¿De qué lado está usted?
En el mundo existen líderes de congregaciones, existen ídolos tanto en la música, como en el cine y el arte y existen famosos por sus riquezas, por sus posesiones y por sus legados; pero también existen seguidores o fans de estas figuras. ¿Será que usted como persona sí está siguiendo al líder correcto?
Texto:
Mateo 12:30.
“El que no es conmigo, contra mí
es; y el que conmigo no recoge, desparrama”.
CONCLUSIONES.
Seguir a los hombres y confiar en ellos trae decepciones,
pues el hombre común miente, el hombre se enferma y sus proyectos quedan
paralizados, el hombre se muere y todo queda en el olvido y este tampoco puede
suplir las necesidades espirituales de otro ser humano; y por eso Dios nos dice
que está bajo maldición todo aquel que pone su confianza en el hombre y se
aparta de Dios: “Así ha dicho Jehová: maldito el varón que confía en el
hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová”. Jeremías
17:5.
Y si no se debe confiar en los hombres, mucho menos
podemos confiar en cosas hechas por las manos del hombre como los ídolos y tampoco
podemos confiar en instrumentos de las tinieblas como brujos, hechiceros,
rezanderos, médiums, etc.; los cuales son siervos de las tinieblas en quienes
operan espíritus inmundos y demonios, y cuyo propósito es cumplir los planes de
las tinieblas, consistentes en atraer y asegurar el mayor número de almas
posibles, para que estas se pierdan y no lleguen al reino de los cielos.
Y si se trata de religiones o sectas, tampoco se puede
confiar en ellas, pues ellas no pueden suplirle al hombre la necesidad más
importante, que consiste en la salvación para sus almas. A lo sumo en la
iglesia popular les dicen a sus fieles que solo basta “tener a Dios en su
corazón y no hacerle mal a nadie” para ganarse la salvación; ¿Pero en dónde
queda el ser discípulo de Cristo? Si seguimos tradiciones humanas o religiosas
(como la anterior), entonces no estamos del lado de Cristo, sino más bien del
lado del mundo; pues tenemos una religión que no le interesa nuestra salvación,
sino que busca que sus seguidores puedan disfrutar del mundo y que mientras
tanto crean que tienen asegurada su salvación.
Solo hay salvación en Cristo y para que esto ocurra
tenemos que seguirle en obediencia, renunciar a nuestra naturaleza pecaminosa y
a nuestro ego, sufrir los mismos padecimientos de Cristo exceptuando su
sacrificio en la cruz y finalmente hacernos sus discípulos: “Y decía a
todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame”. Lucas 9:23.
Y por eso la Palabra de Dios nos dice que es mejor
confiar en Jehová que en los hombres: “Mejor es confiar en Jehová Que
confiar en el hombre”. Salmos 118:8. Y que también es mejor confiar en Dios
que aún en los príncipes: “Mejor es confiar en Jehová Que confiar en
príncipes”. Salmos 118:9
La parte dura del asunto, la encontramos en el texto
principal, puesto que Jesucristo fue quien pronunció estas palabras: “El que
no es conmigo, contra mí es”. Y dado que solo hay un Dios y un mediador
entre Dios y los hombres, entonces a quien debemos seguir es a Jesucristo,
porque es el único camino que nos puede conducir a la vida eterna; y si
seguimos otras cosas, otras personas u otros instrumentos, entonces significa
que estamos actuando en contra de Jesucristo y que por ende estamos “cavando
nuestra propia tumba”, como decimos popularmente.
O caminamos con Jesucristo y recogemos frutos para vida eterna, o sencillamente estamos desperdiciando nuestra vida y la estamos entregando en poder de las tinieblas: “Y el que conmigo no recoge, desparrama”.
¿Entonces, a quién le estás sirviendo?
¿Le estás sirviendo a los ídolos muertos de una religión?
Entonces estás desperdiciando tu alma poniéndola en manos de cosas muertas, las
cuales no pueden hablar, ni escuchar, ni moverse, ni mucho menos pueden salvar.
¿Le estás sirviendo a líderes que murieron y nunca
volvieron a resucitar? Entonces le estás sirviendo a los muertos, que no tienen
arte ni parte en este mundo, ni mucho menos en los cielos. Y si murieron en Cristo, en este momento están en el paraíso esperando como todos, la hora del juicio final. Y si murieron sin Cristo en su corazón, entonces en este momento están siendo atormentados en el infierno.
¿Le estás sirviendo a dioses de las tinieblas? Entonces su
alma ya le pertenece al diablo, quien le acompañará en el lago de fuego y
azufre por una eternidad.
¿Vas tras los ídolos de la música, el cine, el
entretenimiento y los clubes deportivos? Entonces no hay duda de que vas tras
los hombres buscando un poco de consuelo y diversión para tu alma; pero a la
final te estás alejando cada día más de Dios, pues estos ídolos son parte de
las pasiones del mundo, las cuales aborrece Dios: “No améis al mundo, ni las
cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está
en él”. 1 Juan 2:15.
¿Entonces de qué lado está usted?
Si estamos del lado de Jesucristo, eso está muy bien,
pues el mismo Jesús nos justificará y reconocerá como hijos delante del Padre y
de sus ángeles; pero si estamos del lado del mundo, entonces en el cielo
seremos completamente desconocidos y el veredicto nuestro será castigo eterno: “Os
digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo
del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; Mas el que me
negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios”.
Lucas 12:9.
Si estás del lado de Jesucristo y te conviertes en su
discípulo, entonces tendrás la paga preparada para los verdaderos hijos de Dios, la cual
es vida eterna: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos
de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del
mundo”. Mateo 25:34.
Pero, si estás del lado del mundo, también recibirás la
paga que Dios tiene establecida para ellos, que es castigo eterno: “Entonces
dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles”. Mateo 25:41.
Que Dios los bendiga grande y
abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta
sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y
me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre
derramada en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y
Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me
purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo
Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a
leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda
estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”. Y
si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por
salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Hechos 2:21.
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