Como tener éxito en todo lo que emprenda.
Como tener éxito en todo lo que emprenda.
Una de las premisas de la vida del hombre consiste en buscar
la forma de prosperar en todo lo que emprenda, ya sea en mejorar su salud, en
salir adelante en sus estudios, en levantar una familia sana y capacitarlos
para enfrentar la vida, en prosperar en su trabajo, en prosperar en su rol como
empresario o comerciante o simplemente en ser exitoso como actor de la
política.
Texto: Josué 1:8.
“Nunca se
apartará de tu boca este libro de la ley, sino que
de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo
lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá
bien”.
CONCLUSIONES.
El hombre trata de salir adelante por sus propios medios,
por sus propios recursos, con su sabiduría e inteligencia y con sus propias
fuerzas; pero nada de esto funciona si Dios no está de nuestro lado y el
resultado de hacerlo a nuestro modo es fatiga, arduo trabajo y necesidades por
doquier. Y para que Dios esté de nuestro lado, debemos reconocerlo como único
Dios soberano y también debemos andar en obediencia a sus estatutos, decretos y
mandamientos.
¿Entonces qué es lo que debemos hacer para ser prosperados
en todo lo que emprendamos? Dios nos revela este misterio mediante su Palabra y
consiste en tres pasos:
1. Leer la Palabra de Dios.
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley”. Al
decir que nunca se apartará de su boca, significa que se deberá estar leyendo todos
los días en voz alta o mentalmente. Este es el alimento espiritual para el
alma, sin el cual su alma se perderá mediante la muerte segunda; de la misma
forma si le falta el alimento físico, su cuerpo desmejorará hasta que dejará de
funcionar y morirá.
2. Meditar constantemente en su Palabra.
“Sino que de día y de noche meditarás en él”. No se
trata solo de leer mentalmente o de pronunciar con nuestra boca las frases,
sino que también hay que repetirlas con nuestra razón y con nuestro entendimiento,
tratando de situar en o de aplicar todo a nuestra vida diaria. Esto implica que
aún de noche, cuando estamos despiertos, debemos estar meditando en la Palabra
de Dios.
Si nos deleitamos en la Palabra de Dios, su dueño también se
deleitará bendiciéndonos: “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en
sus mandamientos se deleita en gran manera”. Salmos 112:1.
3. Obedecer a su Palabra.
“Para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito”. Esto es lo que menos les gusta a las personas, pero la
obediencia desata un sinnúmero de bendiciones de parte de Dios, de tal forma
que el hombre no alcanzará a contarlas mientras viva aquí en la tierra. Guardar implica grabar los textos bíblicos en
nuestra memoria y en nuestro corazón, de tal forma que cada que Dios nos dé la
oportunidad de aplicar dichos mandamientos lo podamos hacer teniendo la certeza
que estamos haciendo lo correcto; es decir, que estamos actuando acorde con el
mandato divino y de paso estamos agradando a Dios.
¿Cuál es el resultado si se siguen estos pasos? Hay dos
consecuencias inevitables: Habrá prosperidad en todos nuestros caminos y todo
lo que emprendamos saldrá bien: “Porque entonces harás prosperar tu camino,
y todo te saldrá bien”.
Seguramente muchos dirán que obtienen el éxito sin seguir
estos pasos dados por Dios, pero es necesario recordarles que los que no
reconocen a Dios en sus caminos indudablemente andan en camino de pecado y
conocemos que allí están gobernados por el diablo, quien también da estímulos a
los que trabajan para cumplir sus propósitos: “Fíate de Jehová de todo tu
corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus
caminos, Y él enderezará tus veredas”. Proverbios 3:5-6.
Seguramente el diablo le hará sentir que es exitoso por sus
méritos y por sus esfuerzos, pero esto es una trampa mortal, para que no se de
cuenta que sus frutos provienen de las tinieblas y de esta forma cuando
despierte de este letargo, su alma estará en el infierno sin posibilidad de
retorno.
Si no andas con Dios, de seguro estarás andando con el
diablo, pues solamente existen estos dos opuestos en el universo; por tanto, no
podría decir que está andando en pos de sí mismo, porque no habrá forma de que
usted mismo se pueda guiar, ni que usted mismo se pueda bendecir, pues no somos
dueños de nada y todo lo que pasa por nuestras manos es prestado, aún la vida.
Bien dijo Jesús que el que no estaba a favor de Él, estaba contra Él: “El
que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. Mateo 12:30.
Estos son algunos ejemplos extremistas de emprendimiento y
prosperidad, pero que se tratan de una realidad y es que muchos hoy en día son
prósperos en sus negocios criminales, de rentas ilícitas, de ganancias
deshonestas, de vicios, de alcohol, de prostitución, de negocios basados en la
injusticia y hasta de usura como aquellos que prestan a altas tasas de interés;
pero ya de antemano sus almas son propiedad del diablo, quien las reclamará cuando
mueran físicamente y se las llevará para que le hagan compañía en el infierno.
Estimado hermano y amigo, hay que andar con Dios y esto se
logra escudriñando su Palabra, meditando en ella y obedeciéndola; de lo
contrario, estaremos andando con el enemigo de Dios y de nuestras almas. El andar con Dios tiene muchas recompensas aquí
en la tierra y arriba en el cielo, siendo la principal recompensa la vida
eterna; pero andar con el enemigo solo traerá castigo eterno.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”. Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.
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