Como conocer a Dios.

1 Juan 2:3-6.

Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.”

CONCLUSIONES.

Empezamos citando este texto bíblico: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”.  Proverbios 9:10.  De donde concluimos que la inteligencia superior, la que proviene del cielo, consiste en el conocimiento de Dios y por tal razón conocer a Dios es un verdadero tesoro; pues todo lo terrenal es perecedero, pero lo que proviene de Dios es infinito, es universal y sobrepasa la barrera de la muerte física.  Conocer a Dios nos hace estar cerca del reino de los cielos y nos hace caminar por encima de los padecimientos y sufrimientos que se experimentan en este mundo.

¿Y entonces cuál es el secreto para conocer a Dios?  Es simple y consiste en guardar sus mandamientos: “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos”.  Esto de guardar consiste en colocarlos en nuestro corazón, recordarlos cada día y ponerlos por obra.  No es suficiente con escudriñar y entender la Palabra; es necesaria la obediencia para poder que dicha Palabra desencadene las promesas de Dios y entonces podamos vivir en carne propia el poder transformador de su Palabra y también las riquezas de sus bendiciones.  Por eso es que la Palabra es viva, es decir, que tiene vida; pero esta vida solo se manifiesta si la obedecemos:  “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos”. Hebreos 4:12ª.

¿Poder y bendiciones? Sí, esto es lo que recibimos de Dios si obedecemos sus mandamientos, fuera de que si obedecemos entonces nos convertimos en verdaderos hijos de Dios, llenos de su conocimiento.  Esto significa que la obediencia está por encima incluso de la oración, del ayuno, de las vigilias y de cualquier tipo de servicio a Dios; pues sino obedecemos, seguimos muertos espiritualmente por lo que no hay ninguna transformación en nuestras vidas:  “Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”.  Marcos 3:35.  Este texto enfatiza la idea de que solo podremos ser hijos de Dios (o su familia) si hacemos su voluntad.

Por ejemplo en este texto que se cita a continuación está la promesa de la multiplicación financiera; pero para poder que nuestras finanzas se multipliquen, tenemos inevitablemente que ayudar a nuestro prójimo, pues si no damos, no habrá ninguna cuenta en el cielo a nuestro favor que Dios pueda multiplicar; es decir, si seguimos “amarrados” con la ayuda a nuestros semejantes, Dios no tendrá materia prima para multiplicar, no habrá anticipos ni cuentas a nuestro favor:  “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”. Lucas 6:38.  

Y el hecho de cumplir este mandato trae conocimiento, mediante el cual podemos experimentar que todo lo que demos de corazón, se devuelve multiplicado y entra nuevamente a nuestras finanzas y esto es verdadero conocimiento de Dios, de un Dios que no camina acorde con nuestra leyes naturales, las cuales dirían según los egoístas, que entre más demos, menos vamos a tener; pero la matemática de Dios opera al contrario y esto es conocimiento puro.  En síntesis, si no has experimentado la sanidad financiera o no sabes qué es esto, tampoco podrás decir que conoces a Dios desde el punto de vista financiero.

El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”.  Hay personas que aseguran levantarse con Dios y hacer todas sus actividades solo para Dios; pero no obedecen sus mandamientos y siguen diciendo mentiras, siguen ofendiendo al prójimo, siguen maldiciendo con sus labios, siguen poniendo las cosas terrenales por encima de Dios, siguen practicando vicios como el alcohol, siguen practicando la usura, siguen siendo injustos y deshonestos y muchos a pesar de que Dios aborrece la idolatría, siguen visitando templos llenos de imágenes e ídolos muertos.  

¿Será que una persona de estas sí conoce a Dios?  De ninguna manera, pues anda muerto espiritualmente y aunque lea la Biblia no entiende y aunque lo exhorten con la Palabra, no escuchará y aunque tenga cierta voluntad de cambiar no podrá hacerlo porque está atado por las tinieblas, mientras no llegue arrepentido a los pies de Cristo y decida obedecer su Palabra.  Diríamos que casi el cien por ciento de la población mundial ha escuchado el evangelio por algún medio de comunicación, pero son muy pocos los que creen y deciden obedecer y por tanto son muy pocos los que logran conocer a Dios de verdad.

Pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él”.  Aquí hay una promesa adicional para los que conocen a Dios mediante la obediencia de su Palabra y consiste en que el amor de Dios se perfecciona en ellos y su comunión con Dios se vuelve recíproca, constante y personalizada: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.  Apocalipsis 3:20.  Esta puerta de que habla Jesucristo se abre mediante la obediencia, pues si la persona oye pero no hace nada, dicha puerta permanecerá cerrada y no habría forma de que Jesucristo entre a nuestra casa y comparta sus bendiciones con nosotros.

El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo”.  Permanecer en Cristo, significa andar como anduvo Jesucristo aquí en la tierra, en quien no se halló ningún rastro de pecado y quien obedeció en todo a su Padre: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Juan 6:38.  Jesucristo nos dio ejemplo obedeciendo absolutamente en todo a Dios, así mismo nosotros debemos obedecer en todo a la Palabra, para que el conocimiento de Dios crezca en nuestras vidas y de esta forma también seamos transformados y llenos de sus bendiciones.

Estimado hermano y amigo, no podemos conocer a Dios por lo que dicen las religiones o por lo que dicen los medios de comunicación, no podemos conocerlo solo leyendo los textos bíblicos, es necesario que escudriñemos su Palabra y que la obedezcamos para poder experimentar el poder y la bendición que hacen que conozcamos a Dios de primera mano, es decir, mediante la experiencia propia y esto es el verdadero conocimiento.  No podemos contentarnos solo con saber que Cristo salva, más bien hay que obedecer su Palabra para que podamos experimentar la salvación de nuestras almas aún cuando todavía estemos viviendo físicamente.  No esperes conocer a Dios para luego decidir si le obedeces o no, pues es absolutamente imposible conocerlo sino le obedecemos; porque mientras seamos desobedientes solo somos unos religiosos, desconocidos para Dios, ignorantes de su conocimiento y aptos solo para entrar en el infierno.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

 

  

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