El que tiene al Hijo, tiene la vida.

1 Juan 5:10-12.

“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.  Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

CONCLUSIONES.

Comenzaremos citando un versículo clave y bastante conocido del evangelio de nuestro Señor Jesucristo: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.  Juan 14:6. Este texto evidencia tres virtudes que solo posee el Hijo de Dios:  El de ser el camino, la verdad y la vida; y también nos muestra que no es posible llegar al cielo por otro medio diferente a Jesucristo.

Sabemos también que hay muchos dioses, muchos señores, muchas religiones, muchas sectas y también muchas filosofías en este mundo y que cada hombre está completamente convencido que allí donde está acudiendo o que de parte de quien sigue tendrá la vida eterna; el problema para cada uno de ellos es que solo Jesucristo el hijo de Jehová de los Ejércitos bajó de cielo, tomó cuerpo humano, padeció, cargó con nuestros pecados en la cruz, fue crucificado, resucitó al tercer día y luego se sentó a la diestra de su Padre en el reino de los cielos. 

Absolutamente nadie podrá repetir esta maravillosa hazaña hecha por Jesucristo, aunque tenga un título de dios y tampoco podrá bajar del cielo y volver a subir como el caso de Jesucristo; pues aquellos llamados dioses son creaciones de las tinieblas o son líderes ya fallecidos que se autodenominaron dioses o sencillamente son ídolos mudos que ni siquiera pueden moverse de sus estrados; por tanto ninguno de ellos estuvo en el cielo para poder bajar luego a la tierra, ninguno de ellos murió en una cruz y mucho menos resucitó, y ninguno de ellos ascendió nuevamente al cielo y se sentó a la diestra de su padre. ¿Ven el por qué no hay salvación en otra persona diferente de Jesucristo el Hijo de Dios?

Entonces solamente tendrá vida eterna el que tenga al Hijo de Dios y el que no lo tenga, definitivamente se perderá en el infierno.  ¿Suena duro? Si, así lo es; pero es la verdad.  No se puede ilusionar a la gente diciéndole que en la religión donde están también se salvarán, o que el dios al que siguen también les dará vida eterna, aunque algunos de esos supuestos dioses les guste las masacres, los genocidios y las inmolaciones.  También es menester recordar el dicho popular que reza: “Todos los caminos conducen a Dios”, pero este es una absoluta mentira y se trata de una estrategia del diablo para tranquilizar a las personas en cuanto a su vida espiritual; pues así estarán contentos en cualquier congregación donde estén y también estarán tranquilos adorando y honrando al dios de su predilección y así se perderán definitivamente, lo cual es el fin que busca el diablo para cada ser humano. 

El diablo no busca congraciarse con las personas y si lo hace es más por una estrategia para destruirlo, pero él realmente odia al género humano por ser la mejor de las creaciones de Dios. Por eso otra estrategia del diablo es brindarle religiones y sectas donde los acepten con sus pecados y les den palmaditas en la espalda para consolarlos, diciéndoles: “Tranquilo que Dios te conoce y sabe que eres pecador”. Lo del conocimiento que tiene Dios de nosotros es cierto, pero en el fondo hay otro mensaje subliminal que se traduce así: “Tranquilo que Dios es amor y te salvará aún a pesar de tus pecados” y esto hace que el hombre se relaje y siga pecando, con la supuesta confianza de que Dios lo limpiará a última hora y lo hará merecedor de un reino al que no tiene derecho debido a su desobediencia, pues sabe que es pecador, pero no quiere arrepentirse y someterse a la obediencia de la Palabra de Dios.

Por lo anterior es imprescindible recordar que ninguna religión salva y que tampoco ningún dios extraño podrá salvar, y que solo Jesucristo el Hijo de Dios podrá darnos vida eterna, porque fue el único que bajó del cielo, se hizo hombre, derramó su sangre en la cruz, murió, resucitó y nuevamente se sentó a la diestra de Dios.  ¿Usted entiende esto? Seguramente muchos no lo pueden percibir ni entender, porque nunca han querido creer a la verdad, entonces en ellos está operando un espíritu de error que los hace sentir cómodos en el camino en que están andando: “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte”.  Proverbios 14:12.

Estimado hermano y amigo, el que tiene al Hijo de Dios, tiene la vida eterna. Pero de nada le sirve tenerlo en su billetera, en el cuello, en el tobillo, en su hogar, en su puesto de trabajo o tenerlo como una imagen en su iglesia, máxime cuando esto es idolatría; cuando se habla de “tener” significa que el Espíritu Santo de Dios debe estar viviendo en su corazón, el cual debe estar limpio de pecado, y que desde allí debe gobernar su vida; de lo contrario usted no tiene al Hijo y más bien se imagina tenerlo, lo que no le sirve absolutamente para nada. Quiero recordarles que, si allí en su corazón no está el Hijo de Dios haciendo presencia a través de su Espíritu, entonces ese corazón estará habitado por uno o más demonios los cuales gobiernan su vida y ellos dan testimonio de que usted es hijo de las tinieblas y no hijo de Dios.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

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