No son dioses los que se hacen con las manos.


El mundo de hoy tiene infinidad de dioses, pero ¿son estos dioses reales? ¿Será que si pueden defender al hombre en el gran juicio final?

Texto: Isaías 42:8,17.

Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas. Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses”.

CONCLUSIONES.

Ciertamente solo hay un Dios, cuyo nombre es Jehová de los Ejércitos, y para demostrar que sí lo es, hay tres tipos de evidencia:

1.  La evidencia escritural.

Esta evidencia es la que proviene de la palabra de Dios dada a los profetas mediante la inspiración del Espíritu Santo y también de las historias y palabras allí plasmadas como testimonio directo de la vida de Jesucristo el hijo de Dios, mientras vivió aquí en la tierra y llevó a cabo su obra redentora de la humanidad.

Esta evidencia dice que solo hay un Dios y también un solo mediador que es su hijo Jesucristo: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. 1 Timoteo 2:5.

También nos confirma que de este Dios proceden todas las cosas, incluso nosotros mismos: “Para nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él”. 1 Corintios 8:6.

2.  La evidencia de la creación.

Una creación hermosa y extravagante en extremo, solo puede proceder de Dios; pues no hay forma de que la vida surja de la nada; es decir, la nada no puede crear nada, ni siquiera un organismo unicelular de donde supuestamente se originaron otros tipos de organismos más complejos y tiene que existir alguien que con su mano poderosa active su virtud creadora y ese alguien es Dios: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”. Romanos 1:20.

Por tanto, el solo hecho de ver la creación, esta nos habla a nuestra conciencia de que su creador es el único y verdadero Dios, cuyo nombre es Jehová de los Ejércitos. Y la creación hace lo que muchos no hacemos y es alabar a Dios mediante los susurros de la naturaleza, el canto de las aves, el correr de las aguas y el suave perfume de los árboles; todas estas manifestaciones son una alabanza de la naturaleza a nuestro Creador.

Y si los ídolos y las imágenes pudieran crear algo, como mínimo ya se hubieran liberado del muro o del pedestal donde están clavados y estuvieran en constante movimiento; y si no son capaces de moverse, muchos menos son capaces de crear algo, ni de darle entrada al hombre al reino de los cielos. Y aquí hay una ley inviolable consistente en el rango de acción (suponiendo que los ídolos pudieran hacer algo) y es que su ámbito o alcance de sus obras es la tierra, donde supuestamente existen, pues sería imposible que pudieran hacer algo más allá de la tierra, donde estará la nueva Jerusalén o el cielo que espera al pueblo cristiano.

Y si se trata de demonios que se hacen pasar por dioses, ellos solo saben hacer el mal y les queda totalmente imposible llevar a alguien al reino de los cielos y como son hijos del diablo que es padre de mentira, con seguridad que están engañando al hombre para que este finalmente se pierda y vaya a hacerles compañía en el infierno.

3.  La evidencia personal.

Al nosotros conformar la familia de Dios, tenemos una ayuda sobrenatural de la tercera persona de Dios, y ese es el Espíritu Santo, quien nos declara los misterios de Dios, nos confirma su Palabra y quien también nos muestra y revela las maravillas de la naturaleza: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Juan 14:26.

Entonces el Espíritu Santo nos revela y nos convence de la existencia del único y verdadero Dios y nos revela también los propósitos malévolos de los ídolos y de las imágenes cuya tarea es desviar al hombre del verdadero camino y de paso robarle la gloria a Dios.

El veredicto de Dios.

Y si hay un solo Dios verdadero, entonces ¿por qué las naciones están llenas de ídolos y de imágenes a las cuales rinden culto y les ofrecen sacrificios? Alguna de las respuestas consiste en que el hombre no está contento con la idea de tener un Dios que les exija obediencia y santidad; y por eso más bien han recurrido a los ídolos, estatuas o imágenes, que, por el hecho de estar muertas, no tienen ningún tipo de exigencias para con el hombre, entonces el hombre podrá revolcarse en el lodo de los vicios y del pecado, sin tener a alguien que lo esté llamando al arrepentimiento.

Otra de las respuestas es que el hombre ha sido engañado por el diablo, cuya tarea ha sido muy fácil dado que al hombre le gusta más la mentira que la verdad. El diablo le dice al hombre, “esta estatua es tu dios de ahora en adelante” y el hombre sonríe lleno de satisfacción, le hace fiesta y baila alrededor de ella; pero si se le dicen que hay un Dios que está en el reino de los cielos y que lo está observando, entonces no va a creer y va a resultar disgustado.

Pero Dios es soberano y no desea compartir su gloria con nadie, ni siquiera con las momias hechas por las mismas manos del hombre: “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas”. Por eso la idolatría es tan mala como pecado, pues su esencia consiste en robarle la gloria a Dios, para dársela a una cosa hecha de material terrestre y en casos más extremos para darle la gloria a entidades del infierno que se hacen pasar como dioses.

Y por lógica habrá castigo para aquellos que desechan a Dios y confían su vida a los ídolos o imágenes: “Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses”.

En primera instancia dice la Palabra que serán vueltos atrás y confundidos, pero estos jamás alcanzarán la vida eterna, pues esta depende de Dios y no de los ídolos, máxime cuando hay un castigo para los idólatras: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones”. 1 Corintios 6:9.

En síntesis, no son dioses los que se hacen con las manos de los hombres; pues aquí existe una ley inviolable que consiste en que Dios puede crear cualquier cosa, pero una criatura jamás tendrá la capacidad de crear (mucho menos de crear dioses representados por los ídolos), pues aún el mantenerse con vida depende de su Creador: “Pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos”.  Hechos 19:26.

Estimado hermano y amigo, basta ya de seguir confiando en los ídolos e imágenes hechas por el mismo hombre, pues el seguir y honrar estas cosas solo conducen al infierno, donde el lloro y crujir de dientes será por una eternidad: “Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”. Mateo 8:12.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

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