Jehová guarda a todos los que le aman.


La inseguridad se ha vuelto uno de los problemas más grandes en todos los países del mundo y aunque los gobiernos no escatiman esfuerzos para lograr mantener a su población bajo los estándares mínimos de seguridad, aun así, esta se desborda cada día más, hasta tal punto de tener que declarar el estado de guerra como ha ocurrido en algunos países.

Texto: Salmos 145:18-20.

Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que le temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará. Jehová guarda a todos los que le aman, Mas destruirá a todos los impíos”.

CONCLUSIONES.

Ante tanta inseguridad en nuestras ciudades y en nuestros campos, debemos consolarnos frente a la promesa que Dios tiene para con sus hijos de guardarlos del caos de este mundo.

En este texto encontramos varios principios bíblicos sobre la cercanía que puede tener Dios con nosotros y también la forma en cómo puede protegernos:

1. Dios está cerca de todos los que le invocan.

Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras”. Dios dice que donde haya dos o más personas reunidas en su nombre, allí estará la presencia de su Santo Espíritu y si todos los que están allí se acercan a Dios de corazón y le invocan, entonces Dios se hace partícipe de la reunión y también recibe la alabanza, la adoración y las súplicas de sus hijos, las cuales responderá en su tiempo, si las peticiones son acordes a su voluntad.

Sin embargo, este texto es aún más extensivo y hace uso de la palabra “todos”, entendiendo con esto que podría estar una sola persona invocando el nombre de Jehová y la promesa es que Dios estará cerca de dicha persona, si esta invoca a Dios de corazón, o sea de verdad: “Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré”. Salmos 91:15.

Cuando hablamos de las peticiones, las cuales deben estar acordes con la voluntad de Dios, quiere decir que estamos en comunión con Dios y que andamos en un mismo espíritu con Él, es decir, en un mismo sentir y que nuestras peticiones encajan dentro de la voluntad de Dios escrita en su Palabra.  Por ejemplo, la voluntad de Dios es que amemos a nuestros enemigos, por lo que, si pedimos maldición para ellos, entonces estamos en contravía de la voluntad de Dios.

2. Dios cumplirá el deseo de los que le temen.

Cumplirá el deseo de los que le temen”. Si somos temerosos de Dios, es decir, que nos mantenemos alejados del pecado por obediencia a Él, entonces no necesitaremos orar ni clamar por determinados propósitos (aquellos que llevan meses en nuestros corazones), pues Él ya conoce nuestros pensamientos y en base a ellos responderá, si están alineadas con su bendita y santa voluntad.

3. Oirá el clamor de los que le temen.

Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará”.  La promesa de Dios es escucharnos cuando clamamos de corazón y algo más es que prometió salvarnos; salvarnos de la angustia, de los problemas, de las enfermedades, de los obstáculos, de las persecuciones, de las necesidades, etc.; y solo nos puso una condición, que seamos temerosos de Dios. Por el contrario, cuando el hombre no se aleja del pecado, entonces Dios cierra sus oídos para dicha persona y no lo escucha: “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye”.  Juan 9:31.

4. Dios guarda a todos lo que le aman.

Jehová guarda a todos los que le aman, Mas destruirá a todos los impíos”. Y aquí viene la promesa más grande de todas y consiste en que Dios será nuestro protector si le amamos de verdad. Y fuera de protegernos, también destruirá a los impíos, aquellos que están buscando la forma de destruirnos, de atacarnos, de sacar provecho de nosotros, de ultrajarnos, de menospreciarnos, etc.

Estimado hermano y amigo, hay que temer y amar de verdad a Dios, para que Él nos guarde de día y de noche, para que Él vigile nuestros caminos, nuestro trabajo, nuestro estudio y el mismo vaya quitando todos los obstáculos que el enemigo vaya poniendo en nuestros caminos.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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