No solo de pan vivirá el hombre.
No solo de pan vivirá el hombre.
Todo cuerpo necesita de combustible para poder moverse como
es el caso de las calorías que se obtienen a través de los alimentos y el
cuerpo también necesita de otra serie de elementos como proteínas, vitaminas y
minerales para mantenerse en buen estado y que de esta forma pueda ejecutar
todas sus actividades diarias en óptimas condiciones de salud y bienestar. Eso está muy bien, pero entonces ¿Cuál es el alimento para el alma y el espíritu? ¿Y de verdad el cuerpo espiritual sí necesita algún tipo de alimento?
Texto: Deuteronomio 8:3.
“Y te afligió, y te hizo tener
hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la
habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el
hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.”
CONCLUSIONES.
Conocemos de antemano que es supremamente indispensable
alimentar el cuerpo, de lo contrario las fuerzas y la vida física se van
deteriorando hasta que el cuerpo muere por inanición y esto es lo que sucede
con regularidad en aquellos países pobres, como en algunas regiones del África,
donde los niños se ven obligados a comer galletas de lodo para calmar el
hambre, ya que no hay más fuentes de alimentación o carecen de recursos
económicos para comprar los alimentos necesarios para la vida.
Si embargo, por ser nosotros unos seres trinitarios
compuestos por cuerpo, alma y espíritu, deberíamos pensar en si estos dos
últimos componentes necesitan alimentos, así como lo requiere el cuerpo físico
y en efecto así es, pues para el alma y el espíritu, aunque son netamente
espirituales, también hay un alimento que lo provee directamente Dios a través
de su Palabra: “Para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas
de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”.
El cuerpo físico muere sin alimentos y se destruye totalmente;
sin embargo, el alma y el espíritu no se destruyen a falta de alimentos; en
estos más bien el concepto de muerte consiste en su destinación eterna; pues si
el alma y el espíritu van al cielo, entonces se dice que están vivos y si por
el contrario van al infierno, entonces se dice que están muertos. Aquí la vida equivale a estar en la presencia
de Dios en abundancia de paz y la muerte equivale a estar en un castigo eterno
con abundancia de dolor, de llanto y de tristeza.
¿Entonces por qué la Palabra de Dios es el verdadero
alimento espiritual? Es simple, la Palabra de Dios nos conduce a la vida, lo
cual significa estar en la presencia de Dios por una eternidad; en cambio la
ausencia de la Palabra de Dios nos conduce a la muerte, lo cual significa el
castigo eterno. Ya conociendo esto
debemos entender que la Palabra por sí sola no hace nada, si no la
escudriñamos, si no la guardamos en nuestro corazón y si no la obedecemos; es
decir, que si no comemos la Palabra de Dios no habrá salvación para nuestras
almas. Por tal razón dice Dios: “No
todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el
que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 7:21.
Dios tuvo una forma muy particular de hacerle conocer a su
pueblo este misterio y fue así como lo tuvo deambulando por el desierto, donde tuvo
hambre y sed, necesidades en las cuales fue saciado con milagros
extraordinarios como el hacer llover maná del cielo todos los días en la
madrugada y también el sacar agua de la peña donde no había nada de humedad;
así se daría cuenta Israel que Dios tenía suficiente poder tanto para sustentar
su cuerpo físico como para alimentar también su alma y su espíritu por una
eternidad: “Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná,
comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido”.
Estimado hermano y amigo: Como puedes observar, el alimento
espiritual es más importante que el físico; pues al fin de cuentas, el cuerpo
físico es temporal y tiene un promedio de vida de 85 años. En cambio, el cuerpo espiritual (alma y
espíritu) se mantiene vivo por una eternidad; pero sin la Palabra de Dios
estará muerto; es decir en el castigo eterno.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”. Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.
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