El pez muere por la boca.
Hoy parece muy normal el lenguaje sucio, vulgar y mentiroso con que se comunican muchas personas, ¿Pero se habrán preguntado si eso desagrada a Dios?
Texto:
Mateo 12:36-37.
“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los
hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras
serás condenado”.
CONCLUSIONES.
Hay círculos sociales denominados gremios; por ejemplo,
el gremio de los camioneros, de los taxistas, de los mecánicos, de los
pandilleros, de los viciosos, de los políticos, de los narcotraficantes, etc.;
y cada uno de ellos tiene una especie de lenguaje con palabras que no están en
el diccionario, con las cuales se entienden, pero que la mayoría son palabras
vulgares, soeces y menospreciativas para sus interlocutores.
Y pareciera ser que aún en los círculos más altos de la
sociedad también se usan palabras vulgares y sobre todo mentirosas cuando se
entablan conversaciones con gente conocida; pero que también se usa con gente
desconocida cuando se trata de pleitos, amenazas y justificación de algunos
hechos.
Este lenguaje vulgar y soez se usa a menudo para: Expresar
emociones fuertes, como ira o frustración; para establecer cercanía o confianza
con otros, para liberar tensiones o provocar a otros y también en situaciones
de conflicto o agresión; pero este lenguaje de ninguna forma agrada a Dios: “Ninguna
palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la
necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”. Efesios 4:29.
La mayoría de los pecados se gestan en el corazón del
hombre, pues allí están sus concupiscencias: “Por lo cual también
Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de
modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”. Romanos 1:24. Y estas
concupiscencias son gestores de tentación y de pecado: “Entonces la
concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte”. Santiago 1:15.
Y cuando el corazón está literalmente lleno, se
manifiesta a través de palabras vulgares, soeces o mentirosas; es decir que, si
estas se manifiestan en el hombre, es porque su interior está lleno de
suciedad, perversidad y pecado; y esto debe salir a través de la boca, de tal
manera que pueda contaminar a otros seres humanos: “Pero lo que sale de la
boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre”. Mateo 15:18.
¿Y qué dice Dios referente a estas cosas perversas que
hay en el corazón del hombre? Dios dice que solo el puro de corazón estará en
su lugar santo; es decir, en el cielo: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y
quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no
ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño”. Salmos 24:3-4
Cuando una taza de agua se llena y le sigue cayendo agua,
esta se empieza a regar, así ocurre con nuestro corazón y cuando este se corrompe
totalmente, entonces este exceso empieza a salir a través de nuestra boca: “Todas
las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada
les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas”. Tito
1:15.
En el corazón yacen infinidad de pecados y de vicios
sobre todo en las personas del común, que son aquellas que no se han nacido de nuevo,
pues este nacimiento tiene como requisito el morir al viejo hombre con sus
vicios y pecados; por lo tanto el que sigue diciendo vulgaridades y mentiras,
tiene al viejo hombre todavía vivo en su interior y aunque no mate ni robe
porque su propia moral se lo impida, su interior es sucio y perverso: “Porque
del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las
fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”. Mateo
15:19.
La realidad es que de toda palabra ociosa o perversa que
salga por nuestra boca, tenemos que dar cuenta en el día del juicio: “Mas yo
os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta
en el día del juicio”.
Habrá un juicio donde se presentarán absolutamente todos,
aún si usted no cree en Dios, o si usted pertenece a una secta o religión o si tiene
un dios diferente de Jehová de los Ejércitos; no importa nada de eso, pues le
guste o no, tendrá que comparecer ante el juicio: “Pero tú, ¿por qué juzgas
a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos
compareceremos ante el tribunal de Cristo”. Romanos 14:10.
Aún en el pueblo cristiano y mucho más en aquellos que no
tienen el temor de Dios en sus corazones, es muy común el lenguaje mentiroso
que se usa en diferentes conversaciones, no sabiendo lo desagradable que esto
resulta a los oídos de Dios; pues Dios es verdad y por lo tanto toda mentira es
abominación para su alma y los que practican tales cosas no heredarán el reino
de los cielos, sino que más bien irán al lago de fuego y azufre: “Pero los
cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. Apocalipsis 21:8.
Estimado hermano y amigo, tenemos que convertirnos de
verdad a Cristo, para que Él lave con su sangre nuestro ser completo,
incluyendo nuestra mente y corazón donde se gestan la mayoría de los pecados; y
si realmente tenemos la presencia de Cristo en nuestro corazón, allí no habrá
lugar para albergar los pecados y sacarlos a flote cada que haya oportunidad; y
con la sola manifestación de una palabra ociosa, mentirosa, soez o vulgar; se evidencia
que en su interior el hombre está lleno de suciedad y de perversidad, lo cual
denota que no es un hijo de Dios, sino más bien un hijo de las tinieblas: “El
que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio.
Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. 1
Juan 3:8.
Si eres un verdadero hijo de Dios, en tu corazón
albergarás al Espíritu Santo de Dios, con todas sus virtudes, entre ellas la
verdad y la pureza, por lo cual tu corazón estará preciosamente adornado e
iluminado con la luz de Cristo; pero si eres un hijo del diablo, allí en el
corazón solo habrá demonios y estarás cargado de vicios, de pecados, de perversidad
y de malos pensamientos.
Dirán muchos, ¡Pero, es que seguimos siendo pecadores!
Eso es una gran verdad, podemos seguir cayendo involuntariamente en pecado
mientras estemos viviendo en este cuerpo mortal, para lo cual podemos
acudir a Jesucristo quien es amplio en perdonar; pero ya no practicamos el
pecado voluntariamente, porque somos nuevas criaturas, nacidas de Dios: “Todo
aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios
permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”. 1 Juan 3:9.
Otras dirán, ¡Pero es que somos débiles! Decir que
seguimos siendo pecadores y débiles son solo excusas para seguir deleitándonos
en el pecado; por ejemplo, el que le gusta mentir lo seguirá haciendo con
cualquier pretexto y el que ama el deleite de su carne, seguirá en adulterio
con una persona que no es su cónyuge; la verdad de todo esto es que el que ha
nacido de nuevo, también odia el pecado y en su mente solo está el agradar a
Dios y no agradar a su propia carne.
Y hay otras grandes verdades como estas, que el verdadero
cristiano (quien ha nacido de nuevo) tiene quien lo guarde de caer en pecado y
sobre todo quien lo guarde de los ataques del diablo: “Sabemos que todo
aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue
engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca”. 1 Juan 5:18.
En conclusión, si usted en una persona “sucia” o “floja”
de su boca, la cual pronuncia fácilmente palabras que desagradan a Dios,
entonces tampoco crea que usted es un verdadero cristiano, aunque en la iglesia
popular le vendan la idea de que usted es un hijo de Dios. Por su bien y para
no negarle la vida eterna a su alma, entonces usted debe escapar de allí, correr
arrepentido a los pies de Cristo y convertirse de verdad, para que le alcance
la misericordia de Dios.
Y si el pez muere por su boca, con mayor razón el hombre
que con sus labios no glorifica a Dios, sino que más bien lo desagrada,
entonces también está muriendo por su boca y si no se arrepiente a tiempo, solo
le espera el lloro y crujir de dientes por una eternidad: “Y los echarán en
el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”. Mateo 13:42.
Y si su dios se muestra complacido con el lenguaje
mentiroso y vulgar que usted usa, entonces su dios puede ser una entidad de las
tinieblas disfrazada de dios, como un espíritu inmundo, un demonio, un
gobernador de las tinieblas o una hueste espiritual de maldad; y usted debe
convertirse a Cristo lo más pronto posible, porque ya tiene un pie en el
infierno y cuando muera ya no habrá remedio, ya no podrá escapar de allí,
porque sus dos pies ya estarán siendo torturados con el fuego.
Que Dios los bendiga grande y
abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta
sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y
me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre
derramada en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y
Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me
purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo
Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a
leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda
estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”. Y
si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por
salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Hechos 2:21.
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