El que conoce a Dios nos oye.

1 Juan 4:4-6.

“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.”

CONCLUSIONES.

Para comenzar citaremos este versículo: “Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”.  Juan 10:26-27.  Toda madre terrenal conoce muy bien a cada uno de sus hijos, empezando por su nombre, sus rasgos físicos, su personalidad, sus gustos, sus costumbres, sus fortalezas y sus debilidades, porque los engendró y está cuidando diariamente de ellos; así mismo su madre reconoce la voz de cada uno de sus hijos y también cada hijo reconoce la voz y la presencia de su madre.  De esta misma forma nuestro Padre Celestial, conoce muy bien a cada uno de los que ha recibido por hijos mediante el nuevo nacimiento, el del agua y del espíritu: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Juan 3:5

Pero no se debe confundir el primer nacimiento, el físico, con el segundo nacimiento que es el espiritual, donde el Espíritu Santo de Dios entra a morar y a gobernar en el corazón del hombre, convirtiéndolo en una nueva criatura, engendrada no de carne ni de sangre sino del Espíritu:  “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.  Juan 1:12-13.  En este segundo nacimiento es donde somos reconocidos como hijos de Dios, no así con el primer nacimiento en el cual pasamos a ser criaturas como las muchas que fueron creadas por Dios, pero sin una connotación especial.  Antes éramos desconocidos, pero mediante el nacimiento espiritual ya tenemos una relación estrecha con Dios, una relación de hijo a Padre; esto también se denomina la primera resurrección, pues el hombre sin Dios está muerto espiritualmente, pero cuando abandona el pecado y recibe a Jesucristo como su Señor y Salvador entonces resucita; es decir, que pasa de muerte a vida, pues aunque se movía y respiraba, estaba andando sin Dios y sin salvación y ahora que tiene a Cristo en su corazón está vivo para el reino de los cielos.

Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye”.  Aquí el texto presenta una gran diferencia entre los hijos del mundo y los hijos de Dios (los que no han nacido de nuevo son los hijos del mundo), ellos hablan del mundo con sus pasiones y deseos, pero el que es de Dios habla de su Palabra, habla de su poder y de su majestad, el que es de Dios habla de justicia, de paz y de amor y canta alabanzas en su corazón para su Creador.  El que es de Dios, vive buscando las cosas del reino de los cielos y no buscando las cosas del mundo: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.  Colosenses 3:1-2.  Por esta razón es que cuando hay un concierto de rock o música popular, la gente acude por multitudes, pues allá le cantan al mundo con sus pasiones y deseos y eso es lo que la mayoría de la gente quiere escuchar; en cambio si hay una campaña evangelística en un parque, muy pocas personas se acercarán a escuchar y si hay mucha asistencia, seguramente son miembros de la iglesia o iglesias que están apoyando dicho evento.  En síntesis, la campaña evangelística es un evento para locos (dicen algunos), pero el concierto es para alegrar al pueblo (dicen otros); pero detrás de esto está la evidencia que demuestra quiénes son los hijos del mundo y quiénes son los hijos de Dios.

Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye”.  Si usted como cristiano le habla a una persona de Cristo y no le oye, entonces esa persona no es de Cristo. Podría ser que dicha persona esté reacia a llegar a los caminos del Señor o una vez le conoció y luego volvió atrás, pero en ella está la semilla de la Palabra de Dios en estado latente de germinación y escuchará aunque todavía no de señales de conversión; en cambio el que definitivamente es de las tinieblas, rechazará rotundamente la Palabra de Dios y aunque pase por grandes tribulaciones, seguirá rechazando el mensaje de salvación para su alma, esto es parecido a lo que sucederá con las plagas que Dios enviará al finalizar la gran tribulación, que ni aún ante el dolor el hombre se arrepentirá de sus malos actos: “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar”.  Apocalipsis 9:20.

El que no es de Dios, aunque se le hable intensamente sobre la gran abominación que es la idolatría delante de Dios, este no entenderá y seguirá insistiendo que aquel crucifijo, imagen o escultura a quien honra es su dios, aunque ni siquiera pueda moverse del sitio donde la coloquen, esto es porque ellos no quisieron creer a la verdad, entonces de parte de Dios han recibido un espíritu de error, para que finalmente cumplan el deseo de sus corazones y se pierdan eternamente en el infierno:  “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”.  2 Tesalonicenses 2:11-12.

En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error”.  Esta es otra forma de conocer a los espíritus, si un espíritu oye la Palabra de Dios y la rechaza, entonces este no es de Dios.  ¿Y cómo hacemos para que ellos escuchen la Palabra? Todo ser humano tiene en su corazón alguien que lo está dirigiendo, pues el corazón no puede estar vacío porque será ocupado por algún espíritu o legión.  Para el caso de los cristianos verdaderos, el corazón es ocupado por el Espíritu Santo de Dios y para el resto de los casos, el corazón estará ocupado por espíritus inmundos y demonios en cantidad de uno hasta legiones completas como ocurrió con el endemoniado gadareno en la historia bíblica: “Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos”. Marcos 5:9. Entonces si se le habla del evangelio a una persona cualquiera, se le estará hablando directamente al espíritu que habita en su corazón, ya sea un espíritu de Dios o un espíritu de las tinieblas y su reacción nos demostrará el origen de dicho espíritu, si es de Dios o de las tinieblas.

¿Queda una incógnita? Sí, pues inicialmente ¿Cómo hace una persona para pertenecer al reino de Dios o al de las tinieblas? Es simple, tanto el bien como el mal fueron puestos a los pies del hombre y Dios le concedió libertad para escoger alguno de los dos: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal”. Deuteronomio 30:15. Y si el hombre en uso de sus facultades legales le gustó más el pecado que la justicia, entonces automáticamente pasó a engrosar el reino de las tinieblas y si le gustó más la justicia y la verdad, entonces se integró al ejército de los cielos, aunque en dicha persona aún no se haya producido el arrepentimiento ni el nuevo nacimiento; pero su mente estará abierta para escuchar la palabra de Dios y este oirá con gozo todo lo que se trate de Dios.

Estimado hermano y amigo, si hoy escuchas con agrado la Palabra de Dios, es porque eres de Dios aunque aún no hayas nacido de nuevo; pero si aún no eres hijo de Dios, entonces corre arrepentido a los pies de Cristo y recíbele como su Señor y Salvador, pues el tiempo de su venida está cerca y no creo que sea muy agradable quedarse viviendo en un mundo lleno de corrupción, de injusticias, de pestes, de violaciones, de guerras y luego ser condenado en el juicio final; es mejor que partas con Jesucristo y entres de una vez al reino de los cielos.

Y si aún no reaccionas ante este llamado, solo hay un veredicto: Eres del diablo: “¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.  Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” Juan 8:43-44. 

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

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