Solo en Él hay justificación. Hechos 13:37-39.
“Más aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. Sabed, pues,
esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y
que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.”
CONCLUSIONES.
Si Cristo no hubiese resucitado de los muertos, el
cristianismo hubiera quedado sin fundamento, pero ahora sabemos que Dios en su
plan de redención, levantó a Jesucristo de entre los muertos al tercer día con
tres propósitos fundamentales:
1. Darle la victoria a
Jesucristo, esto es la victoria del reino de la luz sobre el reino de las
tinieblas.
2. Arrebatarle a
satanás el imperio que tenía sobre la muerte.
3. Poner a Jesucristo
como justificación por nuestros pecados.
A Jesucristo por ser el hijo de Dios, nunca se halló pecado
en Él, a pesar de que estaba sometido a las mismas aflicciones y pasiones del
hombre común. Por esta razón y porque
resucitó de entre los muertos, es que puede perdonar pecados, cuando el hombre
acude a Él con su corazón rendido y humillado.
Esto quiere decir que ningún hombre puede perdonar pecados; lo único que
puede hacer es servir como canal de comunicación entre el hombre y Jesucristo.
Por la ley nunca pudo el hombre ser justificado, dado que el
sacrificio de animales era incompleto y tenía que seguir presentándose delante
de Dios, cada vez que el hombre volviera a pecar. También el problema consistía en que el
hombre por sus propias fuerzas no era capaz de cumplir los mandamientos; en
cambio en nuestros días tenemos la ayuda de Cristo, quien nos librará de todo
mal y peligro si andamos en sus propósitos.
Ahora tenemos a Jesucristo quien nos justifica; es decir nos perdona,
limpia nuestros pecados, los borra de nuestro historial delictivo y nos
presenta delante de su Padre como si nunca hubiésemos pecado; es decir, nos
presenta como justos habiendo sido injustos.
Todo esto se obtiene primeramente si creemos en Jesus, si le
pedimos perdón, si le entregamos nuestra vida, si le recibimos como nuestro Salvador
y finalmente si vivimos en obediencia a la Palabra, lo cual finalmente nos
llevará a la santidad.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.