El plan de Dios para el hombre impío.


El pensamiento de Dios es que todos vivamos, que seamos libres de las cadenas del pecado para que nadie muera espiritualmente; es decir, que nadie vaya al lugar de castigo que Dios ha preparado para todo aquel que rechaza el evangelio de su Hijo Jesucristo. Sin embargo, el hombre tiene en su mente otra cosa y solo piensa en disfrutar con total libertad de este mundo y sus placeres, y hasta se ríe del infierno, pensando que tal cosa es un invento de alguien para atemorizar al hombre.

Texto: Ezequiel 33:11-12.

Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel? Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare; y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad; y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare.

CONCLUSIONES.

El hombre impío es aquel que no ha conocido de Dios y que tampoco quiere conocerlo: “Ciertamente tales son las moradas del impío, Y este será el lugar del que no conoció a Dios”. Job 18:21. Y como no conoce a Dios ni sus mandamientos, entonces está bajo el gobierno del diablo, sirviendo de instrumento para hacer el mal y para expandir por el mundo los planes perversos de las tinieblas: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer”. Juan 8:44a.

¿Y por qué el impío no quiere conocer a Dios? El impío está lleno de orgullo y de soberbia y en su corazón dice que no necesita de Dios y por esa razón Dios no existe en ninguno de sus pensamientos; y lo más cercano que ellos podrían estar de algún dios (no del Dios real) es cuando se encomiendan ante una estatua antes de hacer sus fechorías: “El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos”.  Salmos 10:4.

Es necesario aclarar que no solo es malo el que mata o roba, sino que también es igual de perverso delante de Dios el que dice mentiras, el que adula, el que habla palabras soeces y vulgares con sus labios, el que honra y venera imágenes, el orgulloso, vanidoso, altivo y soberbio; el que participa de las parrandas del mundo y fiestas paganas, el que se involucra en drogas, alcohol, adulterio y prostitución; también lo es el que rechaza el evangelio de Jesucristo y por último el que cierra sus oídos a los llamados de Dios y más bien prefiere ir de paseo en un puente que irse para la iglesia a buscar la presencia de Dios.

Es imposible ser bueno si usted no pertenece al reino de Dios, ya que no hay nada bueno en el reino de las tinieblas, pues el diablo no sabe hacer el bien y solo enseña la maldad a sus seguidores. Eso sí, que el diablo es especialista en hacerle creer a sus seguidores que son unos santos delante de Dios y que por tanto luego que mueran estarán en la presencia de Dios, así estén sucios de pecado hasta la coronilla.

Ahora, ¿Qué quiere Dios para el hombre impío? Cuando el mismo Dios dice, “Vivo yo, dice Jehová el Señor”, quiere decir que está autenticando el texto como una frase expresada en primera persona, para referirse a los planes que tiene para el hombre: “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva”. Entonces Dios no desea la muerte del pecador, sino más bien que el impío se arrepienta, que se convierta de sus malos caminos, que reciba a Jesucristo como su señor y salvador y que finalmente viva una vida abundante en la presencia de Dios; en síntesis, esto significa que ya no debe ser un instrumento de las tinieblas, sino más bien un instrumento de Dios para hacer el bien, el derecho y la justicia.

Pero el hombre es obstinado en su corazón y haciendo uso de su facultad para escoger entre el bien y el mal, sigue insistiendo en que no necesita de Dios y que en su lugar seguirá sirviendo al diablo en su tarea de expandir la maldad sobre la tierra. Pero muchos no saben lo que están haciendo porque el diablo les ha puesto un velo en sus ojos para que no vean la verdad y también los ha convencido de que un poco de este pecado y otro poco de aquel, no son dañinos y que les permitirá vivir felices sobre la tierra y que cuando mueran tendrán la opción de seguir disfrutando en el infierno; el diablo ya ha plasmado en sus corazones la terrible mentira que dice “que una vez al año no hace daño”.

Recordemos aquí un poco del pecado original, cuando el diablo convenció a Eva que, si comía del fruto del árbol del bien y del mal, serían abiertos sus ojos y que serían iguales a Dios; el diablo le borró todo advertencia de castigo por su desobediencia y en su lugar la hizo sentir orgullosa siendo igual a Dios: “Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”. Génesis 3:5. Así actúa el diablo en la generación de hoy y por eso ya nadie le teme al infierno, ni lo consideran como algo real; pues el diablo ha borrado la figura del infierno como un lugar de castigo y les ha vendido la idea más bien de un lugar de parranda y de gozo permanente.

Quizás otros muchos no sean conscientes de lo que les está ocurriendo porque ya sus corazones están cauterizados de tanto hacer maldad, hasta llegar al punto de que lo malo ya lo ven como bueno, y si ya no les preocupa las consecuencias de lo que están haciendo, mucho menos les preocupará llegar al infierno, máxime cuando el diablo les ha cambiado en sus cerebros la imagen de un infierno de castigo, por un infierno donde se va a disfrutar; pero Dios habla de una muerte eterna para el hombre que continúa haciendo el pecado: “Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”.

Y la realidad según Dios es que cuando una persona llega al infierno ya está muerta espiritualmente, pero no quiere decir que se haya desaparecido del mapa, sino que estará apartado de Dios para siempre, que ya no habrá remedio para su situación y que le tocará soportar el castigo por una eternidad, le guste o no le guste. Aquí en la tierra si una persona no le gusta el ambiente donde vive, sencillamente se va para otra ciudad u otro país; pero en el infierno es como estar en una cárcel, donde no hay libertad ni siquiera para ir al patio a tomar sol.

También Dios, a través de su profeta Ezequiel, le hace algunas aclaraciones a su pueblo, en cuanto a que el tiempo pasado no influye en la toma de decisiones del presente por parte de Dios; por ejemplo, si alguien fue justo durante toda su vida, pero hoy se apartó de Dios y anda en rebelión, entonces no podrá ser librado por lo que fue o lo que hizo años antes: “Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no lo librará el día que se rebelare

Y hablando en sentido contrario, si el impío se convierte de corazón y decide vivir en obediencia y santidad a Dios, su anterior situación no será impedimento para que entre a conformar el redil de las ovejas de Dios: “y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se volviere de su impiedad

Así mismo el que ha vivido en justicia y se descarría de los caminos del Señor, ya no habitará en la presencia de Dios sino en la presencia de las tinieblas: “y el justo no podrá vivir por su justicia el día que pecare”. Y por eso la escritura es muy clara en decir que solo el que persevere hasta el fin este será salvo; pues si al final de sus días, el hombre es hallado caminando con Dios, entonces será justo de lo contrario será impío y pecador: “Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo”. Mateo 24:13.

Aquí no se promedian las notas de los años anteriores y solo son tenidas en cuenta las notas que obtengamos el día de hoy; de lo contrario habría un problema grande con nuestra naturaleza pecaminosa la cual heredamos de Adán; pues si nos tuvieran en cuenta esas notas negativas, sería muy difícil alcanzar la salvación; sin embargo, si una persona se arrepiente hoy, recibe a Jesucristo y empieza a caminar en obediencia, entonces será justo delante de Dios y su anterior naturaleza e inclinación hacia el pecado será descartada.

Estimado hermano y amigo, los planes de Dios para el hombre son muy claros, Él quiere que todos sean salvos y para eso es necesario como mínimo tres pasos: Que se arrepientan de sus malos caminos, que reciban a Jesucristo como señor y salvador y finalmente que vivan una vida de obediencia y santidad a Dios hasta el último día de sus vidas; de lo contrario, los que sigan obstinados en su maldad y sirviendo a los propósitos del diablo, a estos les espera el lloro y crujir de dientes por una eternidad: “Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”. Mateo 8:12.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

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