Solo por gracia.
Colosenses
2:13-15
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.”
CONCLUSIONES.
Hay una muerte física, pero hay varias muertes espirituales
y la primera muerte espiritual se da aquí en la tierra mientras estamos vivos.
Nuestra naturaleza pecaminosa que heredamos de Adán hace que estemos muertos en pecados y en la incircuncisión de nuestra carne; esta es la primera
muerte espiritual. De esta muerte no
está consciente la mayor parte del mundo; pues ya es normal para la gente
convivir con el pecado, con la injusticia, con la mentira, con el engaño, con
el adulterio, con la embriaguez, con la drogadicción, con el hurto, con la
impiedad, con el soborno, con la incredulidad, con la rebelión contra Dios, con
el orgullo, con la soberbia, con la vanidad, con la usura, con el vocabulario
soez, etc.; es muy normal que hoy en día llamen a lo malo bueno y a lo bueno
malo. En síntesis, la mayoría del mundo
está muerto espiritualmente, son muertos vivientes por así decirlo, que
deambulan por el mundo, pero están muertos para Dios y no son conocidos por
Dios: “Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.”
Mateo 25:12
Hay una segunda muerte que ocurre luego del juicio final;
pues normalmente una persona que muere en pecado, se va para el infierno que es
un lugar de castigo temporal, mientras se presenta ante el gran juicio final y
allí será decretada la sentencia de vida o de muerte: “Pero los cobardes e incrédulos, los
abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos
los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es
la muerte segunda.”. Apocalipsis 2:18.
Se llama muerte segunda, porque antes de la muerte física, el hombre ya
estaba muerto espiritualmente a causa del pecado; de lo contrario no hubiera
ido al infierno. Si hubiese ido al
paraíso, que también es un lugar temporal de gozo, es porque la persona alcanzó
la primera resurrección mientras estaba vivo en la tierra, y entonces luego que
se presente ante el juicio final, le será decretada la segunda resurrección,
luego de la cual entrará a morar en la Gran Jerusalén, la ciudad de Dios.
Análogamente, como hay una muerte corporal, también hay una
resurrección corporal; es decir, donde los muertos resucitarán con un cuerpo
inmortal, que es glorioso para los que son salvos y que es de humillación para
los perdidos: “y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida;
mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” Juan 5:29. Pero
no todo el mundo pasará por esta muerte y resurrección, pues ha habido hombres
que fueron transportados directamente al cielo como Enoc y Elías y aquellos que
se encuentren vivos al momento del rapto de la iglesia, también sus cuerpos
serán trasformados en cuerpos gloriosos en un abrir y cerrar de ojos.
Por esto es que hay que resucitar espiritualmente antes de
la muerte física y para ello debemos acudir a Jesucristo, quien nos dará vida
juntamente con Él; para que la segunda muerte no tenga potestad sobre nosotros:
“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la
segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios
y de Cristo, y reinarán con él mil años.” Apocalipsis 20:6. El camino para
obtener la primera resurrección ya lo estableció Jesucristo; pues mediante su
muerte y resurrección allanó el camino, para que también nosotros pudiéramos
recorrerlo. Allí en ese proceso
ocurrieron varios hechos trascendentales:
- Nos dio vida
juntamente con Él, pues el poder de Dios que levantó a Jesucristo de entre los
muertos, también nos levantará de la muerte espiritual a causa del pecado.
- Perdonó todos
nuestros pecados, por el hecho de cargar con ellos en su cuerpo durante la
crucifixión, a causa de su infinito amor.
- Anuló el acta de
los decretos que había en contra de nosotros, que nos era contraria; pues
teníamos sentencia de muerte a causa del incumplimiento de la ley.
- Quitó el acta de en
medio de nosotros y la clavó en la cruz.
Así esa acta perdió validez, y fue sustituida por la gracia; es
decir, salvación gratis a través de Jesucristo.
- Despojó a los
principados y a las potestades que tenían el dominio sobre la muerte. Ahora el dominio total de todas las cosas y
criaturas quedó en manos de Jesucristo.
- Los exhibió
públicamente y triunfó sobre ellos en la cruz. En la cruz Cristo demostró la
culpabilidad del diablo y por eso ya fue decretada sentencia de muerte sobre él
y sus seguidores.
Nosotros podemos disfrutar de las bendiciones de este
sacrificio que hizo Jesucristo (esto es LA GRACIA), solo mediante dos cosas:
Creyendo en Jesucristo y su obra redentora y recibiéndole como nuestro Señor y
Salvador. Esto tiene que ser así, porque
hay varios principios inviolables que se tienen que cumplir:
- Que sin fe es
imposible agradar a Dios. No se puede
agradar a Dios creyendo en los santos, en las estatuas o en alguna virgen; solo
sirve la fe que se ponga en Jesucristo.
- Que Jesucristo es
el camino, la verdad y la vida y que no hay otro camino. El camino estrecho es Jesucristo, los demás
caminos, que entre otras cosas son muy amplios, conducen al infierno.
- Que Jesucristo es
el único mediador entre Dios y los hombres. Dios no tiene tramitadores como
muchos piensan, debes presentarte directamente ante su Hijo.
Por eso no es posible llegar al cielo sin hacer nada, es
decir cruzándonos de brazos y esperando que por la misericordia de Dios seamos
salvos. Eso no funciona así, tenemos que
acercarnos a Jesucristo, en un acto libre y voluntario y tomar lo que Él nos
está ofreciendo (LA GRACIA), de resto no tendremos absolutamente nada y
seguiremos perdidos.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado
amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en
voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti
arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz
del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te
pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques,
porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu. A partir de hoy me
comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y
sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por
una eternidad. Amen”.