¿Qué hacer con el pobre y el menesteroso?


¿Qué hacer con el pobre y el menesteroso?

Debido a que en este planeta cada día hay menos recursos y las riquezas están concentradas en menos personas, es que hay más pobreza y esta trae varias consecuencias como: El hambre, las enfermedades, la desnudez, el analfabetismo y hasta guerras por los recursos existentes.  Se estima que varias décadas más adelante, habrá mucha más necesidad de agua potable en su estado natural, cuya escasez se deberá al incremento de las sequías y a la contaminación de las fuentes hídricas y esto por supuesto incrementará la pobreza, debido a que un recurso esencial que debía ser de acceso público, en ese tiempo estará protegido y será de uso exclusivo de los más pudientes. 

Texto: Deuteronomio 15:7-11.

Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite. Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado. Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas. Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”.

 

CONCLUSIONES.

Hay varios puntos de interés en este texto bíblico, los cuales detallaremos a continuación:

1. No faltarán menesterosos en la tierra.

Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”. En la época de Jesús también había pobres y eso se daba cuando había muchos más recursos, menos contaminación y menos maldad; ahora estamos avanzando velozmente hacia un mundo lleno de caos y miseria, donde a causa de la injusticia se desatan con frecuencia los juicios de Dios y por eso nunca faltarán los pobres y los necesitados, a los cuales nos manda Dios que extendamos nuestras manos.

2. Primeramente hay que ayudar a nuestros hermanos en la fe.

Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da”.  Este mandamiento fue dado por Dios a su pueblo Israel y contemplaba la ayuda a los hermanos del mismo pueblo como también a los extranjeros que habitaban entre ellos; pero no se extendía a los pueblos paganos y extraños que habitaban en sus alrededores y por esa razón delimita los menesterosos a que sean miembros de dicho pueblo, con estas tres frases: “Alguno de tus hermanos”, “en alguna de tus ciudades” y también “en la tierra que Jehová tu Dios te da”.

Hoy en día el mandamiento es similar y cobija primeramente a los hermanos en la fe en Cristo Jesús: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. Gálatas 6:10. Esto significa que los que pertenecen al rebaño de las ovejas de Cristo tendrán abundante bendición si andan en fe y obediencia, pues gozarán de los favores del Señor y así mismo de la misericordia de los hermanos en la fe que se deleitan en dar como cumplimiento del mandato divino.

3. No endurezcas tu corazón contra tu hermano.

No endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre”. En esta época y debido a la maldad de los hombres, el amor de muchos por su prójimo se ha enfriado y ahora la consigna es ganar lo más que se pueda y retener lo que consigamos, porque no sabemos si habrá tiempos más difíciles: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”. Mateo 24:12.

Pero el mandato de Dios es que no endurezcamos nuestro corazón, ni cerremos nuestra mano en torno a los pobres y menesterosos; y si a usted le parece difícil su cumplimiento, entonces es que no ha conocido a Dios y aún el amor de Dios no reposa sobre su corazón; por lo tanto, debería pensar en esto: ¿De qué le sirve tener abundancia de alimentos en su casa y de otros bienes, si al final va a perder su alma por no ayudar a los necesitados o más bien por la ausencia de amor en su corazón?

4. Le darás sin restricciones y le prestarás lo que necesite.

Sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite”. En vez de endurecer nuestro corazón y cerrar nuestra mano, debemos hacer lo contrario, ablandando el corazón y abriendo la mano frente a las necesidades de nuestros hermanos (mayormente los hermanos en la fe), puede ser que no tengamos mucho, pero debemos ayudar en la misma medida en que Dios nos bendice, pues no podemos ignorar que todo lo que recibimos proviene de Dios y que cuando Dios quiera nos lo puede quitar: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Santiago 1:17.

Y cuando se trata de los pobres que difícilmente podrán pagar, entonces hay que darles y no prestarles, ¿pues para qué vamos a imponerle una carga a alguien que no la puede llevar?

5. Guárdate de todo mal pensamiento en contra de tu hermano necesitado.

Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle”. Cuando se trata de ayudar, resultan muchas excusas como estas: No tengo lo suficiente para darle, si le presto posiblemente no me pagará porque no tiene con qué hacerlo, no puedo dar lo que conseguí con tanto esfuerzo o sencillamente decimos que ellos también tienen manos para trabajar como nosotros.  En el caso del pueblo de Israel, el año de la remisión significaba que las deudas quedaban redimidas, es decir que el deudor ya no le debía nada al prestamista, y por eso muchos israelitas no querían prestar cuando se acercaba aquel año.

Es menester recordar dos promesas de Dios: Dar equivale a tomar las llaves que abrirán las ventanas de los cielos para que derramen bendición sobre nosotros, “Dad y se os dará” Lucas 6:38 y el que da al pobre le está prestando a Dios, lo que implica que Dios es su codeudor, “A Jehová presta el que da al pobre” Proverbios 19:17.

6. Dar es un mandato divino.

Porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado”. ¿No crees que ignorar a los necesitados es pecado? Ver que esta acción está amparada por un mandamiento, en el cual es imperativo el verbo "dar": “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”. Lucas 6:38. Este es un mandamiento con promesa de multiplicación y su incumplimiento resultará en pecado, máxime cuando el pobre se queje delante de Dios y nos acuse de ignorarlos.

7. Sin falta ayudarás al necesitado.

Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des”. Sin falta le darás sin mezquindad, es un mandato simple y claro, que no se presta a interpretaciones amañadas.  ¿Cuántos se van a perder en el infierno, aunque se llamen cristianos y vayan a una iglesia, por cerrar su corazón en contra de los necesitados? Y no necesariamente se trata de cerrar el corazón, sino de hacernos los desentendidos e ignorar a los necesitados que andan a nuestro alrededor, principalmente en nuestras congregaciones.

8. Dar al pobre trae bendición financiera.

Porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas”. Sin duda, Dios bendecirá a los que dan de corazón y nunca les faltará ningún bien, pues Dios devuelve a los dadores con una medida buena, apretada, remecida y rebosante (Lucas 6:38); pues es una promesa de Dios.

Otra promesa consiste en que si damos al pobre es como si le estuviéramos prestando a Dios, pues el pobre no le podrá devolver nada, pero Dios si lo hará, porque Él lo tomará como si fuera un préstamo a su cargo: “A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”. Proverbios 19:17.

En la medida en que las poblaciones de escasos recursos se integren a grupos cristianos y estos últimos a su vez cumplan con la voluntad de Dios, de seguro muchas cosas serán compartidas y se tendrán en común, reduciendo de esta forma la pobreza y la mendicidad, así como lo hacía la iglesia primitiva, quienes compartían todo empezando por los alimentos: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”. Hechos 4:32.

Estimado hermano y amigo, seguramente si no eres rico, tampoco serás el más pobre y de seguro habrá muchas personas con más necesidades de las que usted pueda tener, a las cuales les haría bien compartir algo de lo suyo y que usted puede darles sin “quedar en la calle” como reza el dicho popular, o sin tener que acostarse sin comer porque dio sus alimentos a otro. Seguramente tendrá muchas cosas por compartir, que no le harán más pobre si se despoja de ellas, y que, por el contrario, por promesa de Dios le harán más rico, si actúa con fe y convicción.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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