La fe sin obras no salva.

Santiago 2:14-17.

“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”

CONCLUSIONES.

Según la Real Academia española fe es: “Conjunto de creencias de una religión”; pero según la Biblia se define como: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.  Hebreos 11:1. Pero si aterrizamos más la idea, ¿Qué es lo que ciertamente esperamos y lo que no vemos de lo cual estamos convencidos?  El hombre común ciertamente espera y pone su confianza en las cosas del mundo, en el dinero, en las posesiones, en las clases sociales, en la política, en los estudios, en los negocios, etc., aduciendo con ello que esa es la vida y que su único propósito es disfrutar de ella mientras esté vivo.  Una vez el hombre se convierte de corazón a Cristo y reconoce que es pecador y que necesita quien lo rescate de la muerte espiritual, entonces la fe entra a tener otras connotaciones.  Ahora la fe se centra en la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, ahora dicha persona cree que Jesucristo es real y que bajó del cielo para morir en una cruz y darnos vida eterna, ahora cree que luego de la muerte, entonces seremos resucitados con el mismo poder con que fue resucitado Jesucristo y así mismo cree que seremos partícipes de una vida en abundancia en el reino de los cielos; esto es lo que verdaderamente se denomina la fe cristiana.

Ahora destaquemos la importancia de la fe, la cual es para la salvación del alma: “obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.  1 Pedro 1:9. La fe es una virtud y también es un medio por el cual podemos llegar a obtener la vida eterna, Dios lo ha dispuesto así y no hay otra forma.  Y sin fe es imposible agradar a Dios y si no podemos agradarle, mucho menos podemos obtener la salvación, pues esta es un don de Dios: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.  Hebreos 11:6.

¿Y por qué la fe cristiana debe ser puesta solo en Jesucristo?  Es simple, solo hay una persona en todo el universo que está capacitada para darnos salvación: “y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”.  Hebreos 5:9. Jesús fue enviado desde el cielo a la tierra, para que participara de las mismas aflicciones del hombre y para que estando sujeto a la autoridad de su Padre, fuera perfeccionado en obediencia y que, a partir de la humillación, el vituperio y el castigo cruel, aprendiera la humildad y la mansedumbre y así de esta forma fue perfeccionado y totalmente capacitado para redimir al hombre del pecado y darle vida eterna.  Pero hay un detalle que no debemos pasar por alto y es que Jesús es autor de eterna salvación solo para aquellos “que le obedecen”, no solo para los que creen en su obra retentora, sino para los que creen pero que también le obedecen.  ¿Obedecer a qué?  Jesucristo durante su ministerio y en otros tiempos mediante sus profetas, dejó una serie de mandamientos, los cuales son de necesario cumplimiento para que el hombre pueda demostrar delante de Dios que su fe es verdadera.

¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras?  Seguramente que de nada sirve, pues si yo digo creer en Dios y su Hijo Jesucristo, como mínimo debo empezar a escudriñar su Palabra, para ver qué condiciones ha puesto Él para todos sus discípulos o seguidores.  ¿Podrá la fe salvarle?  Indudablemente que no, pues Dios no aceptará una fe muerta como contraprestación para redimirnos del pecado, pues lo único valioso de la fe es que esta sea viva, es decir que se sienta, pero que también se viva.  Si tengo fe en Jesucristo y su obra redentora, entonces con mayor agrado escudriñaré su palabra, poniendo diligencia en obedecer todo aquello que Él nos manda para ponerlo por obra.

El texto nos pone un ejemplo muy claro de cómo es una fe muerta y se trata de cuando viene a nosotros un necesitado y en vez de proveerle lo que necesita, entonces lo despachamos con cualquier pretexto como: “Id en paz, calentaos y saciaos”, “hoy no tengo, la próxima vez que venga con mucho gusto” o “no hay por ahora” o “trabaje, así como lo hace todo el mundo” o “pídale al gobierno que le ayude”.  ¿Será que el necesitado quedó satisfecho y que nosotros cumplimos con el mandato de Dios?  En ninguna manera, pues esto es fe muerta: “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?”  Dios pone el ejemplo basado en el segundo gran mandamiento, dado que es el que más se viola en este mundo lleno de injusticias, pero hay muchos más mandamientos en la palabra, los cuales también merecen ser obedecidos, pues Dios es soberano y puede determinar qué exigir y qué no exigir al hombre en su infinita sabiduría: “Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: Qué haces?” Eclesiastés 8:4. 

Así mismo es la fe, que si no tiene obras que la respalden, entonces está muerta, no sirve de nada.  ¿De qué sirve creer en Dios y su hijo Jesucristo si a nuestro alrededor hay personas con hambre y con otro tipo de necesidades, las cuales nosotros podemos ayudar a cubrir y ante lo cual nosotros nos hacemos los de los oídos sordos y los de los ojos ciegos?  Si Dios dice: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” Juan 14:23 y nosotros no la obedecemos, entonces ¿Con qué cara vamos a reclamarle a Dios la salvación para nuestra alma?  Esto es igual a ser contratados en una empresa para cumplir determinadas tareas; pero en vez de hacer dichas tareas, perdemos el tiempo en otras cosas, pero sí estamos pendientes el día de la quincena a ver si nos pagaron, ¿No es esto deshonestidad con la empresa?  Lo mismo sucede con Dios, pues somos deshonestos si reclamamos su bendición y su salvación sin guardar su palabra.

Hay casos tan simples y comunes en todo el mundo, como el no diezmar de nuestros ingresos para el sostenimiento de la obra de Dios, primero es un incumplimiento al mandato divino y segundo falta de fe por no creer en las promesas que tiene preparadas Dios para los que cumplen con el diezmo:  “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”. Malaquías 3:10. Y si usted no conocía el mandato del diezmo, su condición espiritual es aún peor de lo que se imaginaba; pues está incumpliendo con otro de los mayores mandamientos que nos exige leer la palabra de Dios: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”.  Juan 5:39.  Posiblemente usted esté amañado con lo que le ha dicho su líder religioso y no se ha preocupado por conocer la verdadera voluntad de Dios; pues hay falsos argumentos como estos:  “Que eso es un mandato del antiguo testamento”, “que no es necesario diezmar cuando se preparan ofrendas para los santos”, “que yo quedo eximido porque doy limosnas”, “que solamente es necesario dar un día de salario al año”, etc.; yo más bien lo invito a que conozca la voluntad de Dios y no se amañe con la voluntad de los hombres, máxime cuando el hombre no puede salvar.

Otro caso es por ejemplo el de las mujeres que no se someten a sus maridos porque creen que ellas son la autoridad en el hogar, esto primero es desobediencia a Dios y luego ignorancia acerca de la bendición que reciben sometiéndose a la autoridad delegada por Dios (claro está que se eximen casos en que la actuación de dicha autoridad va en contra de la palabra de Dios): “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”.  Efesios 5:24. Tal como en el caso del diezmo, a muchas mujeres no les interesa conocer ni mucho menos recibir esta palabra, y aquí es donde muchas piensan que la Biblia pasó de moda, porque según ellas está ignorando que estamos en los tiempos de la liberación femenina.  Pero Dios es su infinita potestad estableció una línea de autoridad, a la cual debe someterse tanto el hombre como la mujer, de lo contrario estaremos contradiciendo la fe al declarar delante de Dios, que su voluntad no está acorde con nuestras ideas.

Y el problema es mucho mayor en la mayoría de los cristianos, pues no les interesa leer la palabra de Dios para no comprometerse mucho, aduciendo que basta con creer en Dios y que con eso ya tienen ganada la vida eterna.  Por eso dice un adagio popular, que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, entonces aquellos no quieren ningún compromiso con Dios, pero sí quieren la salvación y esto es deshonestidad con Dios, la cual indudablemente será castigada, pues una fe muerta conlleva también a una muerte espiritual (esto es la muerte segunda, pues un cristiano en esta situación de por sí ya está muerto): “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.  Por eso el dicho popular que reza “la fe te salvará Pedro” es un invento de los perezosos que pretende esperar la salvación sin hacer la voluntad de Dios referente a sus mandatos.

Estimado amigo o hermano, en conclusión, las obras son las que dan testimonio de la fe, es decir que son los frutos de la fe; así como lo es la misericordia en relación con el amor.  No hay forma de amar si hay ausencia de misericordia, así mismo no hay forma de tener fe si las obras están ausentes:  “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”.  Santiago 2:18.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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