Vale la pena escuchar el evangelio.

Muchas personas se incomodan y hasta se ponen furiosas cuando se les habla del evangelio, pero ¿A qué se debe dicha reacción? Es mejor dejarse incomodar y prestar atención a un asunto tan serio como lo es la salvación de nuestras almas, donde está en juego nuestra vida eterna.

Texto: Mateo 13:40-43.

De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”.

CONCLUSIONES.

Esto del evangelio no es una religión, no es una creencia, no es una tradición de algunos grupos, no es una filosofía, no es un cuento de hadas y tampoco es un negocio para explotar a la gente; esto es tan serio que aquí está en juego nuestra vida eterna, pues el evangelio es el plan de Dios para rescatar al hombre del pecado y salvarlo del castigo eterno, así de simple.

Pero ¿Por qué muchos no lo ven como una bendición de Dios? Todo esto depende de la educación, las expectativas, las metas, la fe y las vivencias de cada individuo y para eso miremos algunas causas de este comportamiento:

1. Cada cual juzga de acuerdo con su conocimiento y el que se limita a seguir las tradiciones de su religión, no conoce más de lo que su líder le trasmite en la iglesia cuando acude a los servicios dominicales o a cualquier otro evento; entonces para ellos el evangelio es un invento de algunos hombres para incomodar a la gente y para tratar de sacarlos de su religión.

2. El orgullo del hombre no le permite admitir que hay un ser superior que nos creó y que también creó el universo donde vivimos y nos movemos; y por lo tanto no puede aceptar a un Dios que le quiere imponer reglas y que inevitablemente le puede cambiar sus costumbres y sus tradiciones.

3. El hombre no tiene autonomía porque es una creatura y desde su corazón está siendo gobernado por alguien y ese alguien puede ser el Espíritu Santo de Dios (cuando la persona ha nacido de nuevo) o cualquier otro espíritu de las tinieblas, quienes rechazan el evangelio y no permiten que este llegue al intelecto del hombre, para que no se salve, sino que se pierda en el infierno. Desafortunadamente el individuo es inconsciente de este problema, porque está muerto espiritualmente y lo peor de todo es que, aunque le digan la verdad, no la quiere escuchar.

Entonces cuando alguien se pone furioso, es porque hay uno o varios demonios que tienen el control del individuo y no le permiten reflexionar, sino que lo incitan a responder con furia, con vulgaridades, con amenazas y hasta con muerte; de ahí que haya persecuciones y muertes en los líderes de algunos movimientos religiosos y evangélicos en todo el mundo.

4. Algunos hombres sí conocen el evangelio, pero no creen lo suficiente para considerar que sí existe un lugar de castigo para los inconversos y desobedientes a la Palabra de Dios, pues solo creen en la parte buena del cielo donde suponen que irán todos porque Dios es amor; entonces siguen viviendo para el mundo y para el pecado, casi seguros de que no habrá ninguna consecuencia para su vida pecaminosa.

5. Muchos tienen el fundamento de su vida en los deleites de la carne y en los placeres del mundo y no creen que haya algo mejor; por lo tanto, no les interesa ninguna teoría, ni filosofía que los quiera sacar de su zona de confort; es decir, no quieren cambiar su gozo terrenal por cosas aburridas, como supuestamente piensan ellos del evangelio.

6. Algunos hombres le creen más a la ciencia que a Dios, dado que la ciencia se puede probar en un laboratorio; en cambio Dios no, porque es un ser espiritual que vive y se mueve bajo otras leyes que no tienen fundamento en el universo físico.

Por ejemplo, la resurrección de un muerto (como ocurrió con Jesucristo el hijo de Dios), no se puede probar en un laboratorio, pues no hay métodos ni pasos científicos que se puedan seguir para que se produzca este milagro, ya que este se manifiesta mediante una intervención sobrenatural de Dios, que hace regresar el espíritu al cuerpo del difunto y dado que el espíritu es vida, entonces el cuerpo es restaurado completamente y puesto en funcionamiento (como cuando se prende de nuevo un motor luego de su reparación); tanto que para el caso de Lázaro que ya estaba descompuesto por llevar cuatro días de muerto, en él fueron restauradas o reemplazadas casi la totalidad de las células de su cuerpo.

7. Otro factor lo constituyen los ateos e incrédulos, los cuales no creen en la existencia de un ser Superior y por lo tanto rechazan todo lo relacionado con Dios o que provenga de Dios. Aquí en este grupo caben también los viciosos, quienes supuestamente son elevados a otros mundos y llenos de algún tipo de éxtasis mediante el uso de las drogas alucinógenas, las cuales se constituyen en un dios para el drogadicto.

8. Muchos otros fueron entrenados desde su juventud para hacer el mal y no saben hacer otra cosa; por lo tanto, tampoco desean saber nada de Dios porque se verían obligados a hacer lo bueno, lo que les queda demasiado difícil porque están bajo la cobertura de las tinieblas; este es el caso de los grupos al margen de la ley, de donde sus integrantes difícilmente pueden salir y en donde generalmente terminan sus vidas, sin haber tenido la oportunidad de conocer el evangelio.

La conciencia del hombre.

Si el hombre fuera realmente consciente de los eventos que se avecinan, tanto para el individuo, como para el mundo entero; entonces recibirían con agrado el conocimiento del evangelio de Jesucristo, cuyo propósito es traer buenas de salvación para el hombre y mostrarle el camino que debe tomar para escapar de la muerte espiritual y poder vivir una larga vida en el reino de los cielos.

La prueba fehaciente de la existencia de Dios es la existencia del mismo hombre; pues miremos solamente la constitución del genoma humano (con aproximadamente 3,000 millones de nucleótidos), a través del cual se rige el crecimiento, comportamiento y funcionalidad de cada órgano o componente del ser humano. La gran noticia es que el hombre lo ha descubierto; pero la mala noticia es que sabe muy poco sobre esta maravilla que Dios colocó en su máxima creación (el hombre) y no hay ni siquiera una probabilidad remota de que el hombre con su tecnología y aún con la inteligencia artificial pudiera hacer algo parecido.

Veamos las cosas que vienen para todos los hombres, pues estos hechos sobrevendrán tanto para el que cree en Dios como para el incrédulo, tanto para el que no se incomoda escuchando el evangelio, como para aquel que se enfurece cuando escucha algo relacionado con Dios. Ese proceso será parecido al de la época de la ciega del trigo, donde se apartará la cizaña (tipo del hombre impío y pecador) para ser usada en los hornos de fuego y el trigo (tipo del hombre justo) será atado en manojos para su posterior utilización en la cadena de alimentos: “De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo”.

Y esto en términos espirituales sucederá en varios pasos:

1. “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad”.

Habrá un día del gran juicio final donde deberá presentarse toda criatura (quiera o no quiera) y para eso los muertos (buenos o malos) deben ser resucitados con un cuerpo espiritual. Aquí no hay reos ausentes, no hay excusas, no hay vencimiento de términos, no hay dilataciones del proceso, no hay apelaciones; en esto solo Dios ordena y sus ángeles lo ejecutan inmediatamente.

2. “Y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”.

A un horno de fuego, allí es donde irán los que nunca se arrepintieron, ni recibieron a Jesucristo como su salvador y estos recibirán un veredicto de castigo eterno: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles”. Mateo 25:41.

3. “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”.

Y donde los justos o más bien los justificados mediante la sangre de Jesucristo (porque justo solo hay uno y ese es Dios), tendrán entrada en el reino de los cielos donde vivirán con gozo eterno.

Estimado hermano y amigo, no te molestes si te hablan del evangelio, pues esto fue lo mejor que se inventó Dios para rescatar al hombre de la muerte espiritual en que se encuentra a causa del pecado; pues el pecado entró al mundo a través de Adán y todos murieron espiritualmente; y solo han escapado de este estado de muerte los que acuden arrepentidos a los pies de Cristo y que le reciben como el salvador de sus vidas: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. Romanos 5:12.

Ahora le pregunto, qué es mejor: ¿Sentirse ofendido por un rato aquí en la tierra o soportar las torturas del infierno? Por supuesto que es más fácil soportar aquí la incomodidad que le produce el evangelio y aún también soportar las burlas y las críticas de los demás cuando decidas aceptarlo; pero mediante el evangelio de Jesucristo puedes entrar al gozo eterno del reino de los cielos, en donde no podrán entrar los enemigos del evangelio.

Dichosos los que aceptan la vida que nos ofrece Jesús y no la muerte que nos ofrece el mundo, quien está gobernado por las tinieblas.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

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