Los muertos nada saben.

Eclesiastés 9:5-6.

“Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.”

CONCLUSIONES.

El mundo actual acumula unos 3.4 millones de muertes por causa de la pandemia y aunque esto suene alarmante, en el 2019 murieron 55.4 millones de personas por otras causas: “En 2019, las 10 causas principales de defunción representaron el 55% de los 55,4 millones de muertes que se produjeron en todo el mundo.” Ver esta página para más información “https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/the-top-10-causes-of-death”.

La muerte física es una realidad a la que estamos enfrentados “porque los que viven saben que han de morir”; pues nuestra naturaleza física es débil y temporal, por lo cual no podrá permanecer por muchos años: “Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos.” Salmos 90:10. Cuando el hombre vivía en el huerto del Edén era inmortal; pero la muerte física y espiritual entró en ellos a causa del pecado.

Otra realidad que muchos ignoran es que después de muertos, perdemos completamente la comunicación con esta tierra donde un día vivimos: “pero los muertos nada saben”, “nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol” y con la pérdida de la comunicación, entonces prontamente son olvidados “su memoria es puesta en olvido”.  También nos indica el texto que junto con la muerte física desaparecen sus virtudes y sus pecados, dado que el alma ya está en otro sitio y que no hay “vehículo” a través del cual se puedan manifestar.  El rico Epulón luego de su muerte, rogaba a Abraham que enviara a Lázaro a la tierra donde sus hermanos para que les hiciera conocer la realidad que él estaba viviendo en el infierno, para que no fueran a correr con la misma suerte; él aún sabía que tenía hermanos, pero nada podía hacer para comunicarse con ellos, pues estaba en un lugar de tormento de donde no podía salir: “Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.” Lucas 16:27-28.

En síntesis, sabemos que vamos a morir; a no ser que Jesucristo venga antes y levante a su iglesia, en cuyo caso los verdaderos cristianos no verán la muerte física, sino que serán levantados y transformados en cuerpos incorruptibles, con los cuales partirán hacia el cielo.  También sabemos que después de muertos, no habrá forma de volver a la tierra a arreglar nuestros asuntos pendientes; ni mucho menos a comunicarnos con nuestros seres queridos.

Dadas estas realidades, entonces aparece otra que se convierte en abominación a Dios cuando se practica y es que cualquier intento de comunicación con los muertos se convierte en “espiritismo” y en “culto a los muertos”, cosas por las cuales muchas personas van al infierno: “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.  Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti.”  Deuteronomio 18:10-12.

¿Y entonces por qué hay personas que supuestamente han hablado con familiares ya muertos?  La respuesta es simple, los espíritus inmundos y demonios tienen la facultad de la suplantación y ellos son conocedores de la vida privada de cada persona; pues siempre han estado al tanto de nuestras vidas, buscando la forma de atacarnos y destruirnos; y con todo este conocimiento a la hora que invoquemos a nuestros familiares, ellos son capaces de imitar sus voces y de hablarnos las mismas cosas y de la misma manera que lo hacían dichos familiares cuando estaban vivos.  Dada la imposibilidad de que los muertos vuelvan aquí a la tierra; entonces las tinieblas son especialistas en imitar y de esta forma envuelven a los hombres en pecado y abominación delante de Dios.  Los demonios se pueden manifestar a través de un médium que invoque a los difuntos o a través de figuras fantasmales.

Dada esta imposibilidad de comunicación con los muertos, tampoco es bueno hacer ceremonias para “honrar la memoria” de aquellos que una vez estuvieron con nosotros, dado que no pueden ver ni escuchar nada de lo que nosotros estamos haciendo por ellos.  También es un error vestir un cadáver de púrpura, meterlo en un cofre costosísimo y luego colocarlo en “cámara ardiente” por varios días; pues ni siquiera podrá oler las flores que le colocaron al lado de su ataúd; suena raro, pero es la realidad, puesto que el alma y el espíritu ya están en otro mundo, mientras el cadáver aquí se descompone.  También es un error decir que dicha persona “está cuidando de nosotros desde el cielo”, primeramente, porque no sabemos dónde está, si en el cielo o en el infierno y segundo porque no tiene ninguna forma de saber lo que está pasando aquí en la tierra.  Esto es como cuando una persona está en la cárcel y no tiene forma de saber lo que está sucediendo en su hogar a determinada hora; pueden “hacer y deshacer” en su casa y el que está en la cárcel seguirá totalmente ausente de las circunstancias; a no ser que tuviera el don de la omnipresencia y eso solo lo tiene Dios.

Este vacío en la comunicación también aplica a seres mortales como María la madre de Jesús, quien actualmente está reposando en el paraíso en espera del juicio de la humanidad.  Ella tampoco se da cuenta de lo que está sucediendo aquí en la tierra, y mucho menos puede hacer nada por los terrenales, dados estos principios: 1. Los muertos nada saben, 2. El único intercesor de los hombres ante Dios es Jesucristo, 3. Ella no resucitó de los muertos como Jesucristo, 4. Ella no es “madre de Dios” como algunos aseguran, pues una criatura no puede estar por encima de su creador y tampoco pudo dar origen a Jesús, puesto que Jesús es eterno y ya existía antes de la creación; en síntesis ella solo gestó su cuerpo en su vientre para que Jesús se pudiera humanizar.  En conclusión, cualquier culto a María o a uno de los "santos" designados por la iglesia popular, se convierte en “culto a los muertos”, lo cual es causal de condenación eterna.

¿Qué es entonces lo más importante? Lo más necesario mientras estemos vivos, es buscar de Jesucristo, quien nos garantizará que el alma y el espíritu tendrán vida eterna aún después de la muerte física y que no serán tocados por la muerte segunda en el lago de fuego y azufre.  “Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.” Eclesiastés 9:4.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El sueño espiritual. Romanos 13:11-14

El poder del evangelio (Romanos 1:16-17)

En ningún otro hay salvación. Hechos 4:11-12