¿Está usted cuidando su salvación?

Hebreos 2:1-4

“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.”

CONCLUSIONES.

Desde la venida de Jesucristo a la tierra hace 2021 años, Dios ha extendido su mano bondadosa al hombre, esperando que este se arrepienta, que acuda a su Hijo Jesucristo y pueda recibir el gran regalo de la salvación.  Sin embargo, muchos siguen sumidos en la incredulidad teniendo por cierto que ni siquiera existe el infierno y que la única ganancia del hombre es lo que pueda disfrutar aquí en la tierra.

Otros muchos han escuchado las buenas nuevas de salvación, pero aún creen que esto es un cuento de hadas y que no necesitan de esa literatura “barata” para vivir bien aquí en la tierra.  Otros han llegado mucho más allá y hasta creen en la obra redentora de Jesucristo, pero están fascinados con el mundo y sus placeres, con la carne y sus pasiones, y por este motivo solo se acuerdan de Dios en los momentos más difíciles de sus vidas. Y finalmente hay un remanente sobre la tierra que han entregado sus vidas a Jesucristo y que esperan ansiosamente su segunda venida o su reencuentro con Él luego de la muerte física.

Para todos aquellos incrédulos, o desapercibidos, o indiferentes, o aquellos que no necesitan de Dios, o para los fascinados con el mundo y sus placeres, hay una palabra concreta: “Cómo escaparemos, si descuidamos una salvación tan grande?” Uno conversa con las personas, vecinos, familiares, compañeros de trabajo y nadie parece estar interesado en este tema tan importante. Dios nos dice que atendamos con más diligencia las cosas que hemos oído sobre la salvación, no sea que la perdamos, porque si toda palabra dicha por medio de los ángeles fue firme y toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución, imagínense ¿Qué pasara con aquellos que descuiden la salvación?  Dios es misericordioso, pero de seguro no estará regalándole a nadie lo que no ha buscado, ni quiere tener y que tampoco se ha ganado.

El hombre no tendrá excusas en aquel día, dado que la salvación se ha anunciado desde hace miles de años y se ha dado evidencia de ella por medio de grandes señales y prodigios, que pueden ser comprobados históricamente:

1.  La salvación fue primeramente anunciada por Jesucristo.  Jesucristo desarrolló un ministerio de 3 años donde anduvo predicando las buenas nuevas de la salvación y soportando toda palabra con señales de lo alto, para que no quedase duda que venía de parte del Padre y que todo lo que decía era verdad.

2.  La salvación fue confirmada por todos los que oyeron, mayormente por los apóstoles.  Los apóstoles recibieron testimonio de la verdad a través de Jesucristo, pues pudieron palpar y ver sus llagas luego de la resurrección y ellos transmitieron todas estas enseñanzas en las sinagogas e iglesias por donde iban predicando.  También la vida y los hechos tanto de Jesús como de sus apóstoles fue plasmada en la Biblia, a la cual tenemos acceso hoy, la cual así mismo por fe nos muestra, nos relata y nos revela en forma cierta todos los hechos que ocurrieron.

3.  Dios testificó de esta salvación junto con los apóstoles, mediante señales, prodigios y diversos milagros.  Para que no quedase duda de que aquello de la salvación era cierto, entonces tanto Jesús como sus discípulos demostraron la verdad de la palabra haciendo grandes milagros y prodigios como el levantamiento de los muertos, por ejemplo, la resurrección de Lázaro por intermedio de Jesús o la resurrección de Tabita por intermedio del apóstol Pedro. Esto de la resurrección no puede hacerlo satanás, quien ni siquiera puede encarnarse como lo hizo Jesús, y es por esta razón que es un hecho trascendental, irrefutable e inimitable.

4.  También se dio testimonio mediante el repartimiento del Espíritu Santo según la voluntad de Dios.  Luego de la resurrección de Jesucristo y su ascensión al cielo, Dios envió al Espíritu Santo y todos sus apóstoles y discípulos fueron bautizados y llenos de poder y de unción.  Hoy, el bautismo del Espíritu Santo está vigente para para todos aquellos que creen en Jesucristo y le reciben como su Señor y Salvador, los cuales, mediante este maravilloso encuentro, reciben el sello de la redención y también la ciudadanía como hijos de Dios en el reino de los cielos.  Y para nosotros, los verdaderos hijos, existen promesas mayores a través del bautismo del Espíritu Santo: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.”. Juan 14:12.

En síntesis, el mundo se encuentra en un estado de sueño espiritual a causa de las tinieblas, quienes están interesados en que el hombre no despierte hasta tanto sea sorprendido por los ángeles de la muerte y llevado al infierno.  Ahí es donde las personas despiertan y se dan cuenta que todos sus años de vida los perdieron buscando las cosas del mundo y no las de Dios.  Quizás muchos se encuentran cómodos y contentos porque hoy tienen un empleo o una estabilidad económica y no les hace falta nada; pero para ellos va a ser más duro ese despertar porque no lo esperaban y lo que dice Dios en forma apremiante es “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33. Las cosas que necesitamos para nuestra subsistencia las abastece Dios, si tan solo le buscamos a Él de primero, y el hecho de ponerlo en primer lugar significa que también nos tendrá asegurado un sitio, una morada en el reino de los cielos.

¿De qué sirve haber hecho demasiados esfuerzos aquí en la tierra, si descuidamos la salvación?  No esperemos aquel día de nuestra muerte para despertar y darnos cuenta de que perdimos todo el trabajo y todo el esfuerzo que hicimos aquí en la tierra y que, a pesar de todo, pasamos a la otra vida totalmente despojados de todo lo que logramos conseguir e impotentes ante la mirada inquisidora de los ángeles de la muerte.  Si queremos ser recibidos por los ángeles de Dios, entonces tenemos que buscar primeramente el reino de Dios y su justicia.  “Porque ¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” Mateo 16:26. La salvación es tan grande que no tiene precio y si lo tuviera, ninguna de las riquezas del mundo podría pagarla, porque siguen siendo cosas temporales, en cambio la salvación es eterna.

Si al leer esta reflexión se da cuenta que ni siquiera ha llegado arrepentido a los pies de Cristo, seguramente está descuidando su salvación y el problema es que la muerte no le es anuncia a todos los hombres, a excepción de unos pocos, como para que tengamos tiempo de arrepentirnos y hacer lo que Dios nos manda.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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