El origen de los juicios de Dios.

Oseas 4:1-2

“Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden.”

CONCLUSIONES.

Dios en su esencia es amor y misericordia: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó” Efesios 2:4.  Y dice en su palabra que Él ama a los hombres, pero no su pecado y por eso es que a veces muestra su faceta de castigador; es decir, en el ardor de su ira contra el hombre, entonces sobrevienen los juicios sobre la tierra: “Porque nuestro Dios es fuego consumidor.” Hebreos 12:29. También declara la palabra que Dios es celoso y vengador: “Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos.” Nahún 1:2. Muchos dirán que no son enemigos ni adversarios de Dios; pero el hecho de ser amigos del mundo con sus pasiones y deseos los convierte en enemigos de Dios: “!!Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” Santiago 4:4.

Esta pandemia es uno de los tantos juicios decretados por Dios en su palabra, dado que, en su infinita sabiduría, ya sabía que el hombre iba a fallar, de la misma forma que le falló su pueblo Israel hace más de dos mil años y por eso es que hay una serie de juicios proféticos para la humanidad dados en el libro de Apocalipsis.

En este texto, Dios contiende contra los moradores de la tierra de esa época, porque hay tres virtudes que han desaparecido del hombre: La verdad, la misericordia y el conocimiento de Dios. El hombre ha usado la mentira como parte de su vida diaria para cuidar de sus intereses; también por causa del egoísmo que prevalece en la raza humana, entonces se le olvidó que existen personas necesitadas y que requieren de su misericordia y por último como si fuera poco, no le interesa conocer a Dios, quien lo creó; y esta situación se vive hoy con mayor intensidad.

También Dios contiende con los moradores de la tierra, porque hay pecados que se siguen cometiendo y de los cuales el hombre no se arrepiente:  perjurar, mentir, matar, hurtar, adulterar.  Y eso que hay otros menos visibles que se siguen cometiendo como:  Las mentiras, las vulgaridades, el ocio, la parranda, los vicios y la idolatría entre otros.

El mundo de hoy es una copia fiel del pueblo de Israel; pero debido al auge de la tecnología, el pecado de hoy se ha intensificado y también se ha multiplicado; por ejemplo, el antiguo Israel no tenía acceso a la pornografía a través de las redes sociales, tampoco tenía delincuentes cibernéticos, tampoco podían manipular la genética ni los virus para hacer armas biológicas, tampoco podían crear armas nucleares, etc.  Entonces podríamos decir que los juicios para la humanidad de hoy son mayores que los que fueron aplicados al pueblo de Israel. 

Vemos por ejemplo una pandemia que no disminuye, debido a que el hombre en su mayoría, ahora en diciembre no buscó la gracia, el perdón y la misericordia de Dios, sino que hizo todo lo necesario para parrandear, visitar y viajar a pesar de las restricciones.  Cuando Dios quería un acercamiento de parte del hombre, entonces el hombre se alejó aún más y se ensució más en el pecado. Dirán muchos que parrandear y disfrutar de las fiestas decembrinas no es pecado, pero son varias cosas las que desagradan a Dios de estas fiestas: Son fiestas paganas sin ningún soporte bíblico, son tradiciones creadas por el mismo hombre, se está practicando la amistad con el mundo, se peca con el alcohol y la glotonería, se glorifica al mundo a través de su música, se adora a un tal niño que no existe convirtiéndolo en un ídolo, se prenden velas como si quisiéramos alumbrar a Dios para que pueda caminar en la noche, se hace del centro del hogar un árbol inerte lleno de bombillos y regalos convirtiéndolo en un ídolo, se espera que Dios venga disfrazado de Papa Noel a repartir regalos y esta mentira se le vende a los niños, se recuerda el nacimiento de Jesús cuando Él mismo mandó a recordar solo su muerte y en estas fiestas se ignora al verdadero Dios, cambiando su presencia por estar más bien en cuerpo y alma en las fiestas mundanas. 

En síntesis, lo único bueno que se podría rescatar de estas festividades es el hecho de que las familias se reúnen, se actualizan en noticias y algunas veces comparten regalos; pero de ahí en adelante no hay nada bueno, porque entre otras cosas no se reúnen para alabar y glorificar a Dios, sino más bien con motivo de las festividades de navidad.  En conclusión, luego de estas festividades, el hombre queda más apartado de Dios y más congraciado con el pecado; pero debemos tener conciencia que estamos cambiando el gozo eterno en el reino de los cielos, por una fiesta que es temporal. Todo esto es producto del desconocimiento que tenemos de Dios, el cual nos conlleva a hacer cosas que le desagradan.

Con todo este panorama no se esperan cosas mejores para el mundo y lo que debe hacer cada persona es huir de los juicios venideros escapando a través de la única puerta que aún está abierta y que se llama Jesucristo.  Hay que acudir arrepentidos a Jesucristo, para que Él nos libre de la ira venidera y nos reserve un lugar en el reino de los cielos: “y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.” 1 Tesalonicenses 1:10.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.

 

 


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