Juicio sin misericordia.

Santiago 2:13

Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.”

CONCLUSIONES.

¿Qué es la misericordia?  Según la Real Academia es: “Virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos”.  Y visto desde el punto de vista espiritual, es un atributo de Dios que le permite compadecerse del hombre y de sus necesidades y también de perdonar sus pecados. 

¿Pero por qué es tan importante la misericordia?  La misericordia es un aliado estratégico del amor; pues sin misericordia no hay amor, porque ¿En qué otra forma se habrá de manifestar el amor?  Si hay amor por nuestro prójimo, este indudablemente nos impulsará a tener misericordia de él y a ayudarle a cubrir sus necesidades como lo pide Dios: “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos”.  Marcos 12:31.

Dios mostró su amor para con el ser humano enviando a su Hijo a morir en la cruz del calvario en un acto de misericordia en el cual se compadeció de nuestro estado de muerte espiritual; es por eso que el amor expresado en meras palabras no es amor, sino una lisonja: “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Isaías 29:13. De ahí que no deberíamos decir “Dios te amo”, porque posiblemente ni siquiera le estemos obedeciendo completamente y la obediencia es la única forma de demostrar el amor a Dios: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” Juan 14:23.

Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia”.  Es tan importante para Dios la misericordia, que ya está estipulado un juicio para los que no hagan misericordia con el agravante de que para ellos no habrá “rebaja de penas” como se dice aquí en los estrados judiciales.  Y seguramente el que no haga misericordia, también estará ofendiendo a Dios en otros mandamientos; pues el que no tiene misericordia tampoco tiene amor y si no hay amor en nosotros, entonces tampoco la presencia de Dios estará en nuestras vidas, porque Dios es amor y por tanto no somos de Dios, sino del enemigo, pues el que no construye con Dios, entonces está destruyendo de parte del enemigo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” Mateo 12:30.

Cuando se nos habla de que la misericordia triunfa sobre el juicio, quiere decir que el amor se manifiesta por la misericordia y el que hace misericordia estará cubriendo multitud de pecados: “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados”. 1 Pedro 4:8. Y al cubrir multitud de pecados, entonces quiere decir que ya no habrá juicio sobre los que aman de verdad, por cuanto el amor expresado en la misericordia los tapó, los cubrió con el mismo efecto que producía la sangre de los machos cabríos al ser rociada sobre las personas y utensilios para purificarlos en el antiguo testamento.

Sin duda alguna, la falta de misericordia es uno de los mayores males de este mundo; pues hoy es más valioso para el hombre las riquezas físicas que las mismas personas y es así como el hombre comete homicidio con el único propósito de quedarse con los bienes que tenían los difuntos.  Se han dado casos tan extremos donde un hombre es capaz de matar a miembros de su propia familia, solo por quedarse con sus riquezas o para no tener que compartir las que ya tiene en este momento o sencillamente a modo de venganza porque aquellos causaron pérdidas voluntarias o involuntarias en la cadena de su negocio.

Como es notorio que en este mundo no reina la misericordia y la verdad, entonces la sentencia sobre su población ya está dada: “Juicio sin misericordia”.  ¿Será que el mundo llegará a arrepentirse y a enderezar sus caminos? Esto es imposible, pues ni siquiera el hombre es capaz de someterse a los gobiernos humanos a quienes puede ver y escuchar, entonces ¿Cómo podrá obedecer a un gobierno divino que no es visible para el ojo humano? 

El hombre común por naturaleza es rebelde y se opone a todo aquello que signifique autoridad, dado que está bajo la potestad del diablo y este por su rebelión fue echado del reino de los cielos.  Por eso es que el hombre no convertido es rebelde, porque su padre el diablo también lo es y de él ha recibido el ejemplo.  Dadas estas circunstancias, no es posible que la humanidad pueda cambiar el curso de los acontecimientos e indudablemente estará enfrentada a un juicio sin misericordia, porque no hay misericordia en la mayoría de la humanidad, pues solo un puñado de personas de los 7.8 mil millones de habitantes (al cierre del año 2020) se han convertido de corazón a Jesucristo y viven en amor y en misericordia.

¿Hay temor de Dios en la tierra?  Si hubiese temor de Dios, el hombre estaría buscando la presencia de Dios y no estaría buscando las cosas temporales de la vida, máxime cuando existe un mandato de temerle a Dios: “Tema a Jehová toda la tierra; Teman delante de él todos los habitantes del mundo”.  Salmos 33:8. Si hubiese temor de Dios, el mundo viviría en amor y en misericordia, pero no es así y por eso más bien vendrá juicio: “Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra”.  Sofonías 1:18.

Estimado amigo, hoy debes tomar la decisión de escapar del mundo y acudir arrepentido a los pies de Cristo para recibirle como su señor y salvador, de lo contrario no podrás escapar del juicio sin misericordia que ha sido decretado sobre la tierra y sus habitantes.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 


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