¿No le alcanza el tiempo?
El tiempo se ha convertido en uno de los mayores tesoros para el hombre, y de ahí sale el dicho de que el “tiempo es oro”; y esta situación se da porque generalmente las veinticuatro horas del día no nos alcanzan para hacer todas nuestras actividades; aunque hay una actividad en la cual deberíamos enfocar toda nuestra atención y también nuestro tiempo más productivo, ¿Pero será que sí le estamos dedicando el tiempo necesario a esa actividad tan importante?
Texto:
Mateo 6:33.
“Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
CONCLUSIONES.
En el trabajo posiblemente usemos doce horas diarias o
aún más que eso, incluyendo la preparación personal luego de levantarnos, los
tiempos de refrigerio y alimentación, las pausas, contestar llamadas, el
trasporte al sitio de trabajo que de por sí en las grandes ciudades es
demasiado lento; y si la persona es dueña de su negocio, quizás esto le tome
más tiempo, porque debe esperar hasta pasadas las seis de la tarde que se vayan
todos los clientes y luego los empleados, para organizar, hacer cuentas, asegurar
y cerrar. Y cuando las personas llegan a
casa (sobre todo las mujeres), encuentran que hay muchas actividades pendientes
por hacer en su hogar, una de las cuales es atender a los hijos, luego de las
cuales sacan tiempo para leer mensajes, para responder chats y hasta para jugar
en el celular; y si se trata de un estudiante entonces estará realizando
talleres y estudiando para los exámenes del día siguiente; y cuando se dan
cuenta ya ha llegado casi la medianoche y entonces el tiempo para dormir se ve
también dramáticamente reducido, haciendo que la personas tengan cansancio y sueño
acumulados, los cuales arrastran sobre sus actividades diarias.
En estas circunstancias, a la mayoría de las personas se
les pasa el día y no se acuerdan de buscar de Dios, quien es el único que puede
darnos el descanso que necesitamos para nuestro cuerpo y nuestra mente, como lo
expresa este texto: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar”. Mateo 11:28. Esto aplica para aquellos que
realmente creen en Dios, porque para la gente del común Dios es una figura a la
cual acuden solo en tiempos de calamidad y solo allí se acuerdan de que hay un
Dios, y que Él es el dueño tanto de la vida como de la muerte.
Debido a que las personas se acuestan cansadas y cargadas
de todos los afanes del día, entonces les queda difícil conciliar el sueño;
pero como no han sacado tiempo para Dios, entonces el dormir bien se les hace
una tarea muy difícil: “Por demás es que os levantéis de madrugada, y
vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará
Dios el sueño”. Salmos 127:2. Este texto nos incita a andar en permanente
comunión con Dios, de tal forma que seamos sus amados, para que Él nos dé el
descanso y el sueño profundo que necesitamos todos los días.
La realidad de todo esto, es que Dios es el único que
puede administrar nuestro tiempo, siempre y cuando lo coloquemos a Él como la
prioridad en nuestras vidas y por eso dice el texto principal: “Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia”.
Pero no solo Dios puede administrar nuestro tiempo,
darnos descanso y también sueño para dormir; sino que también se encarga de
suplirnos todas nuestras necesidades y por eso dice el texto: “Y todas estas
cosas os serán añadidas”.
¿Cuáles cosas nos serán añadidas?
Primeramente, las básicas para subsistir como techo,
alimento y abrigo; y luego todas las demás cosas necesarias en la vida terrenal
como la salud, el estudio, el trabajo, la familia y otras comodidades como una
casa propia, un vehículo, un negocio, un trabajo bien remunerado y estable, un
buen cónyuge, unos hijos sanos y fuertes, etc.; todo, absolutamente todo lo
puede suministrar Dios, con un solo requisito de nuestra parte, buscar primeramente
su reino y su justicia.
La verdad es que ocupamos todo nuestro tiempo y también
nuestro esfuerzo tratando de solucionar unos problemas que de por sí Dios ya
los tiene solucionados y que solo basta que nosotros le busquemos de verdad,
para que podamos disfrutar de esas bendiciones. El orgulloso y arrogante
seguirá pensando que no necesita de Dios, porque él se cree lo suficientemente
hábil, fuerte e inteligente para gestionar su tiempo; pero al final, luego de
muchos tropiezos se dará cuenta de que Dios es el que tiene el control.
Hasta aquí solo hemos hablado de lo terrenal, pero hay
algo muy fundamental y es la vida eterna para nuestras almas; pues de nada
sirve haber conseguido todo lo que deseamos en esta tierra, si nuestra alma y
espíritu van a parar al infierno: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si
ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por
su alma?”. Mateo 16:26.
¿Y qué es la vida eterna, la cual alcanzaremos buscando
primeramente el reino de Dios y justicia?
Vida eterna es la estadía en el reino de los cielos por
una eternidad, en compañía de Dios el Padre, su hijo Jesucristo, su Santo
Espíritu y todos sus ángeles; donde no habrán enfermedades, ni tristezas, ni llanto,
ni dolor; en cambio estará lleno de amor, gozo, paz y comunión permanente con
Dios, debido a que allá no habrá pecado ni sus terribles consecuencias; ni
mucho menos habrá presencia de las tinieblas, porque para ese entonces, el
diablo con su ejército estará siendo atormentado en el lago de fuego y azufre,
juntamente con todos aquellos que rechazaron el llamado de Jesucristo a
recibirle como señor y salvador de sus vidas.
Y precisamente, el afán y la ansiedad por alcanzar las
cosas de este mundo trae varios problemas como el ignorar o rechazar la palabra
de Dios, que es el único conocimiento que puede liberar al hombre de la
esclavitud del pecado; pues mientras siga creyendo que no necesita de Dios y de
su palabra, seguirá siendo un esclavo condenado al castigo eterno: “La que
cayó entre espinos, estos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los
afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto”. Lucas
8:14.
Otro problema al que se expone el hombre debido a los
afanes de esta vida, es que le llegará de repente el día de su muerte y no
estará preparado para esa transición, porque no tuvo tiempo para buscar el
conocimiento de Dios y por ende morirá sin la presencia de Cristo en su corazón
y con la seguridad que será atormentado en el infierno por los siglos de los
siglos: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se
carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente
sobre vosotros aquel día”. Lucas 21:34.
¿Entonces cuál es la solución para contrarrestar las
consecuencias de los afanes de esta vida?
El consejo de Dios es “Velad”, esto significa
estar despiertos espiritualmente y buscando el reino de Dios y su justicia, lo
cual a su vez contempla actividades como: Escudriñar la Palabra de Dios
diariamente y ponerla por obra, renunciar al pecado, al orgullo y a la vanidad;
amar a nuestro prójimo como si se tratara de nosotros mismos, orar en todo
tiempo e interceder por las necesidades de otros, también por los líderes y gobernantes,
alabar a Dios por su grandeza y sus maravillas, participar de los cultos y
eventos programados por la iglesia, ayunar y vigilar, compartir con otros la
palabra de Dios y dar testimonio de Cristo con nuestras obras y nuestra vida
personal, etc.: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por
dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante
del Hijo del Hombre”. Lucas 21:36.
Es necesario aclarar que, si usted va a una iglesia a
escuchar el sermón del domingo y da ofrendas, usted no está haciendo nada nuevo
y solo se trata de un religioso que sigue las tradiciones de una denominación
en particular; pues ¿En dónde está el arrepentimiento? ¿En dónde está el
renunciar a la mentira, a la vulgaridad, al orgullo y la vanidad entre otros? ¿En
dónde está el nuevo nacimiento? ¿En dónde está el escudriñar diariamente la
biblia y deleitarse en su cumplimiento? ¿En dónde está el amor al prójimo? ¿En
dónde está la vida de obediencia y santidad a Dios? ¿En dónde está el poner a
Dios como prioridad en su vida? ¿En dónde está el dejar los afanes de esta vida
y dedicar su tiempo más valioso a entablar una verdadera comunión con Dios?
Dios ha sido misericordioso con nosotros y aún espera que
hagamos un alto es esta alocada carrera tratando de conseguir y disfrutar de
las cosas pasajeras de la vida, las cuales un día desaparecerán o
desapareceremos nosotros primero sin alcanzar a disfrutar de ellas; y por lo
tanto es necesario que nos arrepintamos de nuestra vida pecaminosa y fijemos
nuestra mirada en ese precioso galardón que se llama vida eterna: “Pero
Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a
todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”. Hechos 17:30.
Y para los que realmente se arrepienten y se convierten, esto
significa que ya no deben vivir el tiempo que resta de sus vidas buscando los
placeres del mundo y de la carne y tampoco ocupando todo su tiempo en la
búsqueda de las cosas pasajeras de este mundo; sino haciendo la voluntad
agradable y perfecta de Dios: “Para no vivir el tiempo que resta en la
carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la
voluntad de Dios”. 1 Pedro 4:2
Y finalmente, quienes han creído en Dios y han dejado los
afanes de esta vida y más bien disfrutan buscando del reino de Dios y su
justicia, tendrán como galardón dos bendiciones: Una terrenal donde Dios les
dará todo lo necesario mientras estén viviendo en la tierra y una bendición
espiritual, la cual significa vida eterna en el reino de los cielos: “Bienaventurado
el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas
en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. Apocalipsis 1:3.
Estimado hermano y amigo, ¿De qué le sirve afanarse por
las cosas de este mundo y vivir fatigado porque no le alcanza el tiempo, si al
otro lado lo está esperando una eternidad, donde no podrá hacer nada en
absoluto por su propia cuenta? Así como a los cuerpos muertos les hacen lo que
quieran y ellos no pueden oponerse, así estará usted en el infierno (si no se
arrepiente y se convierte), despojado de su voluntad y sufriendo los diferentes
tipos de castigo, todo porque no aprovechó el tiempo cuando estaba en vida,
para buscar el reino de Dios y su justicia.
Si le parece que esta apreciación es extrema, agradezca
que alguien le está abriendo los ojos antes de que sea tarde; mejor arrepiéntase
y entregue su vida a Jesucristo para que el veredicto de castigo se transforme
automáticamente en vida eterna.
Que Dios los bendiga grande y
abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta
sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y
me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre
derramada en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y
Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me
purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo
Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a
leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda
estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”. Y
si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por
salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Hechos 2:21.
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