Como purificar nuestras almas.

1 Pedro 1:22-23.

Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.”

CONCLUCIONES.

Purificar es limpiar de impurezas, de tal forma que lo que se desea limpiar llegue a un estado puro, sin mancha y preferiblemente a su estado original.  Cuando nacimos nuestro cuerpo se enfrentó a un medio ambiente lleno de impurezas y de contaminantes, así mismo nuestra alma fue sujeta al pecado debido a la naturaleza pecaminosa que recibimos de Adán y también por las influencias permanentes que el mundo tiene sobre las personas.  Esto quiere decir que a medida que crecemos, nuestro cuerpo va acumulando contaminantes y en gran medida, de allí es de donde provienen las enfermedades físicas. 

Por su parte nuestra alma, si no es purificada, entonces se convierte en habitación de espíritus inmundos y demonios, por esa razón es que muchas vidas están dirigidas por las tinieblas y tanto el alma como el espíritu entran en un estado de muerte espiritual o la llamada primera muerte.  Se llama muerte, porque no existe la presencia de Dios en el corazón y por ende tampoco hay vida espiritual (pero si vida carnal) y al no haber vida espiritual, entonces una vez muerta la persona, se verá enfrentada ante una segunda muerte espiritual (la muerte segunda), donde el alma y el espíritu son lanzados al lago de fuego y azufre luego del juicio.

¿Qué se necesita entonces para esta limpieza espiritual?

Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad”. Hay un ingrediente principal en esta purificación y es la OBEDIENCIA A LA VERDAD.  ¿Y cuál es esa verdad?  Es la Palabra de Dios escrita en la sagrada Biblia, cuyo protagonista principal es Jesucristo el Hijo de Dios. Para limpiar una habitación se necesita como mínimo una escoba, un trapero y algún detergente con aroma, para que todo quede limpio, además de que tenga un olor agradable; así parecido es el ámbito espiritual, donde para comenzar se necesitan estos ingredientes:  La Palabra y la obediencia a dicha palabra.

Mediante el Espíritu”.  Una habitación no se limpia y se cierra para que permanezca así durante un tiempo, pues su objetivo principal es que alguien habite allí y se sienta confortable en ella.  Así parecido es el alma, pues si se limpia, alguien tiene que habitar en ella y ese es el Espíritu Santo de Dios, pues el corazón que es parte del alma es su habitación, la cual está rodeada del cuerpo físico de cada persona.  Si el Espíritu no entrare a esta habitación entonces sí lo harían los espíritus inmundos y los demonios al encontrar dicha habitación vacía.  Y no podemos olvidar que el Espíritu con su fuego consumidor, también ayuda en la limpieza del alma, si en la persona permanecen la verdad y la obediencia y por eso es que se usa la palabra “mediante” para presentar al Espíritu como un agente o como un coadyuvante en la limpieza del alma.

Para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”.  Todo proceso tiene que dar buenos frutos de lo contrario se han perdido los verdaderos objetivos, se han extraviado los valores y los principios; es así como el primer fruto de este proceso debe ser el amor, porque es el primer fruto del Espíritu, quien luego de la limpieza (o en el transcurso de su proceso) entra a morar en nuestros corazones y comienza a producir sus frutos.  Si el proceso de limpieza culminó o está culminando con éxito, entonces se debe evidenciar como fruto principal el AMOR, el amor fraternal no fingido, entrañable y de corazón puro, que debe reflejarse ante las demás personas.

Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”. Una vez ocurra la limpieza a través de la obediencia a la verdad y la presencia del Espíritu Santo esté dentro del corazón, entonces se habrá producido el nuevo nacimiento, un proceso totalmente necesario para que un ser humano pueda entrar al reino de los cielos: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.  Juan 3:5.  Este versículo anterior habla del agua, que es la misma Palabra de Dios según el texto siguiente: “Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”.  Efesios 5:26.  El hecho de nacer de nuevo, quiere decir que la esencia o la simiente de esa nueva vida ya no es material sino espiritual e incorruptible, o sea que ha alcanzado un estado en el cual es visible para el reino de los cielos, además de que está apto para entrar en él y todo esto se da por el ingrediente principal en la limpieza del alma que se llama LA PALABRA DE DIOS, que vive y permaneces para siempre; es decir, que esta Palabra es inmutable e imperecedera, que trasciende todos los siglos y las generaciones.

Estimado hermano y amigo, estos tiempos están difíciles: Hay guerras, pestes, escases, hambres, vicios, violencia, robos, homicidios, manifestaciones, dictaduras, invasiones, tornados, terremotos, deslizamientos por agua, sequedad por falta de agua, etc.; y todo esto nos da a entender que la segunda venida de Jesucristo está a las puertas y que será un hecho inminente.  Por otro lado nos damos cuenta que el hombre esta cada día más apartado de Dios y para que pueda ser partícipe de la salvación dada por Jesucristo a través de la cruz del calvario, es necesario que purifiquemos nuestras almas a través de la obediencia a su Palabra, y que recibamos al Espíritu Santo de Dios en nuestros corazones, para que demos frutos de amor y de justicia y que así mismo nos podamos presentar delante de Dios como nuevas criaturas, nacidas del agua y del Espíritu, capacitadas para hacer toda buena obra y para poder entrar en el reino de los cielos.

Si sigues en desobediencia o aún peor en ignorancia, irreverencia, indiferencia e incredulidad delante de Dios, no creas que eres un verdadero hijo de Dios y que por ende tienes asegurada la salvación de tu alma, no te dejes engañar por el diablo que permanentemente le dice a las personas que están bien y que no necesitan de Dios para vivir una vida llena de gozo y de paz.  Tenga entendido que fuera de la cobertura de Dios solo hay muerte y perdición eterna: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.  Juan 5:24.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

  

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