Analfabetas espirituales.

El mundo se esfuerza cada día por encontrar soluciones para los problemas cotidianos y para avanzar en el conocimiento y la sabiduría terrenal; pero no se han dado cuenta que esta sabiduría no trasciende más allá de la muerte y que cualquier tiempo y esfuerzo invertidos en ello será en vano si el hombre termina su ciclo de vida en el infierno.

Texto:  Oseas 4:6.

Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”.

CONCLUSIONES.

Como seres humanos que somos, compuestos de una parte física (cuerpo) y otra parte espiritual (alma y espíritu), debemos entender que hay dos tipos de preparación independientes para cada uno de estos cuerpos, teniendo en cuenta que todo lo relacionado con lo físico, termina cuando el cuerpo muere y que, por el contrario, todo lo relacionado con el espíritu es eterno, por cuando el alma y el espíritu no mueren jamás.

Muchos se sacrifican estudiando una gran cantidad de años y cuando terminan posiblemente ya hayan vivido una tercera parte de sus vidas y otra tercera la deben dedicar a establecer su proyecto de vida, a conseguir los bienes materiales que desean, a conformar una familia que lo acompañe; y en el último tercio de su vida deben dedicarse a descansar y esperar que Dios les dé una adultez llena de paz en compañía de su familia, con la mínima cantidad de enfermedades y achaques propios de la vejez, y ya al finalizar sus días, confiar en que tendrá una muerte digna y con ausencia de dolor para él y sus allegados.

Aquí ya pasó un ciclo de la vida terrenal, donde las personas llegan al momento de su muerte, en la cual esperan ser ayudados por la misericordia de Dios o por las oraciones de su familia, para lograr que sean llevados al reino de los cielos; pero ¡Qué mala sorpresa es la que se llevan la mayoría de los hombres en este encuentro con la muerte! Y esta sorpresa consiste en que se prepararon casi toda una vida para enfrentar un mundo material cambiante, perecedero y conflictivo, pero que nunca sacaron tiempo para prepararse y enfrentar la vida eterna que está más allá de la muerte.

Ya muy tarde se dan cuenta de que realmente eran analfabetas espirituales, que eran ignorantes sobre la vida que está más allá de la muerte y que, aunque el conocimiento estaba ahí disponible cerca de sus ojos y de sus oídos, no lo quisieron escuchar, tampoco lo quisieron entender, ni mucho menos recibir; y solo hay una cosa que puede trascender más allá de la muerte y es el conocimiento y la sabiduría espiritual, la que proviene de Dios y la que viaja juntamente con nuestra alma y espíritu más allá de la muerte: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”. Proverbios 9:10.

¿Qué pasa cuando no estamos lo suficientemente preparados a nivel material y necesitamos conseguir un empleo? Lo más que podemos conseguir son trabajos mal remunerados o trabajos físicos esclavizantes, los cuales consumen al hombre día a día. De la misma manera si no tenemos una preparación espiritual suficiente, entonces lo único que podemos conseguir luego de la muerte, es que seamos llevados al infierno sin ninguna contemplación; dado que nos faltó sabiduría y conocimiento para saber que debíamos arrepentirnos de nuestros pecados y que debíamos buscar al único que puede salvar nuestras vidas, a Jesucristo el hijo de Dios, quien nos guiará más allá de la muerte.

En síntesis, los analfabetas espirituales no tienen otro lugar a donde ir fuera del infierno; en cambio los que recibieron la sabiduría y el conocimiento de Dios, y que por consiguiente tomaron la decisión de abandonar el pecado y de vivir una vida de obediencia y santidad a Dios, aquellos tendrán una mejor paga luego de su muerte física, pues estos serán llevados al cielo, donde disfrutarán de todas las riquezas reservadas para los santos; además del amor, gozo y paz eternos que tendrán sus almas morando en la ciudad santa, la Nueva Jerusalén de Dios.

El pueblo de Israel fue destruido, luego de lo cual la mayoría de los sobrevivientes fueron llevados cautivos a Babilonia, donde estuvieron en calidad de siervos durante setenta años. ¿Y por qué ocurrió esto? El mismo texto nos da claridad sobre el asunto y esto sucedió porque les faltó el conocimiento de Dios; pues nunca entendieron que solo debían servir a Jehová y no a los ídolos de las naciones vecinas, nunca entendieron que debían guardar sus mandamientos y no deleitarse en el pecado; para que fueran protegidos y bendecidos en su tierra: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”.

Hoy en día es aún mayor el estado de analfabetismo espiritual, pues muchos no conocen la Palabra de Dios, y no han buscado ese concomimiento porque no creen que hay un Dios real, o porque les parece mejor servir al mundo con sus pasiones y deseos, que servirle a nuestro Creador; otros conocen las costumbres y tradiciones de otras religiones o sectas, pero no tienen el conocimiento del verdadero Dios, quien sí puede librarnos del pecado y de la muerte; entonces el veredicto para el mundo moderno, es que por cuanto desecharon la sabiduría de Dios, entonces serán expulsados del sacerdocio: “Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio”.

¿Y es que la gente del común también puede llegar a ser sacerdotes del Dios altísimo?

Por supuesto que sí, y uno de los valores agregados de recibir el conocimiento de lo alto y como consecuencia de ello convertirnos a Cristo, es el hecho de poder ejercer el sacerdocio santo, el cual consiste en estar en la presencia de Dios presentando sacrificios aceptos desde nuestra naturaleza humana: “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”. 1 Pedro 2:5.

Los sacrificios que puede presentar el hombre a través de Jesucristo, oficiando como sacerdote del Dios altísimo, son: La alabanza y la adoración al santo nombre de Jehová, presentar sus cuerpos vivos y santos delante de Dios, amar a Dios con todas nuestras fuerzas, amar al prójimo como a nosotros mismos, dar ofrendas voluntarias en favor de la obra, el hacer el bien y la ayuda mutua, entre otros. Ya no se trata de sacrificios de animales, ni de velones encendidos, ni de flagelaciones, ni de largas caminatas descalzos o de rodillas; más bien todo se resume a la obediencia de su Palabra, donde el obedecer es uno de los mayores sacrificios: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”.  1 Samuel 15:22.

¿Y por qué esta generación moderna está bajo maldición?

Esto sucedió porque el mundo entero ha desechado el conocimiento de Dios y entonces Dios nos advirtió que si esto sucedía, que Él también se iba a olvidar de nuestros hijos y por eso es que las generaciones que están llegando son más perversas que las anteriores, debido a que en ellos no está el amor y la misericordia de Dios y más bien está la presencia de las tinieblas, guiándolos en el camino de la perversión, del pecado y de la injusticia: “Y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”.

Y el hecho de que Dios se olvide de nuestros hijos, trae unas consecuencias desastrosas para las futuras generaciones como lo dice este texto de Isaías: “¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás”.  Isaías 1:4. Esta es una fiel imagen del estado del mundo moderno, que está lleno de pecado, lleno de maldad y depravados en gran manera, debido a que desecharon el conocimiento de Dios y más bien lo provocaron a ira adorando imágenes de metal, de madera o de yeso; o sirviendo a representaciones de las tinieblas como si fueran dioses.

Estimado hermano y amigo este mundo está en estado de analfabetismo espiritual en más de un 80%; y así como a un analfabeta material le cuesta conseguir un trabajo digno, de la misma manera un analfabeta espiritual no puede estar en la presencia de Dios porque no le ha conocido, ni mucho menos logra obtener su protección y sus bendiciones, lo cual lo expone al castigo eterno en el lago de fuego y azufre; y la única solución para evitar este final catastrófico es empezar a degustar el conocimiento que viene de lo alto a través de la biblia del cristianismo, guardándolo en nuestros corazones y obedeciendo a los mandamientos allí escritos.

Si usted está leyendo esta reflexión, es porque todavía está vivo y porque también tiene esperanzas de cambiar el rumbo de su vida, si desde hoy se propone a buscar el conocimiento de Dios y a servirle a Dios en vez de servir a las cosas de este mundo; en cambio los que solo leyeron el título o llegaron hasta la introducción, seguramente conforman aquel 80% de personas que creen en Dios, pero que nunca le obedecen, para los cuales está destinado también el lloro y crujir de dientes por una eternidad.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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