Un seguro efectivo contra la pobreza.
Según la actualización de 2023, 1.100 millones (poco más del 18 por ciento de una población de 6.100 millones de personas) viven en situación de pobreza multidimensional aguda en 110 países. ¿Pero será que estas personas saben que Dios ha dispuesto una salida para este problema?
Texto:
Proverbios 28:27.
“El que da al pobre no tendrá
pobreza; Mas el que aparta
sus ojos tendrá muchas maldiciones”.
CONCLUSIONES.
Nuestro creador y también el creador del universo
circundante es tan sabio e inteligente que ha previsto la solución para todo
tipo de problema que sobrevenga; es así como se ideó la forma de que el hombre
pueda escapar de la pobreza y consiste en una solución simple, ayudando a otros
a salir de la pobreza: “El que da al pobre no tendrá pobreza”.
Y esto encierra un misterio ya revelado en la Biblia y
consiste en que el que da al pobre le presta a Dios, por lo cual Dios se ve
obligado a recompensar a los dadores, multiplicando sus bienes, multiplicando
sus ingresos y multiplicando sus fuerzas para hacer riquezas: “A Jehová
presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”.
Proverbios 19:17.
Ahora, los pobres siempre han existido y existirán por
causa de que no todos los hombres son seguidores del verdadero Dios y mucha
parte de los seguidores de Jehová tampoco obedecen sus mandatos y sus consejos;
por lo tanto, siempre habrá pobres sobre la tierra: “Siempre tendréis a los
pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no
siempre me tendréis”. Marcos 14:7.
Esto de dar al pobre es más bien un mandato que un
consejo, dado que hay consecuencias si no se hace: “Mas el que aparta sus
ojos tendrá muchas maldiciones”. ¿Por qué la gente que tiene unos buenos
ingresos económicos dice que el dinero no les alcanza? Esto sucede porque no se
acuerdan de los pobres, entonces el depredador o el maligno les está robando
los recursos de diferentes formas: A unos los incita a comprar un vehículo más
moderno aunque queden debiendo casi su totalidad, a otros a que compren una
finca que no pueden pagar con sus ingresos, a otros los lleva a solicitar
créditos para turismo y otros proyectos, quedando de una vez enlazados con las
maldiciones que esto trae, a otros los incita a tener otra mujer y otros hijos,
obligándolos a trabajar doble para poder suplir las necesidades de ambos
hogares (hablo de los medio honestos que no abandonan su primer amor), otros
gastan su dinero en cosas suntuosas e innecesarias, sacrificando sus
necesidades básicas como el alimento; es decir, que comen mal para acceder a
lujos que normalmente no pueden pagar y esto también es un lazo del infierno.
Los ricos pensarán que por sus propias fuerzas, por su
capacidad, por sus estudios y por su inteligencia, que por eso han logrado
escapar del círculo de la pobreza y mantenerse en un estatus económico
envidiable; pero debemos reconocer que es la mano poderosa de Dios la que nos
ha dado todo y la que nos ha mantenido en holgura económica, de tal forma que
no nos haga falta absolutamente nada y esto no porque muchos de ellos ayuden a
los pobres; sino porque hay propósitos específicos de Dios para sus economías,
como la creación de empleos y las obras sociales en sus comunidades: “Las
riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está
la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos”.
1 Crónicas 29:12.
Estimado hermano y amigo, ¿Deseas que nunca te falte
nada? Sigue este mandato al pie de la letra y nunca te faltará nada mientras
vivas aquí en la tierra. Algunos dirán que no tienen nada para dar; pero mientras
estemos vivos seguramente algo tenemos que pueda servirles a otros que posiblemente
están más necesitados que nosotros y esto es principalmente alimento y vestuario.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado amigo, si deseas
hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor
Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me
perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario. Yo
te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi
corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el
templo de tu Santo Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar
más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla,
para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”.
Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por
salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Hechos 2:21.
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