¿Qué hacer para que Dios responda nuestras peticiones?
Son muchas las peticiones que tenemos delante de Dios, tanto el pueblo cristiano, como la gente del común que reconoce que hay un Dios, aunque no le conozca; y muchas de estas peticiones no son respondidas, pero si buscamos en la Palabra de Dios con seguridad encontraremos la respuesta.
Texto: Salmos 37:4.
“Deléitate
asimismo en Jehová, Y él te concederá las
peticiones de tu corazón”.
CONCLUSIONES.
Según la real academia, deleite es “placer del ánimo” y esto
significa sentir placer y también sentir que nuestro estado de ánimo está en un
nivel muy alto. Ahora, ¿Nosotros como
personas en qué nos estamos deleitando? Seguramente el hombre del mundo se
deleita en la carne con sus pasiones y deseos, pues para él no hay nada más
importante; pero para el verdadero cristiano su deleite es estar en la
presencia de Dios.
El hombre común quiere disfrutar de los placeres de la vida,
parrandear, bailar, tomar licor, pasear, conocer otras regiones y otros países,
quiere disfrutar de la gastronomía, de las comodidades, de las posesiones
materiales y hasta de los lujos, de la estima y el buen nombre, de los círculos
sociales, de la política, etc.; pero lastimosamente no quiere saber nada de su
creador, parece que con mirar una imagen cada domingo con eso se siente
contento.
El deleitarse en Dios trae frutos inmediatos, como la
promesa de concedernos las peticiones de nuestro corazón y más adelante cuando
termine nuestra vida aquí en la tierra entonces nos traerá vida eterna, porque
este es uno de los grandes regalos que Dios ha preparado para la humanidad, si
le buscamos en espíritu y en verdad: “Deléitate asimismo en Jehová, Y él te
concederá las peticiones de tu corazón”.
¿Y qué diferencia hay entre deleitarse en la carne o
deleitarse en Dios? Esto es simple y está explicado en la Biblia, el que se
deleita en la carne cosechará muerte o corrupción y el que se deleita en Dios
cosechará vida eterna: “Porque el que siembra para su carne, de la carne
segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará
vida eterna”. Gálatas 6:8. En este
tiempo todavía Dios conserva nuestra libertad y nos permite vivir en el lado
que queramos; eso sí, nos advierte de sus consecuencias, y no es que Dios sea
un “tirano”, sino que por ley natural lo que sembremos eso mismo vamos a
cosechar y Dios no puede revertir esta ley para tratar de congraciarse con la
gente pecadora; pues Él ama a las personas, pero no ama su pecado porque este
es contrario a la naturaleza divina.
El deleitarse en la carne dará al hombre una falsa sensación
de gozo y de placer, que muy pronto terminará por cuanto todo aquí en la tierra
es temporal; pero lo más terrible es que allá al otro lado no va a poder gozar
de lo mismo, porque es un mundo totalmente espiritual y dado que allá solo
tendrá castigo como producto de ignorar a Dios y desobedecer a su Palabra
durante su estadía aquí en la tierra.
¿Pero cómo podemos deleitarnos en Dios si no podemos ver su
presencia? Para esto tenemos su Palabra y el hecho de gozarnos con su Palabra, hace que nos estemos gozando también con Él, pues Dios se revela a través de su
Palabra: “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita
de día y de noche”. Salmos 1:2. La
misma Palabra afirma que ella es “viva” (Hebreos 4:12) y que es la “espada del
Espíritu” (Efesios 6:17) y por tanto lo que hagamos en relación con ella, lo
estaremos haciendo directamente con Dios.
Ahora, los que ya tienen activados sus sentidos espirituales
y gozan de una excelente comunión con Dios, entonces pueden conectarse a través
de su espíritu y deleitarse directamente con la presencia del Espíritu Santo de
Dios: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de
gozo; Delicias a tu diestra para siempre”.
Salmos 16:11.
Muchos piensan ¿Y por qué el vivir conforme al mundo traerá
perdición, si solo se trata de disfrutar de esta vida? Es simple, lo que el
hombre llama disfrutar, no es otra cosa que congraciarse con el mundo y hacerse
partícipe de sus pecados y de sus frutos, lo que con seguridad apartará cada
día más su alma de Dios y la conducirá al infierno luego de su muerte: “Porque
la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro”. Romanos 6:23.
Aquí cabe una pequeña ilustración y se trata de los que se
gozan tomando licor, sin contar que algunos se gastan el producto de su trabajo
y lo dejan allí en las tabernas. Posiblemente se olviden de las penas por unas
horas o unos días mientras dure su borrachera; pero están infringiendo la
voluntad de Dios que dice: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay
disolución; antes bien sed llenos del Espíritu”. Efesios 5:18. Aquí surge una pregunta y
también una respuesta que no puede ser contradicha y se trata de ¿A quién se
está agradando con este rato de placer? Indiscutiblemente se está agradando a
la carne y al mundo cuyo príncipe es el diablo, pero se está desagradando a Dios.
Y esto sin contar que allí en este sitio se están haciendo o
planeando otras actividades pecaminosas que van en contra de la voluntad de
Dios como: El chisme, la murmuración de los demás, el orgullo, la blasfemia, el
adulterio, la infidelidad, el maltrato del cuerpo por el trasnocho y las
sustancias que beben o inhalan, el vicio, la drogadicción, el malgasto del
dinero y el culto al mundo con sus pasiones y deseos debido a la música que allí se
escucha y se canta, etc.
El mundo simplemente dice necesitar de Dios, pero es solo
para que les ayude a vivir conforme a sus pasiones y deseos, pero de ninguna
manera quieren someterse a su voluntad.
Si deben arrepentirse, entonces dicen que no pueden porque cómo seguirán
disfrutando de la vida, si deben leer la Biblia, entonces dicen ¡qué pereza
tanta lectura!, y si deben obedecer a Dios, entonces dicen que son libres y que
no tienen por qué someterse a nadie; en síntesis, el hombre quiere que Dios se
acomode a sus propósitos, pero no quiere despojarse del orgullo y someterse a
su creador.
Estimado hermano y amigo, ¿Es para usted un deleite estar en
la presencia de Dios? Si es así, seguramente Él le concederá todas las
peticiones de su corazón y responderá también a todas sus oraciones. No así
sucederá con los que se siguen deleitando con las pasiones y los deseos del
mundo, pues aquellos solo les espera condenación eterna, en vez de gozo eterno
en el reino de los cielos.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta
sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y
me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre
derramada en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y
Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me
purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo
Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a
leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda
estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”. Y
si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por
salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Hechos 2:21.
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