¿Amas a Dios de verdad?


Dios ama a su creación y está dispuesto a bendecirla siempre y cuando el hombre haga la voluntad de su creador y entre esos requisitos de Dios está el primer mandamiento: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Mateo 22:27. ¿Pero será que el mundo sí sabe lo que es amar a Dios de verdad?

Texto: Isaías 29:13-14.

Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos”.

CONCLUSIONES.

Es muy fácil decirle a Dios que lo amamos, pero como reza el adagio popular que “del dicho al hecho hay mucho trecho”, así mismo la mayoría de los hombres dicen a amar a su dios y aunque no se refieran al único y verdadero Dios, dicen que lo aman a su manera, pero que sí lo hacen, según ellos.

El mundo, sobre todo los religiosos, dicen amar a Dios, pero su vida no cambia, pues siguen aún cometiendo pecado y peor aun creyendo que su dios es tan misericordioso que los puede cargar con todo y pecado, y que también los puede llevar hasta el cielo.

Algunas religiones contemplan la inmolación como parte de su tributo, amor y adoración a su dios, cuando el homicidio y el suicidio van en contra de uno de los principales mandamientos de la ley del verdadero Dios (Jehová de los Ejércitos); lo que significa que el diablo los tiene enceguecidos para que sean instrumentos de su obra destructora; tan ciegos están que, aunque se les diga la verdad, no la entienden.

Dicen amar a Dios, pero practican la idolatría, venerando y honrando imágenes de metal, de madera y de yeso. Lo bueno que tienen los ídolos para el hombre es que no les exige absolutamente nada y por eso el hombre los considera como su plan perfecto; en cambio el acercarse al Dios vivo los obliga a arrepentirse, a cambiar de señor, a estudiar la Palabra de Dios y a ser obedientes a sus mandamientos, lo que los obliga a apartarse del pecado y de las pasiones de la carne y del mundo; y eso definitivamente no es lo que quiere el hombre y por eso se siente en paz con los ídolos porque son momias muertas que no le pueden exigir nada.

Dicen amar a Dios, pero siguen celebrando fiestas al mundo con alcohol, vicios y bailes, dándole tributo al orgullo, a la vanidad y a la carne; se trasnochan más fácil detrás de una mesa con alcohol y comida que alabando a Dios en una vigilia. Piensan que están agradando a Dios, y en verdad sí lo están haciendo, pero con otro dios, con el dios de este mundo que es el mismo Satanás; pues el verdadero Dios no está interesado en que se destruya el templo del Espíritu Santo (que es el cuerpo) con alcohol, trasnochos y exceso de comidas y tampoco quiere que la gente pierda la razón, el buen juicio y la moralidad a causa del efecto de las bebidas embriagantes.

Dicen amar a Dios, pero siguen practicando la mentira, siguen murmurando de los demás y diciendo vulgaridades o palabras deshonestas. En vez de edificar a las personas mediante la comunicación, las están destruyendo y estigmatizando, están formando enemigos de la sociedad.

Dicen amar a Dios, pero para ellos tiene más importancia los puentes festivos para ir de paseo, que para buscar de Dios. Dicen que es más rico estar en una playa o en un río con una olla de sancocho y con unos traguitos, que estar en la iglesia en ayuno y oración. Ellos ignoran que la verdadera bendición proviene de Dios y no de los puentes festivos y que Dios no está interesado en que el hombre divierta su carne, sino que con humildad venga delante de Él y se presente como un sacrificio vivo: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. Romanos 12:1.

Dicen amar a Dios, pero le cantan más fácil al mundo, a las mujeres, a las pasiones y a la vida, que cantarle a Dios quien merece toda la honra, gloria y alabanza: “Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia”. Salmos 107:1.

Hay una prueba máxima del amor a Dios y esta se contempla en este texto bíblico: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Juan 14:23. Si de verdad amas a Dios, estarás interesado en conocer la voluntad de Dios y en obedecerla; de lo contrario Dios para usted es solo una figura mitológica, o un personaje en quien busca ayuda solo cuando tiene necesidades.

Y si el mundo antiguo amaba a Dios solo de labios, ¿Entonces qué se dirá del mundo moderno? Podríamos decir que el mundo antiguo era perverso, pero el de hoy es peor porque tiene más herramientas tecnológicas con qué hacer maldad, con qué violar los mandatos de Dios, con qué generar caos y violencia en las naciones.

Hoy las naciones se llenan de soberbia mostrando sus bombas nucleares, con que pueden destruir ciudades enteras en un par de segundos y ciertamente el diablo estaría feliz de que las naciones entraran en una guerra nuclear, pues facilitaría sus planes; ¿Pero esto en qué ayuda con los planes de Dios? El hecho de una nación sentar un precedente de poder y de soberanía, ¿En qué ayuda esto a la paz mundial? No ayuda absolutamente en nada, y solo sume al género humano en más caos, violencia, hambre, enfermedades y destrucción. Solo el camino de la justicia trae vida, paz, seguridad y abundancia, porque hace parte del verdadero amor a Dios y cualquier otra cosa solo genera muerte y destrucción.

Dios nos muestra la realidad del hombre frente a Él, de que muchos dicen amarlo con su boca, pero con sus hechos de maldad están amando a las tinieblas: “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí”.

El hombre se ha inventado todo tipo de artimañas para vivir en paz consigo mismo y también para alejarse de Dios y la mejor forma de hacerlo es ignorando al Dios verdadero y venerando ídolos e imágenes, los cuales no tienen ningún tipo de exigencias con el hombre: “Y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Así de esta forma les temen a los ídolos quienes no pueden dar salvación, pero ignoran al Dios real que sí puede bendecirlos.

¿Y cuáles son las consecuencias de no amar a Dios de verdad? Aquí habla de cosas grandes y espantosas: “Por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso”. El remanente del pueblo de Israel fue castigado duramente con 70 años de cautiverio, esto fue para los que dejó vivos el hambre, la espada y la pestilencia; y un caso similar ocurrirá con el mundo moderno, pues no quieren conocer a Dios y si no lo conocen, mucho menos pueden amarlo.

Debido a la inteligencia y la sabiduría que Dios ha dado al hombre, ha permitido que haya muchos avances tecnológicos, hasta el punto de poder usar la inteligencia artificial con muchos propósitos; pero esto de nada servirá cuando Dios llame a cuentas a este mundo perverso, que solo quiere disfrutar de la vida y de los placeres del mundo: “Porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos”.

Estimado hermano y amigo, debemos amar a Dios con el corazón, no de labios ni de lengua y son nuestras acciones, producto de la obediencia a Dios, las que demuestran que realmente si le estamos amando en espíritu y en verdad.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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