¿Se siente usted libre de pecado?

1 Juan 1:8-10.

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.”

CONCLUSIONES.

Hay un principio y es que todos, absolutamente todos somos pecadores: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.  Romanos 5:12. Si alguien se creyere muy santo y actuare impecablemente delante de los hombres, aun así, tiene la herencia pecaminosa de Adán y Eva; es decir, está sucio delante de Dios y necesita ser limpiado por la sangre de su Hijo Jesucristo para tener acceso libre a su presencia.

Es por eso por lo que, si andamos en la verdad de Cristo, tenemos que reconocer que somos pecadores y que a diario necesitamos de la limpieza de la sangre de Jesucristo; esto para ser aceptos delante de la presencia de Dios cada día que nos presentemos delante de Él en alabanza y adoración.  Otra cosa es que estamos rodeados de un mundo lleno de injusticias y de pecado y que, por lo tanto, por muy santos que nos creamos, terminamos siendo salpicados por el mundo; esto es como salir de la casa cuando está lloviendo y pretender que vamos a volver a nuestra casa absolutamente secos, lo que es imposible, pues como mínimo nuestros zapatos llegan humedecidos por el agua, aún si lleváramos una sombrilla.

Entonces el hecho de afirmar que estamos libres de pecado es un engaño para nosotros mismos y denota claramente que la verdad aún no está en nosotros: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”.  ¿Y cuál es esa verdad?  La verdad es Jesucristo y su evangelio, quienes nos incitan permanentemente a buscar el arrepentimiento debido a nuestra naturaleza pecaminosa.

Siempre ha existido una puerta de salida al problema del pecado desde que Jesucristo ofreció un único sacrificio en la cruz del calvario y es la confesión de nuestros pecados, que debe darse en un acto de humildad delante Dios, donde reconocemos que Dios merece toda obediencia y respeto y que el sacrificio de su Hijo es suficiente para limpiarnos de toda maldad: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”.  Pero si en vez de humillarnos delante de Dios, lo que hacemos es pensar o confesar con nuestra boca que estamos libres de pecado, entonces entramos en otro estado mucho más pecaminoso que el anterior y consiste en el orgullo y altivez de corazón, cosas por las cuales el diablo (que antes era Lucifer) quiso ser igual a Dios y por consiguiente fue expulsado del cielo junto a todos los ángeles que le seguían.  Este hecho de creernos libres de pecado, hace que nosotros estemos tratando a Dios de mentiroso, por cuanto Él mismo afirmó que todos pecamos y si tenemos el conocimiento de la Palabra, pues vamos a dar por cierto que mientras estemos en este cuerpo físico vamos a estar sujetos al pecado y también podremos reconocerlo cuando el Espíritu Santo de Dios esté en nuestro corazón, pues él mismo nos demostrará y convencerá inequívocamente de que somos pecadores:  “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”.  Juan 16:8.

Otra forma en la que hacemos mentiroso a Dios es cuando no creemos en su Hijo Jesucristo, pues Dios ha dado suficiente testimonio a través de su Hijo, para que creamos tanto en el Hijo como en el Padre: “El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo”. 1 Juan 5:10. Esta es la situación actual de la mayoría del mundo, que no creen en Dios o no les interesa saber de Dios, porque según ellos tienen otras cosas más importantes que atender aquí en la tierra.  El hecho de hacer a Dios a un lado hace que estén tratando a Dios como mentiroso, lo cual ciertamente se configura como uno de los pecados más graves, tanto que causa el castigo eterno: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.  Juan 3:38.

Estimado amigo y hermano, ¿Se siente usted libre de pecado?  Si es así, entonces puede estar ocurriendo en su vida una de estas tres cosas:  El orgullo está controlando su vida, le falta escudriñar la Palabra de Dios o no tiene la presencia del Espíritu Santo para que lo convenza de que sigue siendo pecador.  Y si se siente pecador y fuera de eso vive arrepentido, entonces es usted un candidato seguro para entrar en el reino de los cielos.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El sueño espiritual. Romanos 13:11-14

El poder del evangelio (Romanos 1:16-17)

En ningún otro hay salvación. Hechos 4:11-12