¿Eres piedra o barro de alfarero?
Jeremías 5:1-3.
“Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos;
buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia,
que busque verdad; y yo la perdonaré. Aunque digan: Vive Jehová, juran
falsamente. Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los
consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que
la piedra, no quisieron convertirse.”
CONCLUSIONES.
Durante el reinado de Sedequías rey de Judá en Jerusalén,
vino Nabuconodosor rey de Babilonia y tomó la ciudad, la mantuvo sitiada
durante año y medio hasta que prevaleció el hambre sobre ella, al cabo de los
cuales fue abierta una brecha en el muro por donde huyó el ejército de
Jerusalén y también el rey Sedequías con su familia, quienes fueron alcanzados
por los caldeos. El rey de Babilonia
degolló a los hijos del rey delante de él y a Sedequías le sacó los ojos y lo
llevó preso a Babilonia, donde lo encarceló hasta el día de su muerte. Así mismo el capitán del ejército de los
caldeos con sus hombres, quemó el templo de Jehová, la casa del rey y todas las
casas de Jerusalén. También destruyó los muros de la ciudad, e hizo transportar
a toda la gente del pueblo a Babilonia y dejó a unos pocos pobres para que
cuidaran de la tierra y sus cultivos.
Los sacerdotes, guardas del templo, oficiales, consejeros y secretarios
del rey fueron llevados de Judá al rey de Babilonia que estaba en la ciudad de
Ribla y allí fueron matados. También
saquearon todos los tesoros de la casa de Jehová y de la casa del rey, los
cuales transportaron a Babilonia. Todo
esto lo encontramos en el libro de Jeremías capítulo 52.
¿Y por qué sucedió todo esto al pueblo de Dios, que era un pueblo
tan especial? Durante muchos años y a
través de muchos profetas, Dios estuvo amonestando a su pueblo para que se
volvieran a Él, ya que lo habían abandonado y se habían entregado a los ídolos
y como consecuencia de esto, muchos profetas fueron matados a filo de espada,
otros perseguidos y otros expatriados.
El pueblo estaba adorando a dioses paganos, cuyo principal era Baal
(dios de la fertilidad), a quien le habían hecho templos en cada ciudad y le
habían erigido altares debajo de todo árbol frondoso. Aún llegaron al colmo de la idolatría, que
ofrecían a sus hijos en holocausto a Baal. Si tenían un Dios poderoso, a Jehová de los
Ejércitos, quien se manifestaba con grandes señales y prodigios, entonces ¿por
qué recurrieron a dioses paganos que no son Dios? “ya que cambiaron la verdad de Dios por la
mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual
es bendito por los siglos. Amén.” Romanos 1:25.
¿Y por qué su pueblo se entregó a los ídolos si lo tenían
todo con su Dios Jehová de los Ejércitos?
La respuesta es simple: Dios
tiene exigencias para su pueblo, en cambio los ídolos no tienen ninguna
exigencia, aunque tampoco dan absolutamente nada; así como un muerto no
puede mover siquiera un dedo, así tampoco los ídolos pueden hacer nada por el
hombre. De seguro que Dios por su
misericordia les enviaba lluvia, pero le atribuían la bendición a Baal, y que
hoy envía prosperidad, pero le atribuyen la bendición a la sabiduría del
hombre. Un borracho o un homicida se encomienda a su imagen o ídolo preferido
antes de salir a pecar; pues su ídolo no tiene forma de llamarle la atención ni
de amonestarlo, porque simplemente está muerto.
En el libro de Deuteronomio capítulo 28 están las “Bendiciones de la
obediencia” y las “Consecuencias de la desobediencia”, esto lo
conocía muy bien el pueblo; pero no querían obedecer bajo ninguna
circunstancia, pues eran rebeldes como lo es el mundo de hoy. Sin embargo, su pueblo quería ser bendecido
por Jehová, a quien le rendían culto con hipocresía diciendo “vive Jehová”
y jurando falsamente en su nombre, pero el mayor tiempo lo dedicaban a sus
ídolos, haciéndoles libaciones, sacrificios de animales, sacrificios de
primogénitos de hombres y hasta fiestas paganas.
En ese tiempo Dios se quejó de que no había un solo hombre
que hiciese justicia o que hablara la verdad y mandó al profeta que recorriera
las calles de Jerusalén y mirara, se informara y buscara en las plazas a ver si
encontraba alguno, para Dios poder perdonar a su pueblo; pero no se halló
ninguno y la sentencia sobre Jerusalén y Judá tuvo que ser ejecutada. Todo el pueblo juraba falsamente delante de
Jehová, lo amaban con sus labios, pero su corazón estaba entre los ídolos. Y aunque Dios los azotó, parece que no les
dolía, aunque consumió a muchos de ellos, no quisieron recibir corrección, más
bien endurecieron sus rostros como la PIEDRA y no quisieron convertirse.
La situación del pueblo de Israel en ese tiempo es muy
semejante a la del mundo moderno. Hoy el
hombre no quiere saber nada de Dios, pero sí quiere recibir todas sus
bendiciones, quiere sanidad, pero no obedece, quiere bendición económica, pero
no quiere conocer sus mandamientos, quiere el final de la pandemia, pero no
quiere conocer su justicia. No obstante,
hay un pequeño remanente que se ha convertido de verdad al Dios vivo y que
clama por misericordia sobre la tierra.
El hombre de hoy quiere paz y seguridad; pero su corazón está en el
mundo con sus pasiones y deseos, su corazón está en las religiones, en los
dioses paganos, en los santos, en las vírgenes, en las imágenes y hasta en las
estatuillas; pero están totalmente alejados del Dios vivo y eterno. ¿Acaso no es lo mismo que hacía el pueblo de
Israel? Quizás la situación es peor,
pues Israel reconocía que había un Dios, pero abiertamente adoraban a sus
ídolos; en cambio hoy en día, muchos ni siquiera creen que hay un Dios, otros,
aunque creen que exista no quieren saber absolutamente nada de Él, y otros,
aunque le reconocen como Dios, rechazan su palabra a través de cualquier medio
de comunicación, rechazan la instrucción, rechazan el evangelismo y también
rechazan todo escrito que tenga que ver con Dios. En síntesis, el hombre no quiere ningún
compromiso con Dios, pero sí quiere sus bendiciones.
El pueblo de Israel era PIEDRA, aquella que solo se deja
trabajar con cincel; pero Dios quería que su pueblo fuera como el BARRO del
ALFARERO, de tal forma que se dejara moldear con sus manos, que se dejara
corregir, que se dejara reconstruir; pero no fue así, fueron tan duros que a
Dios le tocó entregarlos al cautiverio de Babilonia durante 70 años. ¿Será que al mundo de hoy le va a pasar lo
mismo y que no reaccionan ante una pandemia con más de 650 mil muertos a la
fecha de hoy? Cuídate de ser PIEDRA y
más bien busca ser BARRO FRÁJIL delante de Dios, para que Él haga en su vida de
acuerdo con su voluntad.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado
amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en
voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti
arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz
del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te
pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques,
porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu. A partir de hoy me comprometo
a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo
a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una
eternidad. Amen”.