¿Tiene usted un corazón sensible o uno de piedra?


El hombre por tradición ha sido duro de corazón frente a Dios y a su Palabra, y mucho más ahora en estos tiempos de crisis moral y espiritual.

Texto: Jeremías 5:3.

Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Los azotaste, y no les dolió; los consumiste, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse”.

CONCLUSIONES.

¿Cuál es tu nivel de sensibilidad frente a Dios y a su Palabra? Muchos dicen ser lo que realmente no son, pues dicen amar a Dios, dicen acostarse y levantarse con Dios, pero los frutos de su vida muestran lo contrario. 

Y para ilustrar esto veamos lo que le sucedió al rey Saul, quien fue enviado expresamente por Dios para destruir al pueblo de Amalec con todo lo que tenía; Saúl fue a la misión, pero se trajo al rey vivo y lo más gordo de su ganado con el pretexto de presentarle sacrificios a Dios. Él pensaba que había obedecido, pero Dios estaba observando su desacato y por eso fue destituido de su reinado: “Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas”. 1 Samuel 15:20.

Ese problema de Saul lo tenemos hoy en día, pues la gente piensa que está agradando a Dios cuando pone su esperanza en las religiones, en sus ídolos y en sus tradiciones (cuando Dios condena la idolatría); piensa que lo está amando si celebra fiestas a su nombre, donde solo se alaban las cosas del mundo y Dios no aparece por ningún lado; en síntesis, el hombre no da frutos de amor ni de justicia; sin embargo, está convencido de que está amando y agradando a Dios y esto es lo que se llama un corazón de piedra, un corazón insensible hacia Dios, además de que el hombre se está engañando a sí mismo.

Y esto es un gran problema, porque el hombre piensa que Dios es igualitico a él y que razona de la misma manera, cree que con decirle a Dios que lo ama, que con eso es suficiente, que Él se lo va a creer; pero no podemos olvidar que Dios está mirando adentro de nuestros corazones y que Él conoce las intenciones conque hacemos las cosas y por eso debemos tener bien claro que nadie se burla de Dios y que Él pagará a cada uno conforme a sus obras: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Gálatas 6:7.

¿Tiene usted un corazón sensible o uno de piedra? Puede ser que usted diga que es muy sensible a las cosas de Dios y que en la práctica solo esté dando frutos para la carne y no para el espíritu; pero no podemos engañar a Dios, porque Él mira lo más profundo de nuestro corazón: “Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad?”.

En la antigüedad hubo juicios en contra del pueblo de Israel; pero este pueblo no reaccionó, dice la Palabra que fueron azotados, pero que nos les dolió porque siguieron actuando de la misma forma: “Los azotaste, y no les dolió”. El mundo de hoy es más duro todavía, pues recién acabamos de pasar por una pandemia que mató a millones de personas; pero al parecer no les dolió, pues los sobrevivientes estuvieron buscando de Dios a través de internet y de las redes sociales, mientras duró el confinamiento; luego se olvidaron completamente de Dios y siguieron en sus caminos, pensaron que el hecho de que Dios les concediera la vida era para que siguieran en pecado y congraciándose con la maldad del mundo; pensaron que Dios les daba otra oportunidad para que siguieran tras la idolatría y la adoración de imágenes y estatuas mudas.

Llegó un punto en que el pueblo de Israel fue consumido con espada, con hambre y con pestilencia y más tarde el remanente del pueblo fue llevado cautivo a Babilonia; pero aun así no quisieron recibir la corrección: “los consumiste, y no quisieron recibir corrección”. Hoy en día hay juicios de Dios en contra de la humanidad como inundaciones, avalanchas, huracanes, tifones, terremotos, escasez de alimentos, altas inflaciones, guerras, polución ambiental, aumento de la temperatura global, auge de las enfermedades, aumento de la pobreza, movilizaciones y asonadas, desplazamientos forzosos, homicidios y masacres, drogadicción e incremento de sustancias psicoactivas, aumento del narcotráfico, aumento de grupos armados al margen de la ley; y todo esto en cierta medida está “consumiendo” a la humanidad; pero el hombre no quiere recibir corrección, no quiere volverse a Dios y más bien buscan la forma de asociarse con el mal y de aumentar el caos que vive actualmente el mundo.

¿Pero por qué el pueblo fue azotado y no le dolió y fue consumido y no quisieron convertirse? Sencillamente era un pueblo de corazón duro, más que la piedra: “endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse”. Y si aquel pueblo tenía un corazón de piedra, ¿Qué se dirá del mundo de hoy? Es tanto el problema que a muchos les molesta que se les hable de Dios y en su ánimo de hacer uso de lo que ellos llaman “libertad”, entonces se están condenando así mismos, porque al no aceptar a Dios y oponerse a la difusión del evangelio, están confirmando que pertenecen al reino de las tinieblas y no al reino de nuestro Señor Jesucristo, quién sí nos puede librar de los juicios venideros y quien sí puede salvar nuestra alma del fuego eterno del infierno.

¿Y por qué la gente no quiere convertirse? Parece haber más de una respuesta, y una de ellas es que el diablo ya los tiene convencidos de que caminan en la verdad y no les permite escuchar el evangelio para que no vayan a despertar y para que tampoco se vayan a convertir a Jesucristo y que finalmente sean condenados al castigo eterno, como el que recibirá el diablo por rebelarse contra Dios.

Hay otra respuesta que proviene directamente de Dios y que consiste en que si el hombre se niega a escuchar la verdad, entonces de parte de Dios le será enviado un espíritu de mentira que los convencerá de que andan en la verdad, aun cuando anden perdidos en los vicios, en la idolatría, en la injusticia y en la maldad:  “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”. 2 Tesalonicenses 2:11-12.

Estimado hermano y amigo, ¿es usted uno de los que aún tiene un corazón duro y perverso que no quiere saber nada del verdadero Dios? Si es así, arrepiéntase mientras aun está vivo y no espere a llegar al infierno porque allá no tendrá oportunidad de volver atrás y de cambiar su vida de rumbo.

El valiente no es aquel que por causa de un corazón duro llega al infierno; el valiente es aquel que entrega su vida a Jesucristo y permite que sea el salvador de su vida.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

  

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