Cómo gozar de una mirada especial de Dios.


El verdadero Dios es omnipresente, por tanto, está haciendo presencia en todo lugar y en la vida de cada criatura; pero hay algunos a quienes Dios pone especial atención y veremos en esta reflexión cuáles son esos factores que hacen que Dios se fije en algunos de una forma muy especial.

Texto: Isaías 66:1-2.

Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”.

CONCLUCIONES.

Comenzaremos hablando de la grandeza de Dios que es inimaginable para la mente del hombre, pues dice este texto que el cielo es su trono y que usa la tierra para colocar sus pies; y por tanto no hay casa hecha por humanos que lo puedan albergar: “Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?”. Además de esto Dios con su poderosa mano hizo todas las cosas, por lo cual no necesita que el hombre como criatura le edifique una casa donde habitar: “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová”.

Los verdaderos hijos de Dios tenemos al Espíritu Santo conviviendo en nuestros corazones (esta es la verdadera casa de Dios en la tierra), más la gente del común tiene su corazón ocupado por espíritus inmundos o demonios, por lo cual el Espíritu Santo debe estar afuera, pero desde allí puede escudriñar la mente y el corazón de ellos y también puede escuchar todo lo que hablan y piensan: “Pero, oh Jehová de los ejércitos, que juzgas con justicia, que escudriñas la mente y el corazón, vea yo tu venganza de ellos; porque ante ti he expuesto mi causa”. Jeremías 11:20.

Entonces para los cristianos, Dios hace presencia directa en su corazón, desde donde gobierna la vida de cada hombre, siempre y cuando este haya rendido su voluntad a Dios; pero en la gente del común que no tienen dicha presencia, para ellos hay otra forma de que Dios escudriñe sus vidas y es a través del espíritu del hombre (su tercer componente), el cual usa Dios como instrumento para escudriñar sus cuerpos, sus mentes y sus corazones: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más profundo del corazón”. Proverbios 20:27.

Y el hecho de tener la presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones, nos garantiza que tendremos un intercesor constante y gratuito, porque el mismo Espíritu intercede por nosotros delante de Dios el Padre: “Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. Romanos 8:27.

El principal valor agregado de la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas es que inmediatamente lo recibimos, entonces somos sellados en nuestros corazones y de esta forma adquirimos el título de verdaderos hijos de Dios, sello el cual será la boleta de entrada al reino de los cielos; esto quiere decir que la gente del común (que incluye a los religiosos, idólatras y seguidores de falsas doctrinas) que no tienen al Espíritu Santo en sus corazones, en consecuencia tampoco pueden entrar al reino de los cielos, porque les hace falta ese sello: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”. Efesios 4:30.

Y para recibir al Espíritu Santo y ser sellados, hay que escuchar o leer el evangelio, creer en Jesucristo el autor de la salvación y recibirle como señor y salvador de nuestras vidas; y no hay otra forma, no se puede invocar mediante ritos paganos, ni costumbrismos, ni tradiciones religiosas y tampoco vendrá por accidente, ni por amor, ni como producto de los sacrificios, ni por ninguna clase de intercesión, ni por asistir a un templo religioso: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. Efesios 1:13.

Y este Espíritu, no solo escudriña la vida de los hijos de Dios, sino que también escudriña lo más profundo del Dios mismo, con el propósito de revelarlo a sus hijos; y esto en palabras más simples, consiste en la revelación que Dios hace al hombre sobre los misterios de su Palabra y de su deidad: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios”.  1 Corintios 2:10.

Ahora, el hecho de que Dios escudriñe nuestro ser completo tiene varios propósitos: El primero es recopilar un testimonio verídico sobre nuestros hechos, el cual será tenido como evidencia en el día del juicio; y segundo es dar el pago justo a cada uno según sus obras: “Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras”. Apocalipsis 2:23.

En síntesis, los verdaderos hijos de Dios tenemos atenciones muy especiales y entre ellas está el ser mirados y contemplados directamente por Dios y para llegar a ocupar este lugar, se necesitan unos requisitos muy especiales como:

1.  Ser pobre y humilde de espíritu.

Un pobre material es el que no tiene con qué suplir sus necesidades básicas y siempre le hace falta de todo; en cambio el pobre espiritual, tiene sed de Dios y hambre de su Palabra, por lo cual todos los días le busca en oración y en la lectura de la Biblia, esperando con ello saciar su pobreza; y esto es de gran estima delante de Dios, pues a estos pobres es que Dios mira con especial atención, máxime cuando estos reconocen humildemente que solo Dios puede suplir todas sus necesidades, tanto espirituales como materiales: “pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu

2.  Temblar ante la palabra de Dios.

Muchos tienen la palabra de Dios como un cuento o como una novela de uno de sus escritores, por lo cual si la leen no sienten nada especial, porque para ellos no hay nada extraordinario en ella; en cambio para aquellos que creen en Dios y sienten la necesidad de su presencia, les está reservada una bendición consistente en que cada vez que leen su Palabra sienten gozo, admiración, dolor a causa del pecado, quebranto y arrepentimiento, pasión por el conocimiento de Dios y hasta temblor, dado que tienen reverencia y respeto por la Palabra de Dios: “y que tiembla a mi palabra”.

Y si andamos conforme a la voluntad de Dios, no solo seremos mirados de una forma especial, sino que también seremos un tesoro especial para Dios: “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”. Éxodo 19:5.

Estimado hermano y amigo, si eres un verdadero hijo de Dios, entonces serás un pobre y humilde de espíritu y también tendrás temor por su presencia y por su Palabra; y dadas estas condiciones, entonces gozarás del afecto y la mirada especial de Dios hacia tu vida. Y si aún no eres un hijo de Dios, debes escuchar o leer el evangelio, creer en Jesucristo el autor de la salvación y entregar su vida a Él, para que seas mirado y contemplado de forma especial por Dios el Padre.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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