Animales que pueden hablar.

Números 22:27-32.

“Y viendo el asna al ángel de Jehová, se echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y azotó al asna con un palo. Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces? Y Balaam respondió al asna: Porque te has burlado de mí. !Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría! Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado a hacerlo así contigo? Y él respondió: No. Entonces Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel de Jehová que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro. Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí.”

CONCLUSIONES.

Los animales no hablan porque no fueron creados por Dios con esas características y entre los animales hay comunicación con gestos, señales y sonidos que son entendibles entre animales de la misma especie, pero su aparato fonador no está lo suficientemente desarrollado como para producir sonidos específicos de un lenguaje y más aún para razonar y controlar el lenguaje desde sus cerebros.  El loro particularmente repite palabras y oraciones cortas, pero ni siquiera sabe lo que está diciendo.

¡Qué maravillosa es la creación!, pues si los animales hablaran seguramente ellos gritarían a grandes voces las injusticias que el hombre comete contra ellos, si ellos pudieran hablar entonces tendríamos manifestaciones, paros y movilizaciones como sí ocurre con el ser humano, con los cuales ellos reclamarían al hombre sus derechos. Dios en su infinita sabiduría los hizo así para que no pudieran protestar y el hombre se pudiera enseñorear de ellos como está escrito en el libro de Génesis: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Génesis 1:26.

¿Pero qué se busca entonces con este texto? Dios es el creador de todo el universo y el único que tiene potestad sobre todo lo existente incluyendo a los animales, y por tanto puede en un instante acondicionar todos los órganos relacionados con el habla de un mamífero y también acondicionar su cerebro para que piense y use un lenguaje específico y que de esta forma pueda expresar sus pensamientos a través de los sonidos específicos del lenguaje.  Y así fue como un burro pudo hablar, muy clarito y cuerdo, tanto que pudo establecer una conversación con la persona que llevaba en sus lomos, pudo preguntar y también responder a su amo, habilidades que solo están reservadas para seres racionales; ¡Qué maravilloso Dios el que tenemos! 

En esta historia, el burro que cargaba al profeta no quería andar y entonces este lo azotó con un palo en tres veces.  Se trataba de Balaam quien iba de viaje a maldecir al pueblo de Israel, pagado por el rey de Moab y a pesar de que Dios ya le había dicho que no fuera, él siguió insistiendo dado que ese rey le estaba ofreciendo muchas riquezas. Pensaba que de pronto Dios le permitiría maldecir a su pueblo y así llenarse de riquezas, pero finalmente le tocó bendecir en tres veces al pueblo de Israel desde varios de los montes más cercanos a donde el pueblo se hallaba reposando.

Entonces Dios abrió la boca del asna y esta habló al profeta pidiendo que le explicara el por qué la había azotado. El profeta le respondió que se sentía burlado y que si tuviera una espada ya la habría matado; pero era tanta la locura del profeta que ni siquiera se dio cuenta que era un animal el que le estaba hablando y como mínimo debió haberse asustado y humillado delante de Dios y solo lo hizo cuando fueron abiertos sus ojos y vio al ángel de Jehová con su espada en la mano en medio del camino, quien estaba dispuesto a matarlo porque andaba en caminos perversos.

Esta historia bíblica es excelente y se presta para diseñar gran variedad de sermones; pero lo que quiero rescatar de aquí es que nuestro Dios tiene tanto poder y versatilidad que aún puede hacer que los animales hablen y he ahí el fundamento del don de lenguas, que es un don del Espíritu Santo que es entregado a sus verdaderos hijos y estas personas en un instante reciben un lenguaje con sus sonidos (de los muchos que existen en el mundo) y empiezan a expresarse a través de él, aun desconociendo el significado de cada una de las palabras y solo teniendo la absoluta seguridad que el Espíritu de Dios con quien está hablando, si las entiende. Ahora, si el significado de esas lenguas debe ser revelado a otras personas, entonces ahí entra otro don del Espíritu Santo que se llama interpretación de lenguas y a través de él se expresa el mismo mensaje en el lenguaje local que la mayoría entienden.

Y aún más allá del lenguaje hay muchas cosas grandes que Dios puede hacer, como quedó demostrado en la creación, cuando Él solo pronunciaba la palabra con su boca y las cosas se hacían automáticamente.  Si Dios hizo al hombre del polvo de la tierra y también puede hacer que los animales hablen, muy seguramente también podrá hacer todo aquello que sea imposible desde el punto de vista humano, como el milagro de hacer retroceder la sombra del sol en 10 grados: “Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás”. 2 Reyes 20:11.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

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