguna manera, Dios fue el que creó al hombre y el hombre fue el creador de las tradiciones; por tanto Dios sigue estando por encima del hombre, le guste o no. 

Otros más osados concluyen que la navidad es para Dios y que con este tiempo le estamos festejando a Dios; pero qué ignorancia, porque le estamos festejando a otros dioses: Al de la glotonería, al de la borrachera, al de la idolatría, al de la ingratitud, al de los vicios, al de las tradiciones, al de los deseos carnales, al de la lujuria, al del derroche, al del adulterio, al del ocio y todo esto concluye en un solo individuo quien recibe toda esta alabanza y toda esta festividad: El diablo, quien es el personaje que más feliz está en estas festividades, pues a Dios le sigue doliendo en su corazón haber creado al hombre, porque en estos tiempos el hombre le vuelve la espalda a Dios y solo le obedece a una potestad de las tinieblas que se llama “espíritu de navidad” y es por eso que la gente corre de un lado para el otro como si hubieran perdido la cordura.

Esa aparente alegría que siente la gente en estas “festividades” se debe a la recompensa recibida de parte de las tinieblas por hacer su voluntad.  Esto es parecido al gozo temporal que siente una persona al cometer algún pecado carnal, pues en ese momento está recibiendo el beneplácito del diablo para que le quede gustando y para que busque la forma de repetirlo.  Esto es como la recompensa que recibe un canino por hacer bien su trabajo descubriendo narcóticos en los equipajes; esto lo incita a seguirlo haciendo de la mejor manera.  Es menester recordar que solo hay un Dios verdadero y su nombre es Jehová de los Ejércitos y cualquier tributo o alabanza debe hacerse bajo sus reglas, de lo contrario estaremos rindiéndole gloria a los ídolos y a todos los demonios que hay tras de ellos:  “Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos; Mas Jehová hizo los cielos”.  1 Crónicas 16:26.  Es muy importante aclarar que si no estamos alabando a Dios, entonces estamos alabando al diablo, porque solo hay dos bandos en este universo:  “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”.  Mateo 12:30.

Muchos dirán que: ¿Es que si buscamos de Dios, entonces nos vamos a aburrir en diciembre?  Nada de eso, esto es una treta del enemigo, quien busca que el hombre se ocupe de otras cosas y deseche a Dios, máxime cuando el verdadero gozo, paz y descanso se hayan en la presencia de Dios y por eso dice la palabra:  “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.  Mateo 6:33. En síntesis, este tiempo debería usarse en buscar la presencia de Dios y no para satisfacer los deseos del mundo y de la carne.  Hay muchos quienes le dan propaganda a estas festividades y es porque ellas mayormente tienen fines lucrativos, pues hay miles de negocios interesados en vender lo más que se pueda para hacer su “diciembre”; así la gente compre lo que no sirve de nada o lo que se va a convertir en basura el próximo año.

Si usted piensa que esta posición es muy dura, piense en esto: ¿Es mejor que le digan la verdad o la mentira?  Aquí se está publicando la verdad con fundamentos bíblicos, lo cual puede evitar que usted siga practicando estas festividades, que le siga celebrando al mundo con sus pasiones y deseos y que finalmente llegue al infierno.  Es mejor que se de cuenta hoy de esta realidad y no que la conozca cuando ya esté en el infierno, donde no podrá arrepentirse ni tendrá forma de enmendar sus caminos, pues los que practican tales cosas no entraran en el reino de Dios: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”.  1 Corintios 6:9-10.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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