Como probar a los espíritus.

1 Juan 4:1-3.

“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.”

CONCLUSIONES.

El ejército de los cielos es innumerable (millones de millones), al menos para nuestro intelecto:  “Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones”.  Apocalipsis 5:11. Y de estos ángeles, suponemos que una tercera parte (según el siguiente texto) fue enviada a la tierra debido a la rebelión de Lucifer, pues estos seguían a este querubín protector en su deseo de ser iguales a Dios y luego conformaron lo que hoy en día es el ejército de las tinieblas al mando de satanás, quienes están ubicados en el primer cielo físico, en la tierra y debajo de la tierra: “Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese”.  Apocalipsis 12:4.

Con lo anterior y ya con suficiente fundamento, podemos determinar que hay muchos espíritus de los cuales, unos pertenecen al ejército de los cielos y otros al ejército de las tinieblas y que por ende el hombre podría recibir visiones o palabra de alguno de ellos y que muy posiblemente no tenga oportunidad de conocer cada espíritu en el momento en que este le habla (pues estos momentos generalmente son fugaces); sin embargo, este texto nos da una clave para determinar qué tipo de espíritu es el que se acerca a nosotros y quien es el que nos está hablando.  Sabemos que los ángeles son puestos al servicio de los hijos de Dios, pero ellos no se mueven sin órdenes estrictas, sin embargo los ángeles caídos quienes se convirtieron en espíritus inmundos y demonios ya tienen una premisa de antemano y es atacar al hombre, por tanto ellos están regados por toda la tierra y cada uno ya de antemano tiene unas funciones determinadas; por ejemplo, los espíritus de idolatría están convenciendo al hombre que la imagen que está viendo es un dios, aunque solo sea una momia inerte y ellos también son los encargados de hacer salir lágrimas de agua o de sangre a un ídolo, para que el hombre crea que está viva y que es una revelación del Dios de los cielos.

Por lo anterior es que nos dice Dios que no creamos a todo espíritu y que los probemos para determinar su procedencia: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios”.  Los espíritus buenos, es especial el Espíritu Santo de Dios quien es parte de la Trinidad, son el fundamento para un ministerio profético seguro y en contraposición a ellos hay falsos profetas que atienden a la voz de un espíritu sin discernir qué tipo es y aún sin confrontar lo hablado por dicho espíritu ante la realidad de la Palabra de Dios; pues los buenos espíritus tienen que dar fe y testimonio de la Palabra y no la pueden abrogar, ni rechazar, ni mutilar, ni cambiar; esta es una segunda forma de probar los espíritus, pues si confirman la Biblia son espíritus de Dios y si la evaden o la tuercen son espíritus de las tinieblas.

Dios por su parte nos da una forma de constatar que el espíritu que nos está hablando es el Espíritu Santo de Dios u otro espíritu de luz y consiste en pedirle que reconozca que Jesucristo vino en carne y habitó entre nosotros y según la respuesta podemos identificar también el origen del espíritu: “Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios”.  El diablo y sus seguidores no son capaces de confesar que Jesucristo vino en carne, pues esto los sometería a un shock destructivo, haga de cuenta como a un corrientazo eléctrico de 120 mil voltios, pues para ellos significa confesar algo que es contrario a sus preceptos y a sus fundamentos, porque aún el diablo no tiene autoridad, ni potestad, ni poder para hacer concebir dentro de un vientre materno, dado que para que florezca la vida, tiene que estar presente allí el Espíritu Santo de Dios (quien es la vida) y estos dos seres son totalmente incompatibles; por eso el diablo y sus espíritus solo se pueden contentar con tomar posesión de las personas y actuar a través de ellas o tomarlas como su instrumento para ejercer el mal; pero de ninguna manera pueden gestar un embarazo como sí ocurrió con el Espíritu Santo de Dios a través del vientre de María.

Y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”.  Todo espíritu que no sea capaz de confesar que Jesucristo vino en carne, entonces es el espíritu del anticristo, que en general es el espíritu que reposa sobre todo el ejército de las tinieblas compuesto por:  Satanás, los demonios, los espíritus inmundos, los gobernadores de las tinieblas y las huestes espirituales de maldad; que los conlleva a declararse enemigos de Jesucristo el Hijo de Dios y de ahí se deriva la palabra “anticristo”.  Y como ha habido enemigos de Dios toda la historia, es por eso que el texto dice “y que ahora está en el mundo”, y no porque aquel personaje que gobernará el mundo junto a la gran bestia y el falso profeta durante la gran tribulación, ya esté en acción dentro del mundo moderno; sino que todo el que actúa bajo el poder de las tinieblas se denomina anticristo.

¿Cuál es la realidad de todo esto? Es que el ejército de las tinieblas es muy sutil para atacar o para tomar al hombre como instrumento suyo.  Veamos como aún Pedro siendo uno de los apóstoles principales de Jesucristo y estando delante de Él, fue tomado por satanás, quien habló a través de él para dirigirse a Jesucristo y tratar de convencerlo de que no fuera a la cruz del calvario y que así abandonara el plan de salvación, pues el diablo sabía que iba a ser derrotado en la cruz del calvario.  Y de esta misma manera el hombre común con mayor razón es interceptado por espíritus inmundos, quienes toman control temporal o permanente de su corazón (incluidos su conciencia y razonamiento) y lo usan para hacer maldad delante de Dios.  Por esta razón es que un asesino debe estar poseído de una legión de demonios para poder llevar a cabo dicha tarea; de lo contrario estaría supeditado a lo que le permita hacer su conciencia y en los verdaderos cristianos solo se hará la voluntad del Espíritu Santo de Dios, quien deberá estar gobernando a la persona desde su corazón.

¿Entonces qué debemos hacer ante el peligro de recibir palabra de espíritus desconocidos? Si no tiene la oportunidad de preguntarles si reconocen que Jesucristo vino en carne y habitó entre nosotros, entonces confronte lo dicho contra la Palabra de Dios y si el mensaje recibido confirma la Palabra, entonces viene de un espíritu de Dios y si no es así, entonces viene de un espíritu de las tinieblas.  Debido a que muchos líderes no han tenido en cuenta estos consejos, entonces reciben mensajes de las tinieblas y no los confrontan con la Palabra, sino que más bien los confrontan con sus pasiones y deseos y si les agrada o les gusta el mensaje recibido entonces lo toman por hecho, venga de donde venga, y de ahí nacen los falsos profetas, las falsas religiones y las sectas peligrosas que lo que hacen es empujar al hombre hacia el infierno.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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