Seamos sabios para salvación.

2 Timoteo 3:14-15

“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.

CONCLUSIONES.

Hay muchos libros y textos de conocimiento humano, los cuales pueden hacer al hombre sabio en determinadas ramas del saber; sin embargo una vez muerto el hombre, sus conocimientos, sus carreras, sus títulos, sus maestrías y sus postgrados perecen junto con él.  En la antigüedad cuando los indígenas morían, los enterraban con todas sus pertenencias, supuestamente para que en el más allá pudieran seguir disfrutando de lo que habían conseguido; pero el hombre actual se ha dado cuenta que los muertos no se llevan nada y es por eso que las riquezas pasan a mano de sus familiares o de aquellas personas que fueron nombradas como herederas en un testamento.

Aún así, la sabiduría humana no se puede heredar y es necesario que los aprendices sean enseñados y adiestrados por el maestro (como lo hizo Pablo con Timoteo), para que al menos pueda obtener parte de sus conocimientos y el resto lo obtenga mediante la experiencia práctica.  El punto de todo esto es que la sabiduría humana no puede conducir a la salvación del alma, pues está enfocada solo en mejorar la calidad de vida del hombre y solo hay un libro que describe el camino a la vida eterna y ese es la Biblia, quien nos da a conocer a un gran personaje de nombre Jesucristo, por cuya sangre derramada en la cruz del calvario, nos puede redimir del pecado y hacernos justos delante de Dios.

El término “nos puede” quiere decir que de antemano el hombre sigue gozando de la libertad conque fue creado y que en su sola potestad, el hombre puede tomar la determinación de tener fe en Jesús y así obtener la salvación, o sencillamente puede ignorar el llamado y creer que su religión, su conocimiento o su filosofía lo podrán salvar en el momento de la muerte; lo que es imposible, por cuanto el hombre puede escoger su camino, escoger la dirección en la que quiere ir; pero la disposición final de su alma y espíritu ya está determinada a medida que el hombre va transitando por la vida; si murió con Cristo es llevado al paraíso y si murió sin Cristo es llevado al infierno; es decir, el hombre puede hacer uso de su libertad mientras esté viviendo aquí en la tierra, pero una vez muerto físicamente, no podrá caminar solo y es conducido por los ángeles de Dios o por los espíritus de muerte.

El término “sabio” significa que allí en la Biblia obtendrá todo el conocimiento necesario sobre Dios, sobre su Hijo Jesucristo, sobre el plan de redención, sobre el bien y sobre el mal; de tal manera que encontrar la salvación solo sea cuestión de tomar una determinación, dado que el hombre al estudiar la biblia tendría el conocimiento suficiente para saber qué pasará con su alma, según el tipo de vida que esté llevando. Esta sabiduría que proviene de Dios no perece aquí en el mundo material, sino que trasciende hasta más allá de la muerte; es decir, es el único conocimiento que nos podemos llevar, que junto a los tesoros que hayamos acumulado en el cielo (por ejemplo amando de verdad a nuestro prójimo), se convertirán en riquezas espirituales, siendo la más grande de ellas, el tener la presencia y el amor de Dios con nosotros por una eternidad.

Un aspecto muy importante e imprescindible es la FE EN CRISTO, pues mediante ella es que logramos agradar a Dios y mediante ella nos sometemos a Jesucristo y estamos aceptando sus condiciones para ser redimidos del pecado, para ser presentados como justos delante de Dios y finalmente para ser salvados del fuego eterno del infierno: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6.  No sirve de mucho tomar la decisión de buscar esa sabiduría y de hacernos sabios mediante el conocimiento de Dios; pero desechar el sacrificio de Jesucristo mediante la incredulidad, pues de todas formas seguimos perdidos espiritualmente.

Algunos dirán que tienen fe en otro tipo de cosas como en religiones, en credos, en sectas y hasta en las imágenes de metal, de madera o de piedra; pero ninguna de ellas tienen vida, por tanto no podrán dar vida eterna.  El único que murió, que resucitó, que sigue vivo y que está sentado a la diestra de Dios es Jesucristo, por lo tanto solo Él puede darnos vida eterna.

Un llamado de Dios es a buscar esta sabiduría que viene de lo alto y a persistir en la lectura, en la meditación y sobre todo en la obediencia a la palabra de Dios.  Esta obediencia es la que hace que la fe del creyente sea viva y eficaz; pues un cristiano con mucho conocimiento, pero sin nada de obediencia, está demostrando que nunca ha creído, porque no ha querido someterse a la voluntad de Dios: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.” Santiago 2:26.  Y finalmente, el que ama a Dios de verdad, es el que obedece: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” Juan 14:21.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

  

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