El verdadero origen de las riquezas.


El verdadero origen de las riquezas.

Una de las cosas que más mueve al mundo son las riquezas, pues estas traen prosperidad, avances tecnológicos, bienestar, salud y mayor calidad de vida; sin embargo, en contraposición a estos beneficios vienen otras consecuencias desagradables como estas: Por las riquezas se matan unos a otros, por las riquezas los malos extorsionan y secuestran, por las riquezas entran países en guerra, por las riquezas es que los grandes humillan a los más débiles, por las riquezas es que el hombre entra en un desenfreno de pasiones, de abusos, de vicios, de drogadicción y de pecado; y por último por causa de las riquezas el hombre se aparta de Dios y se enaltece ante su presencia.

Texto: Deuteronomio 8:18-19.

Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis.”

CONCLUSIONES.

¿Entonces de dónde provienen las riquezas? Sin duda alguna, Dios es el dueño de las riquezas y las ha hecho para que el hombre disfrute de ellas; sin embargo, esto no siempre ha ocurrido así, porque el hombre ha usado las riquezas para corromperse y no para hacer la voluntad de Dios, y por eso son muy escasos los ricos que la usan para agradar a Dios, para ayudar a los necesitados y para engrandecer su obra; y como consecuencia de ello difícilmente un rico entrará al reino de los cielos: “Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!”. Marcos 10:23.

Dios es el dueño de todo cuanto existe en el universo incluyendo el oro y la plata, pues Él lo creó con su poderosa mano y también le dio sabiduría al hombre para hacer cosas como el dinero y poder comerciar a través de él y de esta misma forma le puede dar al hombre poder, sabiduría e inteligencia para acceder a dichas riquezas y disfrutar de ellas, pues dice el texto: “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas”.

Pero Dios tiene condiciones para darnos de sus riquezas y la principal de ellas es no olvidarnos de Dios y la segunda es no recurrir a los ídolos ni a la idolatría: “Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis”. Este texto nos está diciendo que si nos olvidamos de Dios y lo reemplazamos por otros dioses a los cuales servimos y honramos, entonces la sentencia es una sola de parte de Dios y es la muerte espiritual: “de cierto pereceréis”, y muertos espiritualmente entonces tampoco habrá prosperidad de parte de Dios para nosotros.

¿Pero por qué hay malos que son ricos? El diablo ha usurpado la creación de Dios y hasta se siente dueño de ella, tanto que le ofreció sus riquezas a Jesús en las tentaciones del desierto, porque el hombre a causa del pecado le ha dado licencia al diablo para que maneje sus bienes que por herencia le corresponden a él y no al diablo. 

Entonces el diablo hace uso de estas riquezas y se las da al que mejor le sirva, para recompensarlo, para hacerle sentir que él es rico y que también puede dar muchas prebendas a los que le sirven; pero esto es un engaño del enemigo, pues servirle al diablo solo para disfrutar de las riquezas, hace que el hombre implícitamente le entregue su alma y que el maligno pueda disponer de ella como un instrumento para contaminar al mundo y para llenarlo de caos y corrupción; y finalmente cuando haya usado al hombre como se le antoje, entonces le quita la vida porque es de su propiedad y puede hacer con ella lo que quiera; y se apodera de su alma llevándosela definitivamente para el infierno. 

¿Cómo sabemos entonces cuáles riquezas provienen de Dios y no del diablo?  Es simple, las riquezas que provienen de Dios traen gozo, paz y ausencia de tristeza; en cambio, las riquezas que provienen del mundo (cuyo príncipe es el diablo) traen sufrimiento: “La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella”.  Proverbios 10:22. Otra forma de discernir su tipo es mirando su procedencia, si ellas proceden de fuentes ilícitas entonces es dinero del diablo y si proceden de actividades legales, justas y transparentes, entonces son de Dios.

Por otro lado, las riquezas que provienen del diablo traen temor, persecución, delirios, enfermedades, hasta tal punto que las personas no pueden dormir tranquilas pensando en la seguridad de sus riquezas, pensando en que otros se la pueden quitar, pensando en que los malvados lo van a matar para quedarse con ella, pensando en que sus negocios puedan fracasar y perder todo lo que tenían acumulado, etc. En cambio, cuando la riqueza proviene de Dios, ésta llena al hombre de paz y seguridad, a la misma vez que abre su corazón para ayudar a la expansión del evangelio de Jesucristo y también para ayudar a todos los pobres y necesitados.

Estimado hermano y amigo, Dios creó las riquezas y por eso mismo es el dueño natural de ellas y, por tanto, si nos acercamos a Dios de corazón y le adoramos solo a Él, entonces también podrá darnos el poder para conseguirlas, atesorarlas y disfrutar de ellas.  No te inclines por las riquezas que da el diablo, porque sin duda alguna, a través de ellas perderás el alma en el infierno que arde con fuego y azufre por una eternidad; además de que dichas riquezas no se pueden disfrutar, pues el hecho de tenerlas trae otros problemas que nos roban la paz y la tranquilidad; por ejemplo, ¿De qué sirven las riquezas obtenidas a través de negocios ilícitos, si tarde o temprano su dueño estará en una cárcel privado de la libertad, mientras otros disfrutan de lo que logró acumular con su arduo trabajo?

Por eso Dios a través de su Palabra nos amonesta diciendo que es mejor ser pobre y vivir justamente delante de Dios, que vivir llenos de riqueza, pero en la abundancia de pecado: “Mejor es lo poco del justo, Que las riquezas de muchos pecadores”. Salmos 37:16.

Otro aspecto para tener en cuenta es que uno debe estar capacitado para poder manejar las riquezas, de lo contrario estas lo dañarán y le harán perder la salvación; y por esta razón es que Dios a muchos de sus hijos no les da abundancia de bienes, sino lo suficiente para vivir el día a día. Esta capacidad puede ser un don natural recibido de Dios o producto de una capacitación recibida también de parte de Dios en la escuela de la vida diaria; pero no se le pueden dar riquezas a quienes no están capacitados para manejarla, porque como mínimo pierden la cordura y la sensatez.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

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