Quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo.

Partimos de un consenso general que asegura que todos los seres humanos somos hijos de Dios; pero si miramos esto a la luz de la Palabra, ¿Qué tanto tiene de cierto?

Texto: Juan 8:47.

El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”.

CONCLUSIONES.

La tierra está bajo el dominio de dos gobiernos: El bien (o la luz) y el mal (o las tinieblas); y cada uno de ellos tiene su máximo comandante (Jehová a cargo del bien y satanás a cargo del mal), quienes tienen a su mando un ejército espiritual compuesto por seres que no son de carne ni de huesos como nosotros y que velan por el cumplimiento de sus leyes.

Nosotros como seres humanos, estamos supeditados a vivir aquí en la tierra y por lo tanto no podemos eludir las leyes que gobiernan la naturaleza y la vida de todos los seres animados. Como hombres tenemos que pertenecer a alguno de los dos gobiernos y no hay forma de ser neutros, pues si eludimos a uno de ellos, inevitablemente caeremos bajo la cobertura del otro; por tal razón usted como persona es de Dios o es del diablo; pero no puede pertenecer a alguien más porque solo hay dos únicos gobiernos.

Ahora, ¿Cómo sabemos a cuál de estos dos gobiernos es al que pertenecemos? El texto nos da una clave muy sencilla, los hijos de Dios oyen a su Padre Celestial y los hijos de desobediencia (o hijos de perdición) oyen a su padre el diablo: “El que es de Dios, las palabras de Dios oye”. Pero este oír tiene que ser activo, pues no se trata de aquellos que hacen sus actividades diarias y al mismo tiempo están escuchando un audio de la Palabra de Dios, o están escuchando música cristiana de fondo; pues ahí solo están saturando sus oídos de diferentes sonidos para tratar según algunos de estar en la presencia de Dios.

El escuchar activo debe tener varios elementos: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”. Juan 10:27. El primero es que luego de escuchar la voz, hay un reconocimiento por parte de nuestro pastor (en este caso Jesucristo) de que realmente somos sus ovejas y como segundo hay una respuesta de sus ovejas y es que estas siguen a su pastor. Si las ovejas salen huyendo ante la voz del pastor Jesucristo, entonces no son sus ovejas, sino las cabras de otro rebaño (el de las tinieblas).

El hecho de oír la voz del verdadero pastor Jesucristo y seguirle, trae en primera instancia la vida eterna con la absoluta seguridad de que no veremos muerte jamás, ni tendremos el peligro de ser arrebatados por el ejército enemigo: “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”. Juan 10:28.

El que cierra la puerta al evangelio de Jesucristo, este no oye, ni le interesa oír; por tanto, esta es una señal inequívoca de que pertenece al rebaño del diablo. Cerrar la puerta no solo significa que físicamente dejamos la puerta de nuestra casa cerrada y que nos escondemos cuando los evangelistas tocan a nuestra puerta, sino también borrar los mensajes de la Palabra de Dios del WatsApp o del correo electrónico; también significa cambiar de canal nuestro televisor cuando por coincidencia nos encontramos ante un canal donde están predicando de Cristo, rechazar una invitación a un servicio de una iglesia cristiana, o postergar la búsqueda de Dios porque para nosotros es más importante el clásico de futbol o el puente de fin de semana; estas son varias formas de cerrar los oídos ante la voz de Dios, lo que finalmente nos delata y pone en evidencia de que no pertenecemos al rebaño de Dios, sino al rebaño del diablo.

Suena duro, pero es imposible servir a dos señores a la misma vez; o le sirves a Dios o le sirves al diablo; pero no hay una tercera persona, no hay una posición neutra donde ninguno de los dos gobiernos lo pueda tocar; pues si no busca del Dios de Israel, indefectiblemente estará atrapado por el diablo: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro”. Mateo 6:24a.

Es de anotar que hay otras evidencias en la Palabra que demuestran quién es hijo de Dios y quien es hijo de las tinieblas, teniendo como fundamento el hecho de que todo ser humano fue creado por Dios; pero que estos cuando reciben uso de razón, tienen la oportunidad de decidir a quién servirle, si a Dios o al diablo.

1.  El que hace justicia y ama a su prójimo es hijo de Dios, de lo contrario es hijo del diablo: “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios”. 1 Juan 3:10.

2.  El que es Dios oye la Palabra de Dios, porque en él está el espíritu de verdad; en cambio en los demás (la gente común) está el espíritu de error: “Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error”. 1 Juan 4:6

3.  El que persevera en la doctrina de Jesucristo este es de Dios; más si persevera en cualquier otra doctrina, religión o secta, el tal pertenece a las tinieblas: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ese sí tiene al Padre y al Hijo”. 2 Juan 1:9.

4.  El que imita lo bueno y también lo hace es de Dios; más el que hace lo malo es siervo de las tinieblas, dado que no ha visto ni conocido a Dios: “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios”. 3 Juan 1:11.

5.  Los que son de Dios tienen en su corazón al Espíritu Santo, los demás que son la mayoría, tienen en su corazón espíritus inmundos, demonios y hasta legiones: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Romanos 8:9.

6.  Los que son hijos de Dios, son guiados en su vida diaria por el Espíritu Santo: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”. Romanos 8:14. Los que son del diablo son guiados por su ego, por su propia voluntad, por sus caprichos, por sus malos hábitos, por el pecado, por los placeres de la carne y del mundo, y viven sobre todo obedeciendo a la dirección de las tinieblas.

Finalmente, y acorde con el texto principal, hay un veredicto impactante: “Por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”. Los fariseos a quienes se dirigía Jesús no escuchaban su Palabra ni la entendían y lo mismo sucede hoy con el mundo moderno, el cual desecha todo lo que provenga de Dios.

Y si en usted no está ni siquiera la intención de escuchar a Dios y su Palabra, porque es desagradable para sus oídos, entonces más bien sus oídos están abiertos al mal, a la injusticia, a la depravación, al pecado, a la idolatría, a la rebelión, a las fiestas paganas como la navidad, entre otras; cosas que son las que está promoviendo el diablo a través de su ejército de demonios, de espíritus inmundos, de gobernadores de las tinieblas y de huestes espirituales de maldad; convirtiéndolo a usted en un hijo de las tinieblas: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer”. Juan 8:44a.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21

  

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