La doble personalidad del hombre.


La doble personalidad del hombre.

Podríamos asegurar que el hombre vive en dos mundos: El interior y el exterior.  En el exterior el hombre habla, hace gestos, escucha, actúa, trabaja, estudia, se relaciona con otros, vive su día a día etc.; sin embargo, en su mundo interior está pensando, está buscando soluciones a sus problemas, está forjando proyectos, está construyendo ideas, está hablando consigo mismo, está hablando con Dios y glorificándole (si es cristiano) y la mayor parte de esto es desconocido para sus semejantes y por tal razón muchos quisiéramos saber qué está pensando alguien mientras hablamos con él o cuando está ausente.

Texto: 1 Samuel 16:6-7.

Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

CONCLUSIONES.

Este texto relata parte de la historia, donde el profeta Samuel fue enviado por Jehová para ungir al nuevo rey de Israel y para esto lo envía a la casa de Isaí de Belén, el cual tenía ocho hijos, siete en casa y uno de ellos el menor estaba en el campo cuidando de las ovejas y su nombre era David.  Pero cuando Samuel llega a casa de Isaí, el primer hijo que ve es el mayor de nombre Eliab, quien, por su contextura física, por su altura y por su buen parecer, le hizo creer a Samuel que ese iba a ser el escogido para ser rey sobre Israel: “Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido”.

Samuel estaba mirando al hombre exterior y con sus apreciaciones concluyó que este era el hombre que Dios había escogido como rey; sin embargo, se encontró con que Dios estaba mirando algo diferente, y era a su hombre interior: “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho”.

Bueno, ¿Y entonces por qué lo desechó Dios si parecía un buen elemento? Es simple: Dios buscaba un corazón humilde, el cual sí tenía David; pues su hermano mayor seguramente estaba lleno de orgullo y de vanidad debido a sus dotes físicas. Y para saber lo que hay adentro del hombre, hay que buscar en su corazón, en su mente y en sus emociones, y estos son los tres componentes del alma que constituyen entonces su personalidad interior, su hombre interior.

En el hombre interior es donde se forja el pecado, donde se concibe; pues allí se reciben las tentaciones provenientes de las tinieblas o de las mismas concupiscencias del hombre y allí mismo se decide si se les brinda atención o no; allí se decide si se encuba el pecado y si se continúa gestando hasta que al final este sea consumado; por esa razón dice el texto: “Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”.  Santiago 1:14-15. 

Sin duda alguna allí en el hombre interior es donde se gesta el pecado y también de donde sale y se manifiesta a través del hombre exterior y finalmente de esta forma es como se contamina el hombre: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”.  Marcos 7:21-23.

Por esta razón Dios debe ir al origen de las cosas y mirar en su hombre interior; pues tanto las virtudes del hombre como sus pecados yacen en el hombre interior y se manifiestan hacia el exterior, llenando de gracia o contaminado de esta forma toda la vida del hombre; entonces Dios para qué se molesta mirando el exterior si allí se manifiestan las consecuencias de lo que vive el hombre dentro del corazón: “Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. Además de todo esto el hombre exterior (de carne y hueso) es temporal y el hombre interior es eterno, por eso es que Dios mira más el interior que el exterior.

Para mirar el interior se necesita más que una visión de rayos x y la visión de Dios es muy superior a este dispositivo electrónico usado para detectar fracturas en los huesos. Tan poderosa es la visión de Dios que puede detectar un pensamiento en la medida en que este se va forjando en nuestra mente: “Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda”. Salmos 139:4.

El mundo se preocupa en gran manera en cuidar su exterior, en manejar la imagen que los demás tienen de ellos mismos y es por esto mismo que se contaminan con orgullo y vanidad, dos pecados que desagradan a Dios.  En cambio, los hijos de Dios se preocupan por fortalecer el hombre interior, ya que allí es donde Dios pone su mirada y también porque si el hombre tiene virtudes, estas se reflejan en su exterior y si tiene pecados estos también se reflejan en su exterior; y es por eso que Dios nos manda a vestir nuestro hombre interior con virtudes y nuestro exterior con decoro y modestia: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”. 1 Pedro 3:3-4.

En el lenguaje popular se habla de una doble personalidad, cuando el hombre actúa de una forma en público y de otra forma por ejemplo en su hogar. Esto se debe a que su hombre interior está contaminado de pecado y en algunos entornos trata de inhibir sus manifestaciones a través del hombre exterior tratando con ello de cuidar su imagen; es decir que en algunos casos trata de mostrarse como buena persona, sabiendo que no lo es, para de esta forma congraciarse con algunas personas.  Por ejemplo, el novio “malo” que quiere ganar puntos con su pareja, se muestra como una mansa paloma delante de ella, pero luego de casados solo necesita un poco de tiempo para mostrarse tal como es; es decir, para mostrar sus “garras” de lobo.

Estimado hermano y amigo, tenemos que preocuparnos más por nuestro hombre interior, pues allí es donde debe reposar el Espíritu Santo de Dios, quien nos pone el sello de redención para vida eterna, hecho que sucede cuando una persona se ha arrepentido y ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador. Preocuparnos por nuestro hombre exterior excesivamente no traerá ningún beneficio a nuestra alma y espíritu, y seguramente resultaremos alimentando la carne con sus pasiones y deseos lo cual es contrario a la voluntad de Dios: “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”. Gálatas 6:8.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

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