¿Por qué muchos no creen? Hechos 28:23-28

“Y habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.  Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros no creían.  Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo:

Ve a este pueblo, y diles:
    De oído oiréis, y no entenderéis;
    Y viendo veréis, y no percibiréis;

Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
    Y con los oídos oyeron pesadamente,
    Y sus ojos han cerrado,
    Para que no vean con los ojos,
    Y oigan con los oídos,
    Y entiendan de corazón,
    Y se conviertan,
    Y yo los sane.

Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán.”
 

CONCLUSIONES.

En el antiguo testamento, Dios le hablaba al pueblo a través de los profetas; pero ellos no escuchaban, eran rebeldes y aun viendo las maravillas y los milagros de Dios, su corazón se inclinaba hacia los dioses de los pueblos paganos y no veían la bendición de Jehová.  Por esta razón nos habla en el último versículo, que la salvación fue dada también a los gentiles; pues aunque no eran pueblo de Dios, sí escucharían la palabra.

En la época actual, la mayor parte de la humanidad tampoco escucha el mensaje de salvación, tampoco ve la grandeza de Dios a través de su creación y le atribuyen todo a la evolución.  Muchos están dedicados al paganismo, a la idolatría, a seguir tras cosas y hombres que no son dios, ni tampoco pueden dar salvación.
 

¿Pero por qué no escuchan ni ven?

Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado”, esta es la respuesta divina.  ¿Y a causa de qué se engrosa el corazón?  A causa del orgullo y la altivez.  El hombre quiere ser como el tiburón, que en el océano está en la cumbre de la cadena alimenticia, es el que manda en el océano.  Así el hombre quiere ser el centro de todo, el que gobierna, el que dirige, el que controla, el que dispone de su propia vida; pero se le ha olvidado que por encima de él hay un Dios infinito en poder, en sabiduría, en inteligencia y magnificencia.  Pero al hombre le queda muy difícil inclinarse ante Dios, le queda muy duro humillarse ante Dios y es por eso que toma la actitud de ignorarlo, de rechazarlo, de hacer todo lo que pueda para irritarlo, de atribuir las maravillas de Dios a casos extraños de la naturaleza.  El hombre no quiere servir a los propósitos de Dios; pues el hombre solo quiere ser señor y no siervo.  Dios le ha hecho posible vivir y ha dispuesto toda la naturaleza y la sabiduría para que se beneficie de ella, para que se enseñoree sobre ella; pero no puede ser señor del Creador, por tratarse de una criatura; tampoco puede ser señor de sí mismo porque no es un dios y debe depender de su creador.

La ciencia, los avances tecnológicos, la robotización, la producción industrial, la medicina, las armas nucleares, etc., han hecho pensar al hombre que tiene el control; pero sigue siendo una criatura la cual debe humillarse delante de Dios y dar paso al Espíritu Santo de Dios para que gobierne su vida.

El orgullo que hincha el corazón, entonces hace que los oídos se cierren y que la mirada se dirija a otro lado, para que no veamos ni entendamos las maravillas de Dios.
 

¿Cuál es el propósito del enemigo?

Nosotros vemos solo los impedimentos físicos (un corazón engrosado de orgullo); pero detrás de todo esto están los propósitos de las tinieblas, los cuales se enumeran en el último versículo:

Para que no vean.
Para que no oigan.
Para que no entiendan de corazón.
Para que no se conviertan.
Y finalmente para que no reciban la sanidad espiritual o la salvación.

El propósito final de las tinieblas es entonces impedir a toda costa que el hombre alcance la salvación y el truco que tiene es no permitir que la Palabra de Dios llegue hasta su corazón, y este se convierta y se adueñe de la promesa de la vida eterna.

Que no le suceda a usted como le sucedió al pueblo de Israel, que no escuchó el mensaje de salvación y entonces este le fue dado a los gentiles, al pueblo que no era pueblo de Dios.  Y no crea que por no ver ni escuchar, entonces tendrá excusa alguna para salvarse del juicio final.  Por razón de los humildes, es que las iglesias fieles están llenas de gente pobre, aquellos que no tienen nada a que aferrarse y que solo les queda como única esperanza buscar a Dios.  Por causa de su pobreza material, son ricos en espíritu y han logrado humillarse delante de Dios y reconocer que él es su Creador y que solo en su Hijo Jesucristo hay salvación.

Si su corazón sigue hinchado de orgullo y de soberbia, recuerde que eso de nada sirve cuando enfrentemos la muerte física y su consecuente juicio final; pues los orgullosos y altivos los desprecia Dios, como se observa en el siguiente versículo:

Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado”.  Proverbios 21:4.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

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