Hay solo dos caminos, ¿por cuál transita usted?
Mucho se habla de los caminos de la vida, que son aquellos por los que transita el hombre mientras está aquí en la tierra y la mayor parte de ellos están orientados a conseguir objetivos terrenales como estudio, negocios, empresa, familia, riquezas y fama entre otros; descuidando de esta forma el futuro de sus almas.
Texto: Mateo 7:13-14.
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta,
y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por
ella; porque
estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los
que la hallan”.
CONCLUSIONES.
Así como hay caminos materiales, también los hay
espirituales, la diferencia radica en que son muchos los caminos que buscan
metas materiales, pero en el ámbito espiritual solo hay dos caminos y también
dos destinos: El cielo o el infierno.
1. El camino al
cielo.
“Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que
lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. ¿Por qué el camino y la
puerta para ir al cielo son estrechos? Hay senderos estrechos que están llenos
de peligros, de asaltantes, de terrenos inestables, de lodazales, de arena
movediza, de piedras cortopunzantes, de cardos y espinos, etc.; lo que hace que
quien los transite experimente toda clase de sufrimientos, pero que seguramente
la recompensa va a ser muy grande para quienes logren sostenerse en ellos y
llegar hasta la meta.
Suena raro que el camino a la vida eterna esté lleno de
sufrimientos, sabiendo que la meta final va a ser la vida eterna; la razón es
que al cielo no pueden entrar personas llenas de pecado, de vicios, de orgullo,
de vanidad, de altivez, de jactancia y de soberbia, por lo cual es necesario
que estas suciedades e impurezas del hombre se vayan desgastando y vayan
cayendo a medida que el hombre avance por el camino estrecho; pues es
totalmente imposible entrar al cielo todavía con escorias y suciedades, además
de que este camino estrecho prueba al hombre y le permite determinar si de
verdad tiene la firme intención de caminar por él; pues muchos se enfrentan a
este camino, pero rápidamente se desvanece su ilusión de ir la reino de los
cielos y mejor prefieren seguir tras las vanidades ilusorias de este mundo.
Este camino estrecho está lleno de aflicciones porque el
sufrimiento es el fuego que purifica nuestras vidas: “Confirmando los ánimos
de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles:
Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”.
Hechos 14:22. Y de esta forma también se cumple la palabra en el sentido de que
son pocas las personas que hayan este camino, porque a la mayoría solo les
interesa el mundo con sus vanidades y sus placeres, haciendo que el verdadero
camino a la vida eterna esté vetado o escondido de sus ojos.
Un ejemplo de que el hombre ignora a Dios y se va en busca
del mundo, son las festividades de diciembre, donde a las personas solo les
interesa estrenar ropa, ir de viaje, visitar sus familias, comer de toda clase
de manjares (natilla, buñuelos, marranada, etc.), recibir regalos, estar de
fiesta y de rumba, trasnochar, bailar y beber al son de la música; pero ¿En
dónde dejaron a Dios? Algunos dicen descaradamente, que, si ellos están felices
en sus fiestas, entonces que Dios también lo estará; pero, así como están lejos
de la realidad, también lo están de Dios, pues Dios nos hizo para su gloria,
honra y alabanza y no para rendirle culto al mundo con sus pasiones, sus deseos
y sus fiestas paganas, como la que se vive en este mes, que lo que busca es honrar una potestad de las tinieblas
denominada “el espíritu de la navidad”.
2. El camino al
infierno.
“Porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que
lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella”. En
contraposición al camino estrecho, este es amplio y sin obstáculos, donde se
puede caminar sin esfuerzo, hasta el punto que las personas pueden físicamente
“echarse” y no hacer nada y de esta forma serán arrastrados por la multitud que
va transitando por el mismo sendero; es decir que aquí nadie puede rezagarse
porque será arrastrado automáticamente y esto sucede a la mayor parte de la
humanidad que no han definido su vida espiritual y que esperan que como Dios es
amor, que entonces los lleve cargados hasta el cielo (aunque se encuentren
borrachos); pero en vez de que esto suceda, más bien son arrastrados junto con
la multitud hacia el infierno; y como la puerta es ancha, nada les impedirá que
pasen sin problemas.
Por lo anterior es un error pensar que dichas multitudes se
van a salvar por dos razones: Primero porque no le hacen mal a nadie (la verdad
es que el que salva es Jesucristo, no el hecho de creernos buenos) y segundo
porque Dios es amor (y realmente es amor para los justos, pero es fuego
consumidor para los impíos); olvidando por supuesto que hay que transitar por
el camino estrecho que está lleno de sufrimientos y penalidades y que si no
participamos del camino estrecho, entonces vamos a ser arrastrados por la
avalancha del mundo que va confiado por el camino ancho hacia el infierno.
Aquí aplica el dicho popular que reza “camarón que se duerme
se lo lleva la corriente”, donde la corriente va por el camino ancho del mundo
que conduce a la perdición; entonces si usted no está haciendo nada por su
salvación, seguramente está siendo arrastrado hacia la puerta ancha del
infierno y usted no se ha dado cuenta, porque el mal corrompe al hombre con
sutilezas, haciéndole creer que todo anda bien.
Por este camino transitan los que no tienen a Jesucristo en
sus corazones, pero que sí tienen una religión, la cual es como un imán que los
arrastra en forma lenta pero segura hacia el infierno, esto porque la religión
nunca podrá salvar al hombre, máxime cuando esta promueve el pecado entre sus seguidores,
tales como la idolatría, la santería, el culto a los muertos y la participación
en tradiciones humanas como la navidad que está llena de pecado y de toda clase de
vicios.
EL MANDATO DE DIOS.
“Entrad por la puerta estrecha”. Dios quiere que todo el mundo venga al
arrepentimiento y se salve; pero el hombre es quien toma la decisión, pues si
este decide transitar por el camino estrecho le espera la vida eterna, pero
sabemos que nadie quiere sufrimientos y que por eso más bien muchos optan por
buscar los placeres temporales de la vida y no les importa qué pasara con sus
almas el día que se mueran y sean llamados a comparecer ante del juicio final:
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino
que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento”. 2 Pedro 3:9.
La gente, en parte por ignorancia y en parte por rebeldía
hacia Dios, mejor optan por aplicar el dicho que reza: “Hay que disfrutar
mientras estemos vivos, porque cuando uno muere nada se lleva”, y este es
un dicho malvado del diablo, para hacer que la gente pierda su interés en la
vida eterna, para que la gente ignore que tienen un alma y un espíritu que son
eternos y que están esperando la liberación del cuerpo para tomar uno de los
dos caminos: El cielo o el infierno.
Estimado hermano y amigo, solo hay dos caminos y dos puertas,
la puerta ancha a la perdición por donde transita la mayoría del mundo de hoy y
la puerta angosta por donde transitan aquellos que han entregado su vida a
Jesucristo y que de verdad quieren una eternidad en el reino de los cielos, en
compañía de Dios y de sus ángeles; entonces decide hoy por dónde caminar, pues
un futuro le espera a su alma (el cielo o el infierno) dependiendo de la
decisión que tomes hoy.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”. Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.
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