¿Hasta dónde cubre el sacrificio de Cristo?

Hebreos 10:26-27.

“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.”

CONCLUCIONES.

Cuando hablamos de un sacrificio que sea capaz de quitar el pecado del hombre, indudablemente tenemos que pensar en el sacrificio de Jesucristo en la cruz del calvario; este sacrificio fue acepto a Dios el Padre por varias razones:

1.  Jesucristo es el Hijo de Dios, quien bajó de los cielos, se hizo carne y habitó entre nosotros: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”. Juan 1:14. Dios tenía que permitir el sacrificio de su propio Hijo y luego resucitarlo al tercer día como parte del plan de salvación, esto debió tocar lo más profundo de su corazón.

2.  Jesucristo, el Cordero de Dios es santo y sin mancha de pecado: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” 2 Corintios 5:21.  Aún en su condición humana no pecó y no se dejó seducir por la tentación, aunque como humano también fue tentado.  Antes de su muerte recibió toda la carga de pecados de la humanidad y ahí fue donde Jesús se sintió abandonado por el Padre; pero como parte de su resurrección fue limpio, purificado y exaltado a una posición supereminente, de tal forma que llegó a ser de un altísimo valor para el Padre.

3.  Jesucristo cargó con los pecados de la humanidad en la cruz del calvario: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:5. Con su muerte también “enterró” los pecados de la humanidad, dando por sentado que todo el que se acerque a Él, será limpio de pecado sin pagar ningún precio.

4.  Jesucristo nos acercó a Dios mediante su sangre: “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.” Efesios 2:13. La sangre de Cristo purifica y santifica, por tanto, el Padre ya no verá la suciedad de nuestra condición humana, una vez seamos lavados con la sangre del Cordero.

5.  Jesucristo nos reconcilió con Dios mediante la cruz: “y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades”. Efesios 2:16. Esta separación sucedió por causa del pecado y así mismo estábamos destituidos de la gloria de Dios; pero ahora mediante la cruz de Cristo, pasamos de ser enemigos a ser amigos de Dios.

Por todo esto y muchas razones más, el sacrificio de Jesucristo fue suficiente para cumplir la demanda de justicia de parte de Dios, pues el sacrificio de uno solo evitó que todos nosotros fuéramos castigados en el infierno; pues si ahora nos acercamos a Dios mediante Jesucristo, entonces seremos justificados y nuestros pecados ya no estarán ensuciando nuestro vestido sacerdotal.  ¿Pero cuál es el propósito de todo esto?  Este sacrificio fue perfecto y no hay forma de imitarlo, siendo imposible dado que no se puede conseguir otro cordero para el sacrificio que sea santo y que a la misma vez sea Hijo de Dios y mucho menos podrá cumplir con el resto de las características.  En síntesis, para ofrecer el mismo sacrificio a Dios, tendría que bajar Jesucristo otra vez desde el cielo y volver a morir crucificado en una cruz; pero sabemos que esto es imposible, dado que el primer sacrificio fue perfecto y ya no hay necesidad de nuevos sacrificios.

Muchos han recibido esta verdad sobre la cruz de Cristo y también tienen el suficiente razonamiento para entender lo que dice la Palabra y es por esto que una vez arrepentidos de nuestros pecados, si volviéremos voluntariamente a caer en ellos, entonces este magno sacrificio de Jesucristo ya no tendrá efecto en nuestras vidas y lo que nos espera es una “horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”; es decir que las personas que lo sigan haciendo tendrán que enfrentar el juicio final y luego la muerte segunda en el lago de fuego y azufre, donde también será lanzado el mismo infierno con todo su ejército.  Esto sucederá a no ser que haya un arrepentimiento de verdad y que el hombre se aparte definitivamente del pecado, antes de que sea arrancado de la tierra de los vivientes.

El hecho de seguir pecando voluntariamente significa un desagravio total al Hijo de Dios y también es como una “afrenta al Espíritu Santo”: “¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” Hebreos 10:29. En síntesis, entender qué es el pecado y seguirlo practicando es una burla al sacrificio hecho por Jesucristo en la cruz del calvario.

Un ejemplo muy práctico que podemos tomar es el del borracho que se arrepiente, pero se sigue saboreando cuando ve una cerveza en una heladería.  Esta tentación da vueltas por su cabeza hasta que sucumbe a ella y cae nuevamente en el vicio de tomar bebidas embriagantes; él ya sabía que era pecado, ya tenía el previo conocimiento y sin embargo volvió a deleitar su carne con bebidas embriagantes: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Efesios 5:18.

A este tipo de personas aplica mayormente este texto bíblico; sin embargo, hay millones de personas que saben de lo abominable que es para Dios la idolatría: El hecho de cargar imágenes, el colocarlas en sitios privilegiados de los templos, el honrarlas y atribuirles beneficios, intercesiones y hasta milagros que un ser inerte jamás podrá hacer.  Aun así, ellos no se apartan de este pecado; porque se volvió una práctica común en su religión y el problema es que para ellos tampoco hay más sacrificio, a no ser que un día se arrepientan de verdad y decidan enterrar sus pecados para nunca más volver a practicarlos.

Muchos dirán: ¡Es que somos humanos y por lo tanto estamos predispuestos al pecado!  Eso es cierto, nuestra naturaleza nos predispone al pecado; sin embargo, podemos seguir pecando por ignorancia o involuntariamente, para lo cual tenemos a Jesucristo nuestro sumo sacerdote, quien nos perdonará y limpiará diariamente si es necesario: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” 1 Juan 2:1. 

Otro aspecto a tener en cuenta es que quien ha sido lavado con la sangre de Jesucristo y muere al viejo hombre de pecado y nace nuevamente como un hombre de Dios, ya no practicará el pecado, pues su voluntad ya fue puesta y rendida a los pies de Cristo y por tanto su carne ya no podrá gobernar a su espíritu:  “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” 1 Juan 3:9.  En síntesis todo nacido de Dios no puede pecar voluntariamente, porque su corazón está gobernado por el Espíritu Santo, en vez de estar gobernado por sus pasiones y deseos y si el tal sigue pecando, entonces esto es una evidencia de que aún no se ha convertido de verdad a Jesucristo.

El mayor problema de la humanidad es que no quieren comprometerse con Dios y es por eso, que más bien escoden la Biblia y no la quieren leer, o no quieren escuchar nada que se trate de Dios.  Así de esta forma ignoran de qué se trata el pecado, para seguir practicándolo sin prejuicio alguno: “Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón” Efesios 4:18. 

Dios ya pasó por alto los tiempos de ignorancia; pero en nuestros días la palabra de Dios corre a través de todos los medios de comunicación, por tal motivo ahora no hay excusa alguna para llegar arrepentidos a los pies de Cristo: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” Hechos 17:30.

Recuerda, que si estás apartado de Dios ya es tiempo de buscar el camino a la vida eterna mediante su Hijo Jesucristo y si ya eres cristiano recuerda estimar sobremanera el sacrificio de Jesucristo y dejar de pecar voluntariamente; de lo contrario solo le espera un lugar de castigo en vez del cielo que es lo que usted anhela.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

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