Una fuente de prosperidad financiera. Hechos 20:34-35
“Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y
a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado
que, trabajando así, se debe
ayudar a los necesitados, y recordar las palabras
del Señor Jesús, que dijo: Más
bienaventurado es dar que recibir.”
CONCLUSIONES.
Es muy llamativo un anuncio sobre “los secretos de la
prosperidad financiera”; pues el objetivo principal de la mayoría de personas
es conseguir dinero, bienes y servicios; los cuales le ayudarán para un mejor
vivir y para esto se preparan intelectualmente, con el fin de minimizar el
esfuerzo; es decir, conseguir más a cambio de menor esfuerzo. Muchos como solución, piensan en ser gerentes
de un negocio propio, en ocupar altos cargos en entidades reconocidas, en hacer
postgrados para brindar asesoría profesional, otros muchos se mantienen
comprando la lotería, a ver si se la ganan y por fin pueden vivir como ricos,
etc. Los pobres, los que no tienen como
ir a una universidad, se tienen que contentar con ser unos asalariados y servir
a una empresa toda su vida hasta que se pensionen. Otros con menos recursos y capacitación
tienen que aceptar empleos como obreros rasos, donde tienen que trabajar, sudar
y someterse hasta el cansancio para poder conseguir recursos para solventar sus
necesidades básicas y las de su familia.
Sin embargo, a pesar de todos estos esfuerzos materiales,
Dios brinda una vía más rápida para progresar en el ámbito financiero. Es menester recordar que esta es apenas una
de las claves de la prosperidad financiera para el cristiano fiel. Sin duda, los que no son cristianos
verdaderos, no aceptarán los principios bíblicos, porque a ellos todo lo que
provenga de Dios les parece locura, y es cierto, pues el reino de los cielos es
un reino al revés, donde las cosas funcionan con unas leyes muy diferentes a
las nuestras; por ejemplo:
Matemáticamente dar equivale a disminuir los recursos; pero
espiritualmente equivale a multiplicación; pues Dios se encarga de regresar
todo lo que demos multiplicado en varias veces más. Sin contar con que dar es la base fundamental
del segundo gran mandamiento y que tiene promesa material y espiritual como se
ve en el siguiente texto:
“A Jehová presta el
que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.” Proverbios
19:17
Ahora más que nunca, es necesario recordar el segundo gran
mandamiento: "Amad a vuestro prójimo como a ti mismo". Sabemos que entre más avanza el tiempo hay más
necesitados porque hay más gente sumida en la pobreza, hay menos recursos, hay
menos fuentes de empleo, hay más población demandando productos y servicios,
etc.; sin embargo, esto acrecienta las posibilidades de los verdaderos hijos de
Dios, para que se tomen muy a pecho este mandamiento.
No hay excusas para no ayudar a los necesitados; pues si
eres demasiado pobre, al menos podrías tener palabras de consuelo para los
afligidos y de esta forma te bendecirá Dios.
Dado este principio y la gran cantidad de personas necesitadas, es
menester que tomes muy en serio este mandamiento y que apartes de tus propios
recursos, para que otras personas más necesitadas que usted, puedan
beneficiarse. Cabe recordar también que
la Palabra dice: "No te niegues a hacer el bien a quien es
debido, cuando tuvieres poder para hacerlo." Prov. 3:27.
No confunda la ayuda a necesitados con el dar limosna; pues
esta última generalmente se da de lo que nos sobra y en cantidades muy
ínfimas. Debemos ayudar en la misma
proporción de nuestros recursos y tratar siempre de no hacerlo en dinero, sino
en especie; por ejemplo: Un mercado,
unos medicamentos, ropa, etc. De esta
forma evitamos darle a aquellas personas que tienen "el arte de
pedir" como parte de su negocio.
Como el reino de los cielos es al revés, es más
bienaventurado el dar que el recibir. El
que está apegado a lo material, seguramente sentirá tristeza dando a los demás
y más cuando no se trata de “chichiguas”; al contrario se sentirá sonriente
cuando recibe algo de los demás. Según
Dios, esto debe ser al contrario, alegrarnos más cuando demos que cuando
recibimos; pues el dar nos trae bendición de parte de Dios, en cambio el
recibir no.
Según la Palabra de Dios, hasta un vaso de agua que demos,
recibirá recompensa; por el contrario el que nunca ayuda recibirá el infierno
como premio; pues nunca amó a su prójimo.
Y si nunca amó, entonces nunca se convirtió en verdadero cristiano,
nunca le rindió su vida a Jesucristo y nunca le recibió como su Señor y
Salvador.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.