Los dos grandes males del hombre.

2 Tesalonicenses 1:6-9.

 “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”.

CONCLUSIONES.

Jesucristo está sentado a la diestra de Dios; pero habrá dos manifestaciones de su presencia aquí en la tierra antes del fin del mundo: Cuando venga en las nubes con sus ángeles para rescatar a sus hijos, esto es el rapto de la iglesia y cuando venga montado en un caballo blanco con su ejército, para dar fin a la tercera guerra mundial, que se dará a finales de la gran tribulación.

Luego de aquellas dos manifestaciones, entraremos en el reinado milenial de Cristo aquí en la tierra, donde Jesucristo y todos sus redimidos gobernarán al mundo y luego de mil años habrá un juicio final ante el gran trono blanco de Dios: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.” Apocalipsis 20:12. Allí los muertos serán juzgados por sus obras, en relación con el cumplimiento de los mandamientos que hay escritos en la biblia.  Dirán muchos ¿y por qué los muertos?  Porque los que partieron con Jesucristo están vivos espiritualmente (es decir los que murieron estando en obediencia y santidad a Dios) y también todos los que participen en el rapto; pues solo serán dignos del levantamiento aquellos que anden en obediencia y santidad a la palabra de Dios.  Las malas obras de un pecador arrepentido son borradas completamente de su historial pecaminoso; entonces, aunque todos se deban presentar ante el juicio final, el veredicto para los verdaderos cristianos es vida eterna y Jesús nuestro abogado dirá al Padre cuando sea mencionado nuestro nombre: “Yo ya pagué por sus pecados en la cruz del calvario”.  Hay que recordar que los que entregaron sus vidas a Cristo están vivos porque Cristo es la vida: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” Juan 11:25. Pero los que nunca llegaron arrepentidos a los pies de Cristo, estos están muertos espiritualmente; es decir, destinados al infierno y al morir estos físicamente, al otro lado seguirán igual de muertos.

Hay dos grandes males por encima del pecado, de los cuales el hombre recibirá “llama de fuego” como retribución, estos son:

Primero: El desconocimiento del verdadero Dios.

Hay sectas, religiones y filosofías en este mundo, muchas de las cuales rinden culto a dioses que no son reales, por tanto se puede decir que la inmensa mayoría de hombres y mujeres no conocen al Dios verdadero cuyo nombre es Jehová de los Ejércitos; pero esto no los exime de culpabilidad, puesto que la naturaleza en sí misma es testigo de la existencia de Dios: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” Romanos 1:20. Además los seguidores de dioses extraños, también serán juzgados por Jehová de los Ejércitos; pues aquí no sucede como en los pueblos indígenas de Colombia, que no los cobija las leyes de la nación; sino sus propias leyes y bajo ellas es que son castigados con cepos, látigos, etc. Allí en el cielo el juicio va a ser para todos y no hay excepciones, pues Dios creó tanto a los unos como a los otros.  ¿Que yo no escuché nada sobre el verdadero Dios? Hoy con tantos medios de comunicación es imposible no escuchar sobre el evangelio de Jesucristo; lo que pasa es que la gente no quiere compromisos, o no quiere conocer la verdad, o están amañados viviendo en su pecado, o son leales a su grupo religioso que defienden y protegen a veces aún hasta la muerte y para ellos es más fácil tener un “muñeco” como dios, quien no exige obediencia; en cambio el verdadero Dios exige el cumplimiento de una serie de decretos, estatutos y mandamientos.

También es importante aclarar que a muchos no les gusta la idea de un Dios verdadero, porque están muy amañados viviendo en los placeres del mundo y en las concupiscencias de la carne; entonces si buscan de Dios van a ser privadas de todas estas supuestas libertades.  También la pereza es un ingrediente importante que impide que la gente busque y conozca al verdadero Dios; pues entre menos compromisos y responsabilidades, algunos piensan que vivirían mejor.  Otros es que son orgullosos y no les agrada saber que hay un Dios sobrenatural, que gobierna la vida y la muerte.  Pero ya vimos que no hay excusas delante de Dios, pues si somos seres racionales tenemos que reconocer que ni siquiera una hormiga puede ser creada por las manos del hombre y que debe existir un ser superior capaz de crear vida de la nada.

Segundo: La desobediencia al evangelio de Jesucristo.

Muchos ya conocen al verdadero Dios; pero ni siquiera les interesa leer la biblia para no comprometerse y poder así tener una excusa en el día del juicio: “Era que yo no conocía los mandamientos”. Cuántos por ejemplo honran imágenes y esculturas hechas de metal de madera o de yeso y no quieren saber lo que dice la palabra de Dios respecto a esto: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” Éxodo 20:4-5.  Oros tienen la conciencia ya cauterizada, de tanto reprimirla, entonces la concepción de lo malo ya no existe en sus mentes, solo existe el consenso de “disfrutar de la vida”.

En ambos casos todos “sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”.  Esto de la eterna perdición quiere decir que serán lanzados al lago de fuego y azufre que arde por una eternidad.  Dirán algunos, que esto no se lo merece un hijo de Dios; pero es que no se puede ser hijo de un Padre desconocido, pues ¿Cómo recibiremos sus bendiciones?; tampoco puede ser hijo el que es desobediente y rebelde a los mandatos de Dios; estos ya no son hijos de Dios sino del príncipe de este mundo que es satanás, quien también irá al lago de fuego y azufre en primera fila. El que desobedece los mandatos de Dios no puede ser de Dios, pues ya se vendió al diablo a causa de sus pecados: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.” 1 Juan 3:8.

Un caso patente de desobediencia es la celebración del Halloween, lo cual significa “día de las brujas” o “fiesta del diablo”; pero como al mundo le gustan mucho las celebraciones y más cuando son tétricas, fantasmales y terroríficas; entonces disfrazaron esta fiesta pagana bajo el nombre de “fiesta de los niños” y es así como los disfrazan de Drácula, de calaveras, de arañas, de fantasmas, de diablos, de brujas, etc.  Y hasta dicen que el diablo es bueno y se gozan jugando y celebrando con todas sus fechorías.  ¿Pero cuál es el punto?  Que las personas ignoran todo lo que se dice en contra de estas fiestas y más aún ignoran lo que dice la palabra de Dios, con el fin de hacer solamente lo que les provoca y desobedecer abiertamente a los mandatos de Dios: “Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios.” Levítico 18:30.

El evangelio representa la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo para la salvación y vida eterna de los hombres y desechar esta magna obra y aún más desobedecer a sus mandatos, solo hará merecedor al hombre del castigo eterno en el lago que arde con fuego y azufre.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.

 

 

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