Usted también puede hablar con Dios.

Una de las formas de saber si un dios es real es porque este tiene comunicación con el hombre y no necesariamente mediante la palabra escrita varios miles de años atrás, sino a través de la voz que sale de su boca.  Si el tal dios está vivo entonces también podrá comunicarse con el hombre; no así sucederá con los ídolos hechos de metal, de madera o de yeso que ni siquiera pueden moverse de donde los colocan y que, aunque tienen boca no pueden hablar: “Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; Tienen ojos, mas no ven; Orejas tienen, mas no oyen; Tienen narices, mas no huelen; Manos tienen, mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; No hablan con su garganta”. Salmos 115:4-7.

Texto: Job 33:14-17.

Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende. Por sueño, en visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se adormecen sobre el lecho, Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo, Para quitar al hombre de su obra, Y apartar del varón la soberbia”.

CONCLUSIONES.

Nuestro Dios Jehová de los ejércitos tiene la particularidad de comunicarse con el hombre, lo hizo con todos los profetas que hacen parte de la historia bíblica y también lo hace hoy en día con su iglesia a través de diferentes instrumentos.  Hoy lo hace en forma privada o pública a través de sus siervos que han recibido el don de profecía de parte del Espíritu Santo de Dios.

La mayoría de los profetas (esto es un ministerio) recibían la palabra sin ver a nadie, pero totalmente convencidos de que era Dios que les estaba hablando a través de su Espíritu, fuera de día o de noche como lo describe el profeta Jeremías: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo”. Jeremías 1:4. Sin embargo, Moisés, el mayor de los profetas, tuvo el privilegio de hablar cara a cara con Dios: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero”. Éxodo 33: 11ª.

Moisés podía apreciar su apariencia, pero no podía ver su rostro porque moriría inmediatamente: “Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?”. Números 12:8. Moisés quiso ver la gloria de Jehová, es decir su rostro en todo su esplendor, pero Dios solo le permitió ver sus espaldas, seguramente no quería que fuera consumido: “Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro”. Éxodo 33:23.

¿Acaso hay otro dios tan poderoso que con solo mirarlo podríamos ser consumidos? Efectivamente el pueblo de Israel no quiso estar en el tabernáculo de reunión frente a Dios escuchándolo hablar porque temían ser consumidos por el fuego de Jehová: “Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá”. Éxodo 33:20. Y esto definitivamente no ocurre con los miles de ídolos que hay en todo el mundo, porque son cosas inertes que ni siquiera pueden hablar y si lo llegaran a hacer no son ellos, sino demonios que se manifiestan tras estas figuras para hacer creer al hombre que esas estatuas son dioses reales.

Como no podemos aspirar a ser uno de los mayores profetas como lo fue Moisés, entonces tenemos que conformarnos con los instrumentos que Dios nos da y el primero es “Por sueño”. Pero esto no se trata de lo que soñamos cuando estamos profundamente dormidos, aunque sí existen sueños que provienen de Dios y que encierran mensajes para el hombre; pero lo que trata de explicar este texto es la condición del hombre, cuando está somnoliento o cuando está dormido, cuyo estado es propicio (máxime cuando todo alrededor está en silencio) para que Dios pueda hablar al oído del hombre: “Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se adormecen sobre el lecho, Entonces revela al oído de los hombres”.

¿Y qué es lo que podemos recibir a través del sueño? Dice el texto que Dios puede revelar su consejo para apartar al hombre de su mal camino y también para librarlo de pecados como el orgullo y la soberbia: “Y les señala su consejo, Para quitar al hombre de su obra, Y apartar del varón la soberbia”.

Otra forma de Dios comunicarse con el hombre es a través de visiones nocturnas: “En visión nocturna”. Y estas consisten en una representación de una escena futura donde pueden participar personajes humanos, seres espirituales, cosas de origen común y cosas desconocidas para el hombre que son de origen espiritual.  Estas escenas generalmente describen un hecho futuro, algo que va a suceder en el tiempo; un ejemplo de esto fueron las visiones que tuvo el apóstol Juan en la isla de Patmos, donde Jesucristo le reveló los acontecimientos del Apocalipsis.

No obstante, Dios no habla a todo el mundo y solamente lo hace con sus verdaderos hijos, pues si aún con sus siervos, al hombre le da dificultad entender los mensajes (porque no tienen activados al cien por ciento sus sentidos espirituales), entonces la gente del común ni siquiera estaría preparada para escuchar a Dios y pensaría que está desvariando o que su propia mente le está hablando. 

Y quizás estos métodos de comunicación de Dios con el hombre no sean muy populares ni generalizados, dado que Dios tiene una queja en contra del hombre: “Pero el hombre no entiende”; y si el hombre no entiende, entonces Dios para qué se preocuparía insistiendo constantemente en hacer que el hombre le entienda.

Si sus siervos no entienden entonces ¿Qué se dirá del hombre común? Para ellos sencillamente sería una locura: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. 1 Corintios 2:14. Así son las cosas y nos muestran que la gente común que al menos dice conocer a Dios no pueden escucharlo mientras sigan siendo “hombres naturales” y para que no sea natural, entonces tiene que ser una nueva creatura, la cual ande conforme al Espíritu y no conforme a la carne: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Romanos 8:1.

Estimado hermano y amigo, tenemos un Dios real cuyo nombre es Jehová de los Ejércitos y que hasta puede hablarnos; busquemos su presencia, conozcámoslo a través de su Palabra y activemos esa conversación y comunión personal con Jehová para que Él pueda consolarnos, para que pueda guiarnos en nuestra vida diaria, para que pueda exhortarnos y hacernos arrepentir de nuestros malos caminos: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.”. Juan 14:23.

Y si su dios aún no es Jehová de los Ejércitos, lo invito a que busque al Dios verdadero, pues este si le puede hablar y guiarlo en su vida diaria. Y recuerde que la vida eterna en el reino de los cielos solo la puede dar el Dios verdadero, pues el resto de los dioses nada pueden prometer porque no hablan y nada pueden dar porque son solo creaturas de las tinieblas, hechas para ayudar en el plan del diablo de enviar una gran multitud de hombres al infierno, donde sufrirán por una eternidad: “Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”. 2 Tesalonicenses 1:9.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

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