No sois de mis ovejas. Juan 10:24-28.
“Y le rodearon
los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el
Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús
les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan
testimonio de mí; pero vosotros
no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y
me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las
arrebatará de mi mano.”
CONCLUSIONES.
La incredulidad es uno de los mayores males del mundo;
generalmente solo creemos en aquellas cosas que nos pueden traer beneficios
materiales, tangibles y a corto plazo. Pero creer que Jesucristo es
el único camino para llegar a la vida eterna, no es muy fácil si no se tiene
fe; pues a Jesucristo no lo podemos ver con nuestros ojos; tampoco podemos
apreciar la Nueva Jerusalén donde viviremos por una eternidad los redimidos por
la sangre de Jesucristo.
Los judíos por su parte ya habían escuchado muchas veces que
Jesús es el Cristo; sin embargo le dicen a Jesús que se los declare
abiertamente. ¿Acaso se los había dicho en voz baja o a unos pocos en
secreto? Jesús lo declaraba delante de grandes multitudes; pero muy pocos
creían, así sucede en nuestros días. Hay muchos medios de comunicación a
través de los cuales se predica el evangelio, pero muchos no creen, porque les
parece que esto es ciencia ficción.
Además de que Jesús se los declaraba, también hacía grandes
señales, prodigios y sanidades en nombre del Dios Padre, a través de las cuales
daba testimonio de que Él sí era el Hijo de Dios. Pero los judíos no
creían ni a sus palabras ni tampoco a sus señales; ¿entonces qué esperaban ver
o escuchar para poder creer? Nada, sencillamente era una excusa, para no
decirle directamente a Jesús que no le creían. Y de excusas está lleno el
mundo, en las cuales se escudan y de las cuales se aferran para no creer en
Jesucristo y su Santo Evangelio.
El dictamen de Jesús para los judíos es muy simple: Ustedes
no creen porque no son ovejas de mi rebaño. Si fueran de mis ovejas,
escucharían mi voz y me seguirían para que yo les de vida eterna. Una vez
en el cielo, no hay muerte ni perturbación alguna para los que allí moran con
Cristo Jesús; pues ya el diablo no los podrá tocar jamás.
Estimado amigo, debe reconocer que es pecador, invitar a
Cristo a morar en su corazón y vivir una vida de obediencia y santidad a la Palabra;
para que sea una verdadera oveja (cristiano verdadero) y pueda escuchar la voz
del pastor y creer en sus promesas.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.