¿Quién es el Hijo de Dios?

Hebreos 1:1-4

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.”

CONCLUSIONES.

Veamos algunas de las características del Hijo de Dios.

1.  El Hijo es el canal de comunicación entre Dios y los hombres.  En el antiguo testamente Dios habló muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas, por medio de su ángel y también en forma presencial y en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.  La verdad es que Dios es un ser bastante comunicativo y que si hay restricciones en cuanto a contactar al hombre, esto obedece más bien a la situación pecaminosa del hombre, por la cual Dios no puede acercarse a él sin correr el peligro de ser consumido: “pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino.” Éxodo 33:3.

2.  Dios constituyó al Hijo como heredero de todo.  Todo lo que hay arriba en los cielos, abajo en la tierra y debajo de la tierra, todo lo recibió Jesucristo como herencia de su Padre.  Sin embargo, esta herencia es algo  especial, dado que tanto el Padre como el Hijo son eternos y no podrá existir una sucesión de bienes, como sucede aquí en lo terrenal.  Otra cosa muy importante es que los verdaderos hijos de Dios seremos partícipes de esta herencia: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”. Romanos 8:17.

3.  Dios hizo el universo por intermedio de su Hijo.  En un principio Jesucristo era el Verbo y este tenía la facultad de crear a través del poder de su palabra: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.” Juan 1:1.  Esa voz que decía, “hágase la luz y la luz fue hecha”, indudablemente era la voz del Verbo.

4.  El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios.  El Hijo es la imagen del padre y por consiguiente su resplandor también es el resplandor del Padre: “y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.”. Mateo 17:12.

5.  El Hijo es la imagen misma de su sustancia. Cuando hablamos de sustancia nos referimos a la “Parte esencial o más importante de algo”.  La esencia tanto del Padre como del Hijo es ser parte del único Dios verdadero, en compañía del Espíritu Santo de Dios; por eso afirmamos que el Padre es Dios y que también su Hijo es Dios.

6.  El Hijo es el que sustenta todas las cosas por la palabra de su poder. Tiene que haber un motor capaz de sostener la vida animal, vegetal, humana y toda vida existente en el universo infinito; también debe existir una fuerza capaz de mantener todo el universo en movimiento, guardando las distancias y la simetría y eso solo es posible mediante el poder de Jesucristo. Observen el poder de sujeción que tiene Jesucristo sobre todas las cosas: “el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” Filipenses 3:21.

7.  El Hijo fue quien efectuó la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo.  El Hijo se despojó a sí mismo de su naturaleza divina y se hizo hombre, para que como hombre pudiera ser crucificado y con su sangre derramada poder purificarnos de nuestros pecados.

8.  El Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Luego de la resurrección y cuarenta días después en los cuales estuvo manifestándose mayormente a los apóstoles, entonces ascendió de nuevo al cielo de donde provino y allí se sentó nuevamente a la diestra del Padre.

9.  El Hijo fue hecho tanto superior a los ángeles y heredó mas excelente nombre que ellos.  Al Hijo le fue dada autoridad aún sobre los ejércitos de los cielos; es decir, después del Padre, Él es el que gobierna todo el universo visible e invisible: “la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia”. Efesios 1:20-22.

¿Y entonces el Padre se quedó sin funciones?  Seguramente que no, pues grandes son los misterios que aún no podemos conocer y que tampoco están escritos en la Palabra, porque nuestra mente terrenal es muy pequeña para poder comprender tan grandes revelaciones. Pero gracias a Dios, tenemos a su Hijo de nuestro lado, para que por intermedio de Él podamos llegar al padre y podamos heredar su gloria y sus riquezas, juntamente con la salvación de nuestra alma y espíritu.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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