En la presencia de Dios está todo lo que necesitas.


La gente del mundo anda de un lado para el otro sin encontrar paz y descanso para sus almas, y si la creen encontrar, este tiempo de regocijo dura muy poco.  Uno se asoma a la calle y se asombra al ver personas en sus vehículos y motos conduciendo a altas velocidades como si estuvieran huyendo de una inundación, o de un asalto, o como si los hubiera cogido la tarde para llegar a tiempo a sus compromisos; parece que siempre están buscando algo, que nunca han podido encontrar. 

Así mismo muchos no hallan paz en sus hogares y sienten la necesidad de huir de allí y buscar otros sitios donde puedan entretener sus mentes y al menos olvidar las preocupaciones de la vida diaria a que son sometidos casi todos los seres humanos por causa del cambio climático, por los altibajos de la economía, por el desempleo, por el gobierno, por las enfermedades, por la escasez y el alto costo de los alimentos y por la degradación social generada a causa de la injusticia y el pecado, entre otros factores.

Texto:  Salmos 84:10.

Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, Que habitar en las moradas de maldad”.

CONCLUSIONES.

Según este texto bíblico, el salmista prefería estar un día en la casa de Dios y no mil días por fuera de ella buscando otras cosas o haciendo otras actividades. Seguramente el salmista encontraba en la casa de Dios muchas cosas que no podía conseguir en otro lugar.

¿Por qué la gente corre de un lado para otro y no haya lo que está buscando? Hay algo totalmente cierto y es que las cosas terrenales no pueden llenar las necesidades del alma que es netamente espiritual y a un espíritu es necesario darle cosas espirituales y allí es donde entra Dios como suplidor de todas nuestras necesidades.

El hombre tiene un vacío en su corazón que solo puede ser llenado por Dios.  Solo su creador sabe cómo funciona la complejidad del ser humano y por tanto también sabe cómo puede ser lleno su corazón de gozo y de paz.

La gente busca en los teatros, busca en los desfiles, busca en las exposiciones, busca en los conciertos, busca en los paseos, busca en las playas, busca en las fincas, visita otros países, va a restaurantes exquisitos; pero nada de eso lo llena completamente ni en forma permanente, porque no está buscando lo que le hace falta a su alma y a su espíritu, porque no está comiendo de la verdadera comida que le hace falta a su cuerpo espiritual.

Pero lo que realmente llena al hombre es la presencia de Dios: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre”. Salmos 16:11.

El gozo pleno está en la presencia de Dios y en su mano derecha hay delicias interminables; es decir que a su diestra encontraremos regocijo y bendición por una eternidad; pues allí no pasa como en los restaurantes cuando el mesero regresa a los varios minutos a decir que lo que habíamos pedido ya se agotó y que debemos tomar otra opción del menú; pues para este caso no funciona así, porque Dios es la fuente infinita de muchas bendiciones para el hombre.

Cuando hablamos de la presencia de Dios, esta con seguridad la encontraremos en la casa de Dios, pues hay promesa de que Dios estará donde hay dos o más personas reunidas en su nombre: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Mateo 18:20. Y que también Él se mueve en las alabanzas de su pueblo; por tanto, es imposible que se mueva en una playa, en un sitio turístico o en cualquier actividad de tipo carnal, dado que Dios es santo: “Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel”.  Salmos 22:3.

¿Pero si hay tanto gozo y tantas delicias en la presencia de Dios, la gente por qué no busca esto en vez de buscar los deleites del mundo? Hay al menos tres respuestas a esta problemática:

1. El ser humano en su mayoría vive para el mundo con sus pasiones y deseos.

Detrás de todo hay un motivo de mucho peso y consiste en que la mayoría de los seres humanos son carnales; es decir que viven conforme a la carne y no conforme al espíritu: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”. Romanos 8:5.

Entonces si una persona no piensa en Dios el fin de semana o durante un puente, sencillamente es porque aún tiene una mente carnal, así vaya periódicamente a una iglesia; pues en sus prioridades no está la comunión con Dios, ni mucho menos buscar su gozo y sus delicias; sino más bien buscar la forma de deleitarse, divertirse y entretenerse en las cosas materiales.  Y esta es la razón de que el hombre viva apartado de Dios, pues está más interesado en satisfacer los deseos de su carne que los débiles deseos de su espíritu.

2.  El hombre está lleno de soberbia y de orgullo.

El hombre, en un alto grado, está lleno de soberbia, orgullo y vanagloria y de ninguna manera quiere humillarse delante de Dios y por eso más bien se olvida de Dios cuando aparecen los días de descanso y se va a buscar las cosas terrenales en vez de buscar la presencia de Dios donde puede ser llenado de las bendiciones espirituales y también de las bendiciones materiales.

En este sentido, el hombre prefiere divertirse y entretenerse a su modo, sin contar con Dios y desechándolo por completo.

3.  El hombre camina en rebelión contra Dios.

Otros ya no lo hacen por orgullo, sino por falta de fe, pues dirán ¿Qué se puede esperar de un Dios al cual ni siquiera podemos ver? Sin embargo, esto no parece una excusa valedera, pues millones de hombres y mujeres ponen su fe en imágenes y estatuas, a las cuales veneran y honran con profunda fe y hasta les atribuyen milagros a esas cosas inertes que ni siquiera se pueden mover.

En síntesis, es más bien rebelión, puesto que el hombre sí ha demostrado tener fe, pero solamente con los ídolos y no con el Dios verdadero; por tanto, es una forma de rebelarse en contra de Dios.

La verdad de todo esto es que como somos seres tripartitos, todo lo que reciba el alma a través de su corazón, mente y emociones, se trasladará automáticamente al cuerpo físico de tal forma que el hombre quedará lleno y sin vacíos tanto en el alma como en el cuerpo. ¿Y siendo así entonces para qué buscar más?

Es totalmente cierto que cuando encontramos las delicias y las bendiciones de Dios, quedamos totalmente saciados y satisfechos y no necesitamos de más nada, no necesitamos ir de paseo, no necesitamos ver otras cosas u otras personas, tampoco necesitamos ir a una finca para descansar y cambiar de actividad, porque la bendición de Dios es completa, la cual nos llena de su paz y también de su descanso: “Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias”. Salmos 36:8. Y también vemos en este texto, cómo se obtiene el descanso: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:29.

Habrá muchos que dirán, ¿Y entonces los cristianos no pueden pasear y disfrutar de las cosas buenas que el mundo pone a su alcance? La verdad es que, si eres un cristiano genuino, estarás completamente lleno de la presencia de Dios y no sentirás deseos de buscar las cosas del mundo; pero si eres un cristiano tibio, seguramente vas a sentir la necesidad de ir a otros lugares y hacer otras actividades, diferentes a buscar la presencia de Dios.

Ahora, el hecho de estar en la presencia de Dios, no quiere decir que nos debemos olvidar de todo lo que nos rodea, solo que para estos casos, donde realmente sea necesario, debemos encomendar todos nuestros planes en las manos de Dios para que Él los apruebe (sea vacaciones, viajes por salud u otros) y mucho mejor para que Él abra caminos y puertas y nos acompañe con su bendición por donde quiera que vayamos: “En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. Santiago 4:15-17. Eso sí, sin olvidar que a Dios debemos dedicarle al menos un día a la semana (el día de reposo) y que si por alguna circunstancia estamos por fuera de la casa de Dios donde nos reunimos, no abandonemos la oración ni la lectura de su Palabra.

¿Qué suena a fanatismo? Si, a los cristianos flojos le suena a fanatismo, porque aún no se han despegado de la carne con sus pasiones y deseos; pero yo los invito a que piensen en algo, si su deseo es entrar en el reino de los cielos, entonces ¿Qué harán allá donde la alabanza a Dios será continua? Allá no podrán decirle a Dios, danos un descanso este fin de semana para ir de turismo, para conocer otros pueblos, para conocer otras naciones, para probar otras comidas, para relajarme y olvidarme del estrés y del trabajo; pues seguramente allá no habrá este tipo de actividades, porque estas son totalmente terrenales y tendrán que quedarse aquí cuando nuestro cuerpo muera físicamente; teniendo presente de antemano que el que vive conforme a la carne, no podrá entrar el reino de los cielos.

Allá no tendremos las necesidades físicas que tenemos aquí en la tierra, pero una cosa sí es segura y es que la presencia de Dios estará con nosotros para suplir todo lo que sea necesario: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Apocalipsis 21:4.

Estimado hermano y amigo, si buscas a Dios, Él derramará sobre ti la bendición completa para tu cuerpo, alma y espíritu; por tanto, no necesitarás absolutamente más nada y te darás cuenta de que lo tienes todo, porque solo Dios conoce todas nuestras necesidades y Él sí sabe cómo llenarlas y satisfacer todos nuestros buenos deseos.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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