El origen de la vida


Uno de los axiomas más fundamentales de la biología es que toda la vida proviene de vida preexistente. Sin embargo, hasta finales del siglo XIX, se creía que la vida surgía de materia inanimada por medio de un proceso llamado “generación espontánea”.

Por Dr. David Menton (*)
 

En el antiguo Egipto, se pensaba que los ratones surgieron del lodo del río Nilo. En el año 1600, J. B. Helmont incluso reportó “pruebas” para la generación espontánea de los ratones, afirmando que, si se colocaban juntos trigo, queso y ropa sucia en una jarra, los ratones ¡eventualmente aparecerían! Esta idea estuvo tan arraigada que tomó cerca de 200 años de evidencia experimental para refutar esta idea.

En 1650, Francesco Redi, un físico italiano, demostró que las larvas provenían de moscas vivas y no de carne sin vida, como se creía. Este fue un golpe serio para la generación espontánea, pero cuando las bacterias fueron descubiertas, se pensaba que los microorganismos, por lo menos, pudieron haber surgido Dr. David Menton (*) de lo inanimado. Esta noción también fue refutada en 1864 por el gran científico (y creacionista) Louis Pasteur, quien demostró que las bacterias solo pueden proceder de una bacteria viva.

La mayoría de los evolucionistas están absolutamente seguros de que la vida evolucionó por casualidad (sin intervención divina) de sustancias químicas no vivas por medio de un proceso llamado “evolución química”. Algunos evolucionistas insisten en que la idea del origen de la vida ni siquiera es parte de la teoría de la evolución, sino una conspiración de los creacionistas para desacreditar la evolución.

Los evolucionistas suponen que la vida evolucionó gradualmente del hidrógeno en una serie de etapas. La primera etapa comenzó hace unos 15 000 millones de años con el “Big Bang”, que produjo una nube de hidrógeno en expansión; todo lo demás estaba vacío. Con tiempo y energía, el hidrógeno se transformó en todos los otros tipos de elementos químicos. Entonces, hace unos 4000 millones de años, la atmósfera de la Tierra consistía en metano, amoníaco, hidrógeno y agua, mezcla de la que la vida inevitablemente evolucionaría.

En la segunda etapa se cree que los compuestos químicos de la primera fase formaron las pequeñas moléculas orgánicas esenciales para la vida, como azúcares, aminoácidos y nucleótidos. En 1953, Miller y Urey anunciaron haber “simulado” la evolución de algunas de estas moléculas orgánicas de metano y amoníaco.

La tercera etapa de la evolución química supone la unión de pequeñas moléculas orgánicas en una especie de cadenas largas de moléculas llamadas polímeros. Los polímeros biológicos más importantes son los almidones, proteínas y ADN. En otro experimento de “simulación de evolución” Sidney Fox produjo moléculas similares a proteínas calentando aminoácidos puros y secos a altas temperaturas. Cuando este material fue enfriado en agua se formaron pequeños glóbulos, que él llamó “microesferas”. Aunque estas microesferas son piedras muertas, los evolucionistas se refieren a ellas como “protocélulas”, insinuando que estas representan una etapa temprana de células vivas.

La etapa final de la evolución química involucra la transformación por azar de moléculas orgánicas y polímeros en una compleja maquinaria de células vivas. Aquí la especulación evolutiva está tan libre de evidencia que no merece una consideración seria. El bioquímico Dr. David Green resumió muy bien esto en su libro La perspicacia molecular sobre el proceso de la vida.

Ahora, incluso algunos evolucionistas temen que el tiempo y el azar no sean la respuesta. El premio nobel Dr. Francis Crick (codescubridor del ADN), en su libro La vida misma, insiste en que la probabilidad del origen de la vida por azar simplemente desafía el cálculo. Crick concluye que los primeros organismos vivos en la Tierra pudieron haber sido “plantados” en nuestros océanos por seres inteligentes de otro planeta.

Sir Fred Hoyle, el hombre que nombró a la teoría del “Big Bang”, ha concluido recientemente [Nota del editor: La primera publicación de este artículo fue en St. Louis MetroVoice 3, Nº 8 (agosto de 1993)] que el origen de la vida por casualidad es una idea absurda. En su libro Evolución del espacio, Hoyle insiste en que es obvio que la complejidad de la vida exige un diseñador inteligente, posiblemente incluso Dios.

En un discurso reciente en Cal Tech, Hoyle dijo que no hay una cantidad de tiempo que los evolucionistas consideren remotamente adecuada para lograr la formación de un organismo vivo superior por mera casualidad. Tal evento, señaló, sería comparable con la posibilidad de queun tornado que atraviesa un depósito de chatarra pudiera ensamblar un Boeing 747 a partir de los materiales que contiene”.

Los evolucionistas, que esencialmente deben invocar milagros sin Dios, no tienen otra opción que creer en eventos fortuitos tan improbables que socavan la base estadística sobre la cual descansa la ciencia moderna.


(*) Tiene un doctorado en Biología de la Universidad de Brown y se desempeñó como profesor galardonado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis durante 34 años. Se retiró como profesor emérito asociado y ahora trabaja con Respuestas en Génesis como orador, escritor e investigador.

Fuente: https://answersingenesis.org/es/ciencia/el-origen-de-la-vida/

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