El Juez de vivos y muertos. Hechos 10:40-43

“A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.”
 

CONCLUSIONES.

Si para los muertos también hay un juicio final, entonces no están tan muertos como creen algunos.  Recordemos que el ser humano se compone de tres partes: Cuerpo, alma y espíritu.  El cuerpo muere y va al sepulcro; pero el alma y el espíritu siguen su camino, el que se ganaron cuando vivían aquí en la tierra: Paraíso o infierno.  Allí en alguno de esos dos sitios, el alma y el espíritu están más vivos que nunca; pues ya no están sujetos, acorralados o encarcelados por la carne, ya son libres de la carne y pueden continuar su camino en el mundo espiritual, que para este estado (sin cuerpo), es más real que estar aquí en la tierra, ya que aquí todo es pasajero.

Pero si Dios nos habla de vivos y muertos y el que se murió está más vivo que nunca, ¿entonces dónde está el enredo de esta situación?  Es simple, está vivo el cuerpo espiritual, el que recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador cuando estuvo viviendo en la carne; por el contrario, está muerto el cuerpo espiritual que no recibió a Jesucristo cuando estaba viviendo en la carne.  En síntesis el vivo espiritual está en el paraíso esperando el juicio final, que sin duda le será favorable; en cambio el muerto espiritual está esperando el juicio en donde sin duda alguna recibirá el veredicto de condenación eterna.  He aquí la diferencia entre los vivos y los muertos espirituales.  El muerto ya no tiene esperanza y le espera la muerte segunda en el lago de fuego y azufre.

Ya que sabemos quiénes son los vivos y quiénes son los muertos, debemos conocer dos cosas:  Jesucristo es el Juez supremo; pero también el abogado, para aquellos que decidieron entregar su vida a Él y vivir solo para Él, en obediencia y santidad a la Palabra.  Los que en Él creyeron, cuando estaban en la tierra, recibieron el perdón de sus pecados; por tanto este Abogado dirá a Dios en el juicio de los vivos:  Esta alma es nuestra, yo lavé sus pecados con la sangre derramada en la cruz del calvario.  Sobre estos, el Fiscal que es el mismo satanás, solo podrá mirarlos con odio profundo; pues no podrá hacer más nada; en cambio sobre los muertos espirituales dirá a Dios:  Este es mío y nadie le podrá librar de mis manos.

Estos juicios no tienen instancias, no tienen segunda vuelta, no tienen apelación, no tienen caducidad y suceden en muy corto tiempo, dado que a cada persona se le muestra el video de sus actos y los que hicieron el mal llorarán y sentirán un profundo dolor, hasta que finalmente son lanzados al infierno.  Algunos pedirán perdón, otros pedirán que se les deje volver a la tierra para arrepentirse de lo malo y hacer lo bueno; pero ya es tarde, ya la puerta de las oportunidades está cerrada.  Allí no habrá ni veedores ni pool de abogados; pues todo el mundo estará haciendo fila para el juicio; lo que quiere decir que absolutamente nadie podrá interceder; solo Jesucristo, cuando se trata de aquellos que entregaron su vida a Él y vivieron solo para él.

Lo interesante de esto es que los buenos (los vivos espirituales) no verán las cosas malas que hicieron; pues estas ya fueron perdonadas por Jesucristo y borradas de su historia, porque Él no permitirá que seamos avergonzados delante de todo el mundo por causa de dichos actos.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

 

 

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