Dios es amor y también fuego consumidor.
Génesis 19:23-25.
“El sol salía sobre la tierra, cuando
Lot llegó a Zoar. Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y
fuego de parte de
Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades,
y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el
fruto de la tierra.”
CONCLUSIONES.
Para los que todavía andan despreocupados por su salvación,
este es un texto que les cambiará completamente su visión; pues no podemos
esperar que Dios nos salve amparados en su infinito amor y pensar que Él pasará
por alto todos nuestros vicios, nuestros pecados y nuestras ofensas; esto sería
contrario a sus principios y a su ética, la cual dice que pagará a cada uno
conforme a sus obras: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su
Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”. Mateo 16:27.
¿Si Dios no perdonó a la generación de Noé, la de Sodoma y
la de Gomorra, entonces cómo esperaremos que nuestra generación, que es más
perversa aún, pueda ser eximida de culpa cuando ni siquiera quieren
arrepentirse? El ladrón que fue crucificado junto a la cruz de Cristo al menos tuvo
el gesto de reconocer que era pecador y tuvo la fe suficiente para pedirle a un
“moribundo” que se acordara de él cuando estuviera en su paraíso y por ende
recibió la vida eterna, aunque no hubiera tenido tiempo de leer la Biblia y mucho
menos de obedecerla, pero dado que aquello era
imposible en aquel momento y por causa de su fe, entonces allí mismo le fueron
perdonadas sus trasgresiones.
La posición de Dios frente al amor y al castigo es parecida
al trato de algunos gobernantes con su pueblo, consistente en “la zanahoria y el
garrote” y dijéramos que Dios es más o menos igual en cuanto a que es
supremamente amoroso para aquellos que desean abandonar su vida pecaminosa y que
también es duro con aquellos que siguen desobedeciendo y rebelándose en contra
de su voluntad.
En este texto Dios envía fuego y azufre sobre las ciudades
de Sodoma y Gomorra, luego que sacó de la ciudad a Lot con su señora y sus dos hijas,
los cuales huyeron a la ciudad de Zoar, con el antecedente de que la mujer de
Lot miró hacia atrás y se convirtió en estatua de sal. Estas cuatro personas
fueron las únicas excepciones a este juicio y eso porque Abraham, quien era
amigo de Dios, intercedió por su sobrino y su familia y Dios envió ángeles el
día anterior para que los sacaran de Sodoma, antes que empezara la destrucción.
Llovió fuego y azufre “de parte de Jehová desde los
cielos”, es decir, que no fue un fenómeno natural y que este fuego
descendió directamente desde el cielo, no desde este cielo terrenal, sino desde
donde habita el Dios Altísimo y debido a esto fueron destruidas cuatro cosas:
1. “Y destruyó las ciudades”. Todas las casas,
torres, fincas, lagares, caminos y carreteras, todo quedó destruido y echando
humo debido a que se quemó.
2. “Y toda aquella llanura”. El valle donde estaban ubicadas estas
ciudades también fue destruido con fuego, haga de cuenta como cuando un
incendio destruye un bosque y también carboniza a todo ser vivo, lo que quiere
decir que no quedaron plantas ni animales.
3. “Con todos los moradores de aquellas ciudades”.
Quiere decir que los que habitaban dentro de las ciudades, todos fueron
consumidos, a semejanza de cuando ocurre una erupción volcánica y su lava
ardiendo a miles de grados centígrados, carboniza todo ser viviente que se
atraviesa en su camino.
4. “Y el fruto de la tierra”. De las cementeras, de los cultivos de uva, del
trigo, de las olivas, de la cebada, de las higueras y de otros tipos de
cultivo, no quedó absolutamente nada, también fue reducido a cenizas.
Digamos que esto es aterrador desde el punto de vista
material, pero Dios dejó el testimonio escrito para que nosotros temiéramos y
nos arrepintiéramos de nuestros malos caminos. Lo bueno de esta historia es que
no se necesita hacer mucho esfuerzo para que sea creíble, pues ya encontraron
restos de estas ciudades que permanecen hasta hoy para testificar al hombre de
que estos relatos bíblicos son la pura verdad. Ya hay documentales de
televisión en donde se muestran algunas ruinas con sus vestigios calcinados, lo
que permite tener al menos una vaga imagen de cómo eran dichas ciudades y
también permite evidenciar el poder de Dios y describir a Dios como un ser que
no se complace en el pecado y que da al hombre el justo castigo por sus malas
obras.
Y dice Dios que el castigo de aquellas ciudades es poco para
el castigo que recibirá el mundo que no se quiere arrepentir: “De cierto os
digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de
Sodoma y de Gomorra, que para aquella ciudad”. Mateo 10:15. ¿Y es que
siguen los castigos? Claro que sí, el hecho de que el ser humano muera no es un
castigo en sí, pues en un abrir y cerrar de ojos ya está al otro lado de la
muerte y es allí donde tendrá que presentarse un día ante el gran juicio final,
donde se decidirá su futuro eterno.
Estimado hermano y amigo, todavía está a tiempo de
reflexionar sobre su vida y determinar si usted está haciendo parte de este
mundo perverso o si es un aliado de Dios. Recuerde que para ser eximidos de los
juicios venideros solo tenemos que pertenecer a la familia de los hijos de Dios
y para eso debemos arrepentirnos, recibir a Cristo como salvador y vivir una
vida de obediencia y santidad a la Palabra de Dios.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta
sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y
me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada
en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi
vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me
santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu. A partir
de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar
en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los
cielos por una eternidad. Amen”. Y si estás en peligro de
muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro
Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que
invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.
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