¿Cuál es el origen de la sabiduría y la inteligencia?
Según la Real Academia de la Lengua Española, la sabiduría es el “conocimiento profundo en ciencias, letras o artes” y la inteligencia es la “capacidad de entender o comprender”; pero estos atributos hablan de la sabiduría e inteligencia de origen humano y para nada se tienen en cuenta estas virtudes en su esencia espiritual.
Texto: Job 28:28.
“Y dijo al hombre: He
aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia”.
CONCLUSIONES.
Se dice que por lo hechos e inventos de los hombres sabios
es que la humanidad ha ido avanzando en todos los campos como la ciencia, la
medicina, la tecnología, la exploración espacial, la calidad de vida, la
alimentación, etc.; sin embargo, no hay nada bueno que no provenga de Dios (Santiago
1:17), pues Dios es el que da la sabiduría al hombre para que haga inventos, por
lo que concluimos que hay una fuente de la verdadera sabiduría y que esta no se
obtiene leyendo libros y tratados que han dejado nuestros antecesores; es
decir, que no se necesita ser un ratón de biblioteca para hacerse sabio.
Un ejemplo de esto lo podemos ver en el que inventó el avión,
que no tenía material de investigación sobre cómo construir aviones, pues nunca
antes se habían hecho este tipo de aparatos voladores y por lo tanto le tocó
arrancar desde cero, lo que indiscutiblemente nos incita a pensar que la
sabiduría no proviene de los libros escritos por nuestros antecesores, sino de
otra fuente natural que es Dios: “Toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni
sombra de variación”. Santiago 1:17.
Miremos que Dios no solo da sabiduría para aplicarla aquí en
lo terrenal, sino también sabiduría espiritual, como la que dio a Daniel para
interpretar sueños: “A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e
inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en
toda visión y sueños”. Daniel 1:17.
Y si se trata de inventos, no es que algunos hombres tengan
mentes prodigiosas y que mediante ellas lleguen a crear cosas insólitas; nada
de eso, pues somos criaturas y ese tipo de cosas proceden también de aquel que
nos creó; es el caso de los hombres que escogió Dios para construir el
tabernáculo y a los cuales dio sabiduría e inteligencia para crear los diseños de
todos sus componentes: “Y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que
hagan toda obra de arte y de invención, y de bordado en azul, en púrpura, en
carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor, e inventen todo
diseño”. Éxodo 35:35.
Miren qué sencillo es ser sabio, solamente basta con tener
temor reverente hacia Dios: “He aquí que el temor del Señor es la sabiduría”.
Esto sonará sin sentido para muchas personas, pero no para Dios; pues el temor
a Dios conlleva al estudio minucioso de su Palabra para evaluar nuestro
comportamiento y determinar si estamos agradando o no a Dios; pues en esto
consiste el temor, en cuidarnos de no pecar contra Dios y en obedecer su
Palabra.
Luego el estudio minucioso de la Palabra trae unas
consecuencias que son el conocimiento de Dios, el conocimiento de la naturaleza
y el conocimiento del mismo hombre; lo que hace que seamos de verdad sabios y
lo mejor de todo es que esta sabiduría no perece igual que la terrenal, sino
que permanece para siempre; es decir, que continúa más allá de la muerte física
y dijéramos que antes se perfecciona con la muerte, pues lo que ahora vemos y
entendemos por fe, luego que estemos viviendo la realidad del mundo espiritual,
nuestros sentidos espirituales estarán abiertos y funcionando al cien por
ciento, lo que hace que la sabiduría sea incrementada y sobre todo verificada y
ratificada.
Todos los sabios de la historia bíblica fundamentaron su
conocimiento en la Palabra de Dios y fueron prosperados por el dueño de la
sabiduría quien es Dios, como sucedió con el rey Salomón que fue el más sabio de los sabios. Pablo fue uno de los más eruditos del momento con un
alto conocimiento en ciencias y letras, pero cuando conoció a Jesús, estimó su
sabiduría humana igual que un trapo sucio: “Y ciertamente, aun estimo todas
las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar
a Cristo”. Filipenses 3:8.
También es muy simple ser inteligente, no se necesita ser un
superdotado o tomar vitaminas para el cerebro o estudiar filosofía en las
universidades más prestigiosas del mundo; solo se necesita apartarse del mal: “Y
el apartarse del mal, la inteligencia”. Suena raro, pero lo dijo Dios, pues
¿De qué sirve la inteligencia humana para hacer inventos maravillosos, para
sobresalir en los estudios, para crear empresas, para hacer negocios, etc., si
la persona pierde su alma en el infierno? Por eso, según Dios la inteligencia
es apartarse del pecado y vivir una vida de obediencia y santidad a la Palabra
de Dios.
¿No le parece esto maravilloso, que el apartarse del pecado
nos haga inteligentes espirituales y nos ayude a escapar del castigo venidero?
Ciertamente ¿De qué le sirve a un científico famoso descubrir nuevas galaxias
en el universo, si todavía no ha descubierto a Jesucristo mediante el cual
podrá entrar en el reino de los cielos?
Y para apartarse del mal se necesita saber qué es el mal y
este conocimiento solo lo puede dar la Palabra de Dios, pues en las
universidades públicas no hay una materia que se llame “El pecado y sus consecuencias”;
más bien hoy están enseñando a las personas cómo congraciarse con el pecado,
cómo convivir con la corrupción, con la injusticia y con la perversidad del
hombre.
Estimado hermano y amigo, las mayores riquezas no son el oro
y la plata, ni el dinero, ni las posesiones materiales; los tesoros más
preciados son la sabiduría y la inteligencia que provienen de Dios: “Porque
al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador
da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También
esto es vanidad y aflicción de espíritu”. Eclesiastés 2:26. En síntesis,
hay que agradar a Dios, para que Él nos de sabiduría, ciencia y gozo; y para
que nos permita entender el mal y apartarnos de él, para obtener así la
inteligencia.
Este texto también habla de la supremacía que tiene la
sabiduría y la inteligencia frente a las mayores riquezas del mundo: “Bienaventurado
el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia; Porque su
ganancia es mejor que la ganancia de la plata, Y sus frutos más que el oro fino”. Proverbios 3:13-14. Muchos hombres mueren
buscando las riquezas materiales, pero finalmente pierden sus almas en el
infierno, porque nunca buscaron las riquezas espirituales: “Pues ¿qué
aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí
mismo?”. Lucas 9:25.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta
sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y
me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre
derramada en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y
Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me
purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo
Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a
leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda
estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”. Y
si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por
salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Hechos 2:21.
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