¿Existe el diablo?

1 Pedro 5:8-9

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.”

CONCLUSIONES.

Hay quienes tratan de convencer a la gente que la muerte no existe y otros tratan de demostrar que el diablo tampoco existe y que mucho menos el infierno.  ¿Pero quienes somos nosotros como humanos para contradecir la Palabra de Dios?  Tampoco un hombre común podrá morir, deambular buscando el infierno y luego a su antojo volver para dar su dictamen.  Si bien es cierto, Jesús y sus discípulos resucitaron muertos solo con el único propósito de glorificar a Dios y en algunos casos de personas, Jesús se ha llevado el alma de sus cuerpos temporalmente para que conozcan el cielo y el infierno y testifiquen de ellos aquí en la tierra, pero decir que una persona traspasó el umbral de la muerte y volvió a la vida sin ningún propósito de parte de Dios, es totalmente imposible; pues solo Dios tiene potestad sobre la vida y la muerte.   

Está establecido que habrá una sola muerte física y que luego del reinado milenial de Jesucristo habrá un juicio donde se decretará la muerte segunda de los que no se hallen inscritos en el libro de la vida: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”.  Hebreos 9:27.

Hay también quienes quieren hacer ver que el pecado no existe, estos no creen que exista un Dios el cual haya impartido una leyes en las que se fundamenta el conocimiento del pecado y por ende le cambian la esencia al pecado tratándolo de bueno, tratándolo como una fuente de placer para el hombre carnal como decía algún filósofo; pero habrá juicio para los que trastornan la verdad:  “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”.  Isaías 5:20.

¿Existe el diablo?  Claro que sí y si usted no cree y quiere probarlo solo decídase a entregar su vida a Jesucristo, para que sienta la persecución del diablo, porque está escrito que el diablo es el principal enemigo de los cristianos y que no descansa buscando la oportunidad de hacer caer al cristiano de la gracia de Dios, tentándolo, seduciéndolo al pecado, poniendo trampas en sus caminos, poniendo aflicciones y tribulaciones para que se canse y decida volver atrás: “Vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”.  

Si el diablo tentó a Jesucristo luego que fue bautizado en el Jordán y lo llevó al desierto y allí lo presionó para que le adorara, ¿Cuánto más perseguirá a los verdaderos discípulos de Jesús?: “Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿Cuánto más a los de su casa?”.  Mateo 10:25. Dios declara explícitamente que el diablo es el adversario de los cristianos, pues le está hablando a los cristianos de ese entonces; pero si el hombre común no sufre persecución es porque es amigo del diablo, dado que todo el mundo (exceptuando el pueblo de Dios) está bajo el gobierno de las tinieblas.

Si la gente común del mundo no siente la presencia del diablo, es por una razón muy simple y es debido a que no se han convertido a Jesucristo y que aún son propiedad del diablo, entonces él no se preocupa de perder lo que ya es suyo y como buen acaparador va en busca de las almas que están bajo la cobertura de Cristo: “Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”.  1 Juan 5:19. Este texto nos muestra que todo el mundo está bajo la potestad y el gobierno del diablo y claramente se excluye al pueblo cristiano, pues ellos no son de este mundo: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”.  Juan 15:19. Este texto aclara más aún la idea de que los cristianos estamos de paso por este mundo, pero no somos parte de él, y que nuestra ciudadanía está en el reino de los cielos: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”.  Juan 17:16.

Por eso el llamado al pueblo cristiano es: “Sed sobrios, y velad”, esto significa estar despiertos espiritualmente para detectar al enemigo cada vez que este se manifieste y resistirle mediante la fe.  Dios no nos manda a reprender explícitamente al diablo, pero sí a sus espíritus inmundos y demonios y para ello nos da una mejor herramienta que hará que el diablo se aleje avergonzado y no que esté airado contra nosotros cuando le presentemos batalla: “al cual resistid firmes en la fe”.  Cuando le resistimos entonces él tendrá que huir, sabiendo que está perdiendo el tiempo y que posiblemente habrá otras presas más fáciles de atrapar: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”.  Santiago 4:7.

Finalmente es necesario recordar que siempre habrá sufrimiento para el cristiano de cualquier tribu, nación o lengua: “sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”.  Y no es posible entrar al reino de los cielos si el cristiano no ha sido procesado mediante el sufrimiento, pues el sufrimiento lo limpia de las impurezas y forma su carácter cristiano, de la misma forma que lo hace el fuego con el oro: “Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”.  Hechos 14:22. Esto no se parece en nada al sufrimiento del hombre común, quien tiene padecimientos como consecuencia del mismo pecado; pues el que trasgrede la ley, está expuesto a ser perseguido por los que imparten justicia y también está en peligro de ser encarcelado por causa de sus delitos.

Estimado amigo, si vives muy bueno, lo más seguro es que todavía no eres de Cristo y el diablo es tu amigo, pero de que existe, sí existe. Si no existiera el diablo, este mundo sería un paraíso, pues no habría espíritus y demonios convenciendo al hombre para hacer maldad sobre la tierra y entonces libres de pecado, la bendición de Dios correría sobre toda la tierra y sus seres vivientes.  Ánimo, porque para recibir el sello de la redención es necesario arrepentirnos y recibir a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, así escaparemos del reino de las tinieblas y seremos aptos para entrar al reino de los cielos.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.


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